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Arqueólogos y guías exploran Leang Jarie (“Cueva de las manos”), uno de lugares donde hace poco se descubrieron los estarcidos de manos más antiguos del mundo. |
Por Graham Chandler
Fotografías y video de Meridith Kohut
Nos arrastramos empujando nuestros bolsos hacia adelante a la luz de las linternas de cabeza, alertas a las estalactitas bajas, respirando en la humedad agobiante. A través del pasadizo bajo llegamos hasta una escalera de bambú y descendemos a una antecámara, donde los destellos de la luz solar nos incitan a seguir avanzando. Salimos e intentamos distinguir la gran apertura, abovedada naturalmente, con una vista imponente de campos de arroz verdes a cientos de kilómetros hacia abajo. ESTO ES BULU SIPONG.
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Los miembros de la expedición de cuatro días realizada por AramcoWorld a diez de las cuevas de Maros-Pangkep bajan por una escalera de bambú hacia el interior de la cueva Bulu Sipong. |
Bulu Sipong es solo una de las cientos de cuevas de piedra caliza de la provincia indonesia de Sulawesi del Sur, a poco más de una hora de viaje al norte de Macassar, la capital provincial, una región donde hace muy poco han cobrado importancia algunas de las pinturas rupestres más antiguas del mundo. Se confirmó que una en particular (un estarcido en tonos rojizos realizado rociando pigmento húmedo sobre una mano apoyada en la pared de la cueva) es el estarcido a mano más antiguo que se conoce en todo el mundo: se pintó hace al menos 39.900 años. La fecha colocó a la región de Sulawesi del Sur, llamada Maros-Pangkep, en el nuevo mapa mundial que busca el origen y la evolución del conocimiento y la expresión creativa del ser humano. La fecha desafía las teorías sostenidas durante mucho tiempo, que indicaban que este tipo de arte se originó en el sudoeste de Europa y se expandió hacia el este y sudeste de Asia, y luego a Australia por las rutas migratorias de los antiguos humanos modernos. Estas pinturas que tienen la misma antigüedad que las pinturas europeas y están a 13.000 kilómetros de distancia demuestran por primera vez que los humanos producían formas avanzadas de arte a lo largo y a lo ancho de esas rutas (de oeste a este) en momentos similares de la prehistoria.
Viajamos a Maros-Pangkep para hablar con los arqueólogos indonesios que han dedicado sus carreras a estudiar las cuevas, y para ver personalmente el arte que está detrás de esta reciente expansión (o revolución) del pensamiento respecto de las primeras etapas de la historia del ser humano. Corría febrero, época de lluvias, pero por suerte el cielo se despejó durante los cuatro días que tuvimos para explorar diez de las mejores “galerías en cuevas” de la zona con los arqueólogos Muhammad Ramli y Mubarak Andi Pampang.
Los lugareños y arqueólogos conocían el arte de estas cuevas al menos desde la década de 1950, y los que viven cerca posiblemente desde mucho antes, ya que sus ancestros exploraron las colinas en busca de hierbas medicinales o con fines recreativos durante siglos. Hasta hace poco, los arqueólogos del mundo suponían que las imágenes de Maros-Pangkep no podían tener más de 10.000 años debido al ritmo acelerado de erosión común en los ambientes tropicales de karst (piedra caliza). Pero por algún tiempo, los arqueólogos indonesios situados en Macassar tuvieron la corazonada de que muchas de las imágenes eran más antiguas, y que habían sido creadas poco tiempo después de la llegada de los humanos modernos a la región, entre 40.000 y 50.000 años atrás.
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Los arqueólogos Muhammad Ramli y Mubarak Andi Pampang, que trabajan en el Centro para la Preservación del Legado Cultural de Macassar, capital de Sulawesi del Sur, llegan al refugio que funciona como campamento base de la investigación en el parque prehistórico de Leang-Leang, donde un cartel (abajo) apunta hacia una cueva: Leang significa “agujero” o “cueva”. |
“Sacamos conclusiones a partir de la evidencia de la excavación y la comparamos con otras evidencias como huesos, yacimientos de ostras y ocre rojo”, dice Budianto Hakim, que trabaja en la Oficina de Investigación Arqueológica de Macassar. “Nos basamos en la datación por carbono y el resultado fue de 30.000 años de antigüedad”. (De hecho, en una de las cuevas que visitamos después, la evidencia data de 35.000 años). Pero, como afirma Hakim, no se puede inferir que las pinturas sean tan antiguas como los artefactos adyacentes: los artistas pueden haber trabajado un milenio después (o antes) de que alguien dejase esos artefactos.
Datar el arte más antiguo del mundo, en especial figurativo, es fundamental para el estudio del origen de la religión y el arte, y esto a su vez es crucial para comprender el origen de la creatividad de la mente humana. Incluso el arte más simple y figurativo demuestra una habilidad cognitiva para crear imágenes representativas, en contraste con formas como rayas cruzadas grabadas en caracoles, como las encontradas en Java, Indonesia, que datan de hace 500.000 años.
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Pampang (arriba) dice que el Centro le da la bienvenida a nuevos descubrimientos de arte rupestre, que se suman a los más de 90 ya inspeccionados. “Le damos todo el crédito a quienes realizan los descubrimientos, los honramos cada año y con frecuencia les ofrecemos trabajo”, explica. Ramli (arriba) ha estado estudiando las cuevas y el arte desde la década de 1980. |
Definir cuándo y dónde comenzó el arte figurativo ha intrigado a los arqueólogos por mucho tiempo. Los humanos modernos u Homo sapiens evolucionaron en el este de África hace alrededor de 200.000 años, y la evidencia actual más exacta demuestra que algunos emigraron de África a través del Levante y el sur de la península arábiga. Desde allí, algunos viajaron hacia el oeste, a Europa, y otros hacia el este, donde se dispersaron por el sudeste de Asia hasta llegar a Australia bastante rápido, hace unos 50.000 años. Lo que resulta fundamental para los estudios del origen del arte figurativo es dónde surgió este arte a lo largo de las travesías.
Algunas teorías de finales del siglo XIX apuntan al origen del arte en el sudeste europeo y sugieren una difusión paulatina de las ideas estilísticas hacia oriente. Estas teorías se basaron en el lugar donde fueron encontradas las formas de arte más antiguas conocidas hasta la fecha. Como resultado, el campo de estudio estuvo dominado durante décadas por una perspectiva acerca del origen del arte figurativo centrada en Europa: la pintura rupestre abstracta más antigua del mundo hasta ahora tiene 40.800 años. Se trata de un disco rojo en El Castillo, al norte de España. El arte rupestre figurativo más antiguo conocido es un rinoceronte pintado en la famosa cueva de Chauvet, Francia, que según la datación de carbono se realizó hace entre 35.300 y 38.827 años. En la fase final más oriental de la dispersión humana temprana, el arte rupestre más antiguo de Australia se estableció hace alrededor de 30.000 años, aunque allí se encontraron pigmentos y “crayones” usados de hematita (un mineral rojo oscuro) en depósitos que datan de alguna fecha entre el amplio rango de 36.000 a 74.000 años.
Todo esto indica que los estudios comparten algunos aspectos frustrantes. Determinar las fechas de forma precisa es fundamental, pero lamentablemente el arte rupestre es difícil de datar. El método de carbón-14, si bien se usó para datar la imagen del rinoceronte en la cueva de Chauvet, en general no es útil y a veces es controversial, ya que depende de una separación meticulosa de los componentes químicos de la pintura para determinar los ingredientes orgánicos (y, por lo tanto, fechables). Un método aplicado más recientemente al arte rupestre, llamado "datación por serie uranio-torio", se utilizó para datar la pintura rupestre más antigua, el disco rojo en El Castillo.
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Arriba: Fue de este estarcido de una mano, en Leang Timpu-seng, que se tomó el rectángulo de muestra cerca del meñique cuya datación por uranio-torio arrojó una fecha mínima de 39.900 años. Pampang imita el método del artista y coloca la mano sobre la pared en otra cueva (abajo): De todos los motivos en estas cuevas, los estarcidos de manos son los más comunes. La práctica, afirma el especialista mundial en arte rupestre David Lewis-Williams, no se usaba tanto para “dibujar una mano (al estilo ‘yo estuve aquí’), sino para entrar en contacto con el reino espiritual y su poder”. |
Pero el método uranio-torio no data la pintura directamente, sino que toma la fechas de las muestras de acumulaciones de calcita —donde se encuentran— tanto debajo como sobre las capas de pintura. La fecha de la calcita debajo de la pintura brinda una antigüedad máxima, y la de las acumulaciones sobre ella brindan una antigüedad mínima.
La datación por serie uranio-torio tiene sus detractores: Una publicación de 2015 en el diario Quaternary International escrita por el científico francés Georges Sauvet y colaboradores sostiene que la mayor parte del uranio natural se puede empobrecer por el lixiviado, lo que sesga los resultados. “La aplicación del método uranio-torio para datar arte rupestre prehistórico todavía es experimental”, dicen. “Se necesitan mejoras técnicas e investigaciones fundamentales sobre las causas del error”.
Los practicantes del método responden que tomar una profundidad suficiente de calcita para una muestra reduce el riesgo. “Para controlarlo, intentamos datar las capas en orden estratigráfico”, dice Alistair Pike, profesor adjunto de Ciencias Arqueológicas en la Universidad de Southampton, que participó de la datación en El Castillo.
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Blainey Woodham |
Maxime Aubert, de la Unidad de Legado de Arte Rupestre, Evolución y Sitios de la Universidad de Griffith, en Gold Coast, Australia, usó varias submuestras para asegurar la precisión de la datación. |
La técnica de uranio-torio es la que empleó Maxime Aubert, de la Unidad de Legado de Arte Rupestre, Evolución y Sitios de la Universidad de Griffith, en Gold Coast, Australia, para datar el arte de Sulawesi. “En nuestro estudio, medimos al menos tres y hasta seis submuestras por cada muestra. Las fechas de cada una están en orden cronológico, lo que confirma la integridad de nuestras muestras. Si el uranio estuviese estado empobrecido, habríamos obtenido un perfil de fechas invertido, es decir que la antigüedad hubiese sido mayor en la superficie cuando debería ser menor”, explica. Aubert comenzó a participar aquí en 2012, cuando su colega Adam Brumm, que estaba trabajando con los arqueólogos indonesios en las pinturas, observó los depósitos de calcita sobre las pinturas. Juntos, invitaron a Aubert a “venir y echar un vistazo”.
Nuestra propia aventura comenzó en Macassar, en la atracción turística local: el Fuerte Rotterdam de la época colonial holandesa, que alberga el Balai Pelestarian Cagar Budaya Makassar (Centro para la Preservación del Legado Cultural de Macassar). La llovizna moja las palmas de coco y las paredes amarillas del fuerte, con sus marcos de puertas y ventanas rojos. Nuestro guía e intérprete, el arqueólogo Mubarak Andi Pampang, nos recibe y nos guía por las viejas escaleras de granito hasta las oficinas de Muhammad Ramli, segundo jefe del Centro. Nos saluda cálidamente, sentado en su escritorio bajo el escudo de armas de Indonesia, y nos invita con café. Muy entusiasmado por el viaje, se coloca un sombrero conocido para los fanáticos de una famosa película de Hollywood protagonizada por Harrison Ford. Lo llamamos “Indonesia Jones”. Sonríe y nos acompaña hasta la salida.
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DIBUJO: LESLIE REFINE, GRAPH & CO / CORTESÍA DE MAXIME AUBERT |
Junto al estarcido de manos más antiguo conocido se encuentra este dibujo, ya desvanecido, de un babirusa (“puerco-ciervo”) (arriba), que según la datación de Aubert posee 35.400 años de antigüedad, aproximadamente el mismo tiempo que el arte rupestre figurativo en Europa Occidental. El dibujo del arqueólogo que aparece arriba muestra el babirusa, el estarcido de manos, áreas descascaradas (exfoliadas) y decenas de acumulaciones de calcita en forma de puntos, conocidas como “palomitas de maíz” o, por su nombre científico, espeleotemas coraloides. |
Las charlas en el auto por la transitada ruta norte hacia Maros son de una curiosidad infinita. ¿Todavía se encuentran pinturas que anteriormente no habían sido descubiertas? "Sí", dice Pampang. "Alentamos a los lugareños a que informen nuevos hallazgos para que luego los arqueólogos estatales los investiguen". “Le damos todo el crédito a quienes realizan los descubrimientos, los honramos cada año y con frecuencia les ofrecemos trabajo en tareas de mantenimiento y seguridad del sitio”, explica. “Nos aseguramos de que comprendan que se trata de su propio patrimonio”.
De pronto las formaciones de karst de piedra caliza dominan el paisaje. Conducimos por una llanura que consta en su mayoría de campos de arroz, pero a unos pocos kilómetros estos grupos de colinas empinadas de piedra caliza emergen abruptamente de su cubierta verde como rodajas de pan gigantes de 200 a 300 metros de altura. Se trata de las formaciones que se han convertido en galerías de arte. Con un área total de alrededor de 450 kilómetros cuadrados, son paralelos a la costa sudoeste de Sulawesi y fueron esculpidos durante eones por los ríos que se drenaban en su interior. Se han registrado al menos 90 galerías de arte rupestre, y Ramli reconoce que todavía quedan muchas más.
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En la profundidad del interior de Leang Sakapao, el arqueólogo Ramli señala una pintura —única hasta el momento— que muestra una pareja de babirusas apareándose con huellas de manos a su alrededor. |
Llegamos al Parque Prehistórico de Leang-Leang, al pie de las colinas, donde el Centro cuenta con decenas de equipos al cuidado de las cuevas, y también realizan excavaciones. El parque posee asombrosas esculturas naturales de piedra caliza esparcidas por el lugar. Algunas de ellas se adaptarían muy bien a una exhibición de Henry Moore. Un río angosto y mariposas de color amarillo, azul y marrón completan la imagen; Sulawesi es conocida por su diversidad de especies de mariposas. Aquí pasaremos las próximas cuatro noches: dormiremos en el piso de la única habitación de la casa de huéspedes de los arqueólogos, construida en madera sobre pilotes.
Sin querer perder un preciado minuto, Pampang y Ramli nos llevan a ver las primeras pinturas en Leang Pettakere, dentro del parque, antes de almorzar. Pampang explica que “Leang” en indonesio significa literalmente “agujero”, pero que el término también puede significar “cueva”. Debemos realizar una ardua caminata por la selva tropical y escalar un corto tramo con la humedad agobiante del sur de Sulawesi hasta la entrada de la cueva. Como muchas de las que encontraremos, su entrada es enorme y está enmarcada con protuberancias verticales de piedra caliza en forma de pierna gracias a milenios de erosión, con vides enroscadas como tantos otros adornos de art nouveau. El cuasi silencio de las cuevas se ve interrumpido solo por el goteo constante del agua. El arte aparece casi al instante: vemos las primeras imágenes del babirusa o “puerco-ciervo”, animal autóctono de Sulawesi que se cazaba por su carne, aunque hoy se encuentra en la lista de animales en extinción. Ramli señala un intento temprano de restauración de la pintura. “El centro Balai Pelestarian Cagar Budaya Makassar intentó conservar los dibujos mejorando la línea de pintura, como vemos aquí”, dice, pero agrega que esta se está desvaneciendo rápidamente.
Estas imágenes de animales de Sulawesi y las que veremos los días siguientes comparten muchas características con las de las cuevas conocidas en Europa Occidental. El experto mundial David Lewis-Williams, profesor emérito y mentor sénior en el Instituto de Investigación sobre Arte Rupestre de la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo, ha observado, estudiado y escrito sobre las pinturas europeas desde la década de 1960. “A veces están superpuestas con otras” escribe. “Muchas veces están yuxtapuestas sin tener en cuenta el tamaño relativo. Muchas están fragmentadas, y la cabeza es la parte más dibujada de los animales”. Las imágenes están orientadas en direcciones distintas y no hay representaciones del suelo. No siempre hay dibujos de pezuñas y otras partes, pero cuando aparecen, cuelgan libremente en lugar de estar paradas en un suelo imaginario. Además, “las imágenes no presentan contexto, como árboles, pasto o alrededores”. Extraordinariamente, vemos que estas observaciones también se aplican a las pinturas de Sulawesi.
Los estarcidos de manos también son comunes en casi todas las cuevas. En cuanto a los estarcidos de manos del sudoeste de Europa, Lewis-Williams dice que la interpretación es complicada: pintar imágenes era un ritual, según asegura. “Debemos reconocer que las cuevas son pasajes a un terreno subterráneo espiritual” dice, y agrega que eran “velos” entre los mundos. “La intención de colocar la mano en el velo no era en principio dibujarla (al estilo ‘yo estuve aquí’), sino entrar en contacto con el reino espiritual y su poder. La pintura usada en la mano era probablemente un ‘solvente’, una sustancia potente que facilitaba la penetración en el velo”.
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Este bote con dos personas que aparece en las imágenes de Maros-Pangkep, en una pared de Bulu Sipong, es también inusual. Una persona parece estar pescando con una lanza mientras la otra empuja o rema la embarcación. |
Ramli señala que aquí “algunos tienen dedos incompletos, solo tres o cuatro, algunos solo las palmas y otros el brazo”. También se pueden ver imágenes similares de dedos incompletos en los estarcidos de manos en el oeste de Europa y Australia. Se han desarrollado teorías encontradas sobre su significado: desde que los dedos se doblaban en una especie de lenguaje de señas hasta que eran mutilados, y hasta se alegaban causas naturales como la gangrena. “Algunas interpretaciones de investigadores anteriores han hecho comparaciones con las culturas de papúes y aborígenes, que se cortaban el dedo [por completo] si estaban de luto”, agrega Ramli.
Por el lado práctico, el especialista francés en arte prehistórico Michel Lorblanchet realizó algunos experimentos a principios de 1990 en una cueva en Francia. Replicó la técnica de “pintura escupida” y roció pintura con la boca a una distancia de entre 7 y 10 centímetros (2 a 4 pulgadas) de la pared de la cueva, y logró varios duplicados de las manos con bastante precisión.
No se sabe si la práctica era continua, pero existe una tradición de pintar estarcidos de manos aún hoy en día entre los grupos étnicos del sudoeste de Sulawesi, los Bugis. Cuando una familia construye una casa, antes de mudarse el cabeza de familia coloca la mano en una mezcla de polvo de nuez (o arroz) y luego la presiona sobre las vigas principales de la estructura durante una ceremonia llevada a cabo por un maestro de ceremonias especialmente elegido. Se cree que este acto les trae buena suerte a los nuevos residentes.
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Arriba: Ramli y Pampang interpretan que esta pintura es la imagen de una mujer de cabello en puntas que arrastra una anoa enlazada (un animal bastante similar al búfalo de agua). Arriba: En la entrada de Leang Sakapao, el equipo de la expedición se detiene a tomar café y comer un refrigerio. |
A continuación, caminamos por senderos de césped elevados cerca de campos de arroz y en ocasiones granjas de ganado hacia Leang Burung 2, cuya larga historia de excavaciones se extiende desde 1970 hasta 2012. La mayoría de los nombres de las cuevas los deciden los lugareños según lo primero que ven cuando las descubren: “Burung” significa “pájaro”, y Pampang nos cuenta que las golondrinas solían anidar este lugar. Este lugar no es una cueva, sino que se encuentra al pie de la colina, sobre una cueva con pinturas. La excavación de cuatro décadas llegó hasta seis metros por debajo de la superficie antes de inundarse, y les brindó a los arqueólogos uno de los registros más continuos sobre la fabricación humana de herramientas y cubiertos hace 35.000 años: la evidencia de humanos modernos más antigua en Sulawesi hasta el momento. (Otros sitios en Java poseen evidencias de hace 45.000 años).
Un lugar similar cercano, Leang Burung 1, muestra cuán rápido se están desvaneciendo muchas de las imágenes desde que se quitaron los árboles de la entrada, ya que ingresa más luz solar y dióxido de carbono.
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Ramli muele ocre, que sigue siendo común en el área, y muestra el primer paso para hacer el pigmento usado en muchos de los dibujos. |
Ver cuatro cuevas el primer día fue un comienzo inspirador. Al volver al campamento base, el equipo de servicio de comidas de arqueología local nos sirvió la cena: arroz, pescado y una sopa que los occidentales llamarían rabo de toro, pero aquí se trata de la conocida sop buntut indonesia.
El amanecer del segundo día nos trae un desvío cultural. Syarifuddin, un Bugis del lugar, nos invita a su casa a ver las huellas de las manos realizadas en la ceremonia hace cuatro años. Nos recibe junto a su esposa, Mirnawati, y su hijo, Mohammed Dirgah. En efecto, aunque desvanecidas, las huellas de sus manos adornan las seis vigas verticales de la casa.
Ahora volvamos a las cuevas. Caminamos lentamente por terraplenes alrededor de más campos de arroz, y de tanto en tanto se nos hunden los pies hasta el tobillo en el barro mientras nos acercamos al karst. Pampang dice que es un área de aguas bajas y no siempre se puede acceder a ella en temporada de lluvias, por lo que tenemos suerte de poder llegar a Leang Jing (“Cueva del mal”). En un ambiente pedregoso, subimos con botas blandas y húmedas por escaleras de bambú tambaleantes, cuyos escalones están dos veces más apartados que en una escalera cómoda habitual.
Pero una vez que llegamos al interior, fresco y sombrío, queda claro que la dura experiencia vale la pena. Estamos frente a un tapiz auténtico sobre la vida de caza y pesca en la antigüedad. Apuntamos las linternas de mano y de cabeza hacia todas las imágenes: desde un pelícano observando un pez hasta la figura de una mujer con cabellos en punta arrastrando una anoa enlazada (un animal bastante similar a un búfalo de agua en miniatura, también endémico en Indonesia). Hoy en día la anoa casi no se ve, y Pampang nos explica que ahora es una especie protegida. El cuello del pelícano está encorvado con gracia, y el pez que está observando deja ver una cola y un cuerpo perfectamente formados. Aquí hay más que animales: vemos uno de los pocos ejemplos indonesios de un estarcido de un pie.
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De izquierda a derecha: una tortuga pintada con rayas cruzadas en el caparazón, la cabeza, la cola y las aletas/patas en Leang Bulu Balang; dos peces que parecen estar nadando en una laguna pequeña en la pared frontal de Leang Lasitae. “Estas son especies oceánicas, mientras que las pinturas en la cueva Jing son peces de agua dulce”, destaca Pampang. Una pintura figurativa pequeña en Leang Jarie muestra una persona. |
Para nosotros, las imágenes parecen estar muy bien conservadas, pero Ramli nos cuenta que cuando las vio por primera vez en 1980 había muchas más imágenes, y eran más nítidas. Las cantidades crecientes de calcita están borrando muchas de las pictografías. Nos muestra el lugar donde el equipo de Aubert extrajo una muestra con una sierra pequeña de hoja diamantada; la muestra arrojó una antigüedad de 25.000 años.
Cerca de Leang Jarie (“Cueva de manos”) obtuvo su nombre porque cuando fue descubierta estaba casi llena de huellas y estarcidos de manos. En la actualidad, como la mayoría de las otras cuevas, está casi tapada de intrusiones de calcita y pocas están descubiertas. Ramli cree que una de las causas de las intrusiones en las cuevas es el aumento del nivel de dióxido de carbono en la atmósfera, que reacciona con la piedra caliza y forma nuevos depósitos de calcita en las superficies.
Luego está Leang Timpuseng, la cueva que tal vez de todas sea la única por la que viajamos tan lejos para verla: aquí es donde Aubert dató la pintura de mano más antigua del mundo. Ramli nos muestra el estarcido y el pequeño lugar donde se tomó la muestra, casi de forma quirúrgica. Están las capas precisas de forma transversal: la capa de calcita sobre la pintura, la finísima capa de pintura rojiza y la piedra caliza por debajo. Miramos con admiración la muestra precisa que convirtió el lugar en “punto cero”, donde se puso en marcha una revolución teórica. Y la mano no es todo: se supo que una muestra tomada de la imagen del babirusa tiene 35.400 años, lo que la convierte en una de las imágenes de un animal más antiguas del mundo.
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Este ciempiés (izquierda) en Bulu Sipong muestra cómo el artista usó la forma natural de la piedra para destacar el aspecto del sujeto, una técnica común en las imágenes de las cuevas europeas, pero no tanto en Sulawesi. Derecha: Esta imagen desvanecida muestra un pelícano con el cuello encorvado mirando un pez. |
El tercer día nos dirigimos hacia el norte y caminamos 30 minutos por senderos en campos de arroz hasta Leang Lasitae. En la parte superior del frente de la cueva hay dos peces, cruzados en ángulos rectos, y por dentro hay muchas imágenes excelentes de peces. Pampang nos explica que las imágenes marinas reflejan principalmente el posible recurso principal: el océano, que hoy en día está a dos kilómetros de distancia, pero en ese momento podría haber estado más cerca. “Estas son especies oceánicas, mientras que las pinturas en la cueva Jing son peces de agua dulce”, destaca. Las formas son tan precisas que se pueden inferir las especies, agrega.
Desde allí, caminamos un poco más hasta Leang Bulu Balang, que también mira hacia el agua. Aquí es donde vemos las primeras imágenes de las tortugas. Dos pinturas de tortugas tienen rayas cruzadas en el caparazón, cabezas definidas, colas y aletas. También nos cuentan que esos animales están en peligro de extinción.
Seguimos viaje y Pampang nos promete algo único para la próxima cueva. Luego de la caminata más húmeda de todas por campos de arroz inundados que de nuevo hacen que nos embarren las botas, y después de una subida empinada por los restos de piedra caliza, Leang Sakapao no nos decepciona. Una pintura en un techo bajo, de no más de un metro de altura, nos obliga a recostarnos para verla: se trata de una imagen realista de una pareja de babirusas apareándose. Ramli se recuesta sobre el polvo de la cueva y señala los detalles. “Como podemos ver, hay un puerco-ciervo macho y la otra es una hembra”. No conoce otra pintura de babirusas apareándose. De hecho, tales apareamientos son muy raros aún en las cuevas europeas.
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Una mantarraya pintada en Bulu Sipong. |
El último día llegamos a la cueva de Bulu Sipong luego de viajar una hora por una autopista transitada, media hora por un canal tierra adentro en un bote pesquero tradicional, largo y angosto, con un motor monocilíndrico, y luego de 20 minutos de escalar y arrastrarnos por la cueva. Aquí también nos espera una vista nueva, una técnica común en las imágenes de Europa Occidental pero no tanto en Sulawesi: el uso de la forma natural de la piedra para destacar las imágenes del sujeto, como una especie de bajorrelieve. Vemos el método usado para ilustrar un ciempiés en un levantamiento lineal natural de carbonato de calcio, que se usó como el cuerpo de la criatura. También hay una imagen poco común de un bote y dos personas en él, ilustrada tanto de perfil como desde arriba. Una de las personas parece estar pescando con una lanza y la otra empujando o remando la embarcación. Estas imágenes de la embarcación serían ideales para realizar una datación, dice Ramli, pero lamentablemente no poseen suficiente calcita sobre ellas. Otra vista poco común es el dibujo de una mantarraya.
En una entrevista posterior en Macassar, Hakim explica por qué vimos tanta vida salvaje en las cuevas. “Siempre relacionamos la pintura con una ceremonia un tanto mágica, sagrada, como una esperanza u oración para que la caza tenga un buen resultado”, dice. También era una forma de describir su entorno, continúa.
Durante los últimos cuatro días, parece como si además de ver las pinturas les hubiéramos dado un vistazo a las mentes de la prehistoria, esas que recién ahora reconocemos que ponen a Sulawesi en el panorama global de la evolución temprana del arte. Pero como todas las teorías nuevas, esta también necesitará tiempo para cristalizarse, y solo después de realizar muchas más investigaciones y proyectos de datación para que se acepte de forma completa e indiscutible.
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Una saliente en el empinado camino ascendente hacia Leang Sakapao brinda una vista impactante de las colinas aledañas, bloqueadas en parte por un pilar de piedra caliza con forma de tronco. El aumento de la población y la actividad humana en la región está cambiando el equilibrio de dióxido de carbono, humedad y otras condiciones ambientales que han preservado las pinturas por tanto tiempo, lo hace urgente el trabajo de datación y conservación natural. |
Hakim intuye que todavía falta mucho más arte rupestre por descubrir y datar. Considera a la antigua Sulawesi como uno de los crisoles geográficos de las primeras migraciones de humanos modernos. Por ejemplo, “Kalimantan [Borneo] fue un puente hacia Sulawesi”, dice. Y agrega que por eso es un área nueva excelente para realizar pruebas.
Aubert está de acuerdo. Dice que planea más dataciones de arte rupestre en Sulawesi y que se encuentra trabajando con pinturas encontradas en Kalimantan. Al determinar las edades de más piezas de arte rupestre del sudeste asiático, brindará un contexto a las obras de Sulawesi.
Pero el tiempo también es fundamental en un sentido más urgente. Como vimos durante los cuatro días de visita en las cuevas, las pinturas de Sulawesi se encuentran en peligro ambiental. Se están desvaneciendo rápidamente. De regreso en las oficinas de Macassar, nos sentamos en la biblioteca del Centro con Iwan Sumantri, profesor de arqueología en la Universidad Hasanuddin de la ciudad, que está preocupado. “Estoy muy preocupado, como arqueólogo y como investigador, en cuanto a la minería que se practica alrededor de las cuevas prehistóricas en Maros-Pangkep”, expresa. “Además, me preocupa la forma en que los lugareños amenazan la preservación de las cuevas, como cuando queman tallos de arroz a su alrededor, ya que esto deteriora más rápido las pinturas en las rocas”.
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Un grupo de adolescentes pasea por un camino en el parque prehistórico de Leang-Leang, donde el arte rupestre está bien documentado. Sin embargo, la mayor parte de las 127 cuevas conocidas se encuentra fuera de los límites del parque y, hasta ahora, solo 90 han sido inspeccionadas. Abajo, derecha: En un intento de replicar una práctica que comenzó hace 40.000 años, Syarifuddin, residente de una aldea cercana al parque, muestra las huellas de manos ceremoniales desvanecidas que realizó hace cuatro años en las maderas de su casa para atraer buena suerte, según la tradición. |
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Con la nueva datación, la conservación se ha vuelto urgente. Sumantri dice que el primer paso para la preservación es la documentación y que ya se han registrado alrededor de 90 de las 127 cuevas que poseen arte. Además, propone un programa público de concientización e información, seguido de reglas y restricciones. “La conservación física se puede realizar, por ejemplo, para hacer que las pinturas duren más mediante la búsqueda de los materiales relacionados con otras pinturas de arte rupestre”. También agrega que las barreras físicas, como rejas en algunos de los sitios más importantes, ayudarán a reducir el vandalismo.
Después de todo, se trata de lugares con importancia a nivel mundial. “Tiene implicaciones no solo para nuestra comprensión del arte rupestre en el sudeste asiático y Europa, sino también en Australia,” escriben Paul Taon y sus colaboradores de la Universidad Griffith en un artículo de 2014 para Antiquity llamado “Implicaciones mundiales del arte rupestre temprano que sobrevivió en el gran sudeste asiático”. Agrega: “Por ejemplo, en Kakadu-Arnhem Land y otras partes del norte de Australia, el arte rupestre más antiguo que aún queda consiste de estarcidos y animales de apariencia natural. Esto abre la posibilidad de que la práctica de realizar este tipo de diseños se haya introducido en Australia en el momento de la colonización inicial, pero también es posible que haya sido inventada de forma independiente o que haya resultado de formas hasta ahora desconocidas de contacto cultural. Las tres posibilidades son igual de interesantes”.
Para responder estas preguntas, Alistair Pike dice que las nuevas áreas de investigación deben incluir lugares como la península arábiga, donde ya se están realizando investigaciones nuevas, India y todas las rutas de migración de la costa.
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Los arqueólogos Ramli, Pampang y su equipo se alejan en bote luego de pasar cuatro días en las cuevas, pasando por aldeas y a menudo hablando con los residentes por el camino. Las relaciones locales, dice Pampang, son clave para lograr una conservación exitosa. “Nos aseguramos de que comprendan que se trata de su propio patrimonio”, dice. |
Son las fechas halladas en Sulawesi las que han puesto todo en marcha. “Las nuevas fechas abren un nuevo capítulo en la historia de la creatividad humana”, dice Aubert. “Muestran que al mismo tiempo, en partes opuestas del mundo, hace 40.000 años nuestra especie pintaba en los techos y paredes de las cuevas. Esto sugiere un origen más profundo de la creatividad humana, tal vez en África, y refuerza la idea de que nuestra especie es especial, que el arte nos hizo humanos”.
Esto es particularmente gratificante en Indonesia, dice Hakim. “Todo este tiempo se creyó que Europa contaba con las pinturas de arte rupestre más antiguas. Ahora, la más antigua se encuentra en Maros, y estoy realmente orgulloso de eso”, concluye.
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El escritor Graham Chandler (www.grahamchandler.ca) se especializa en temas como arqueología, aviación y energía. Obtuvo un doctorado en arqueología en la Universidad de Londres y vive en Calgary, Alberta. |
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Meridith Kohut (meridith.kohut@gmail.com; @meridithkohut) es productora de noticias, artículos, y fotos y videos periodísticos en toda América Latina para numerosas publicaciones internacionales desde el año 2008. Se graduó en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Texas, y actualmente vive en Caracas, Venezuela. |