Volumen 65, Número 6noviembre/diciembre 2014

In This Issue

Jordania, mucho antes que Petra - Por Gail Simmons // Fotografía por George Azar
Al contemplar el sitio del Neolítico de casi 12.000 años de antigüedad en el sur de Jordania llamado WF16, resulta difícil concebir cómo las personas que vivían allí —algunas en chozas parcialmente subterráneas como esta que ha sido reconstruida— podrían haber jugado un papel fundamental en la revolución agrícola.

Es el fin de la tarde en el wadi Faynan (o uadi, curso seco de agua) Faynan, un valle árido de un afluente que se abre hacia el wadi Araba, el largo y amplio segmento del Gran Valle del Rift que comunica el Mar Muerto al norte con el golfo de Aqaba al sur. Estoy acuclillada dentro de una choza ovalada, la cual en su mayor parte es subterránea. Es un lugar confortable, un refugio de la lluvia, el sol y el frío, aunque si se agregaran unas cuantas personas, enseguida se sentiría como un espacio demasiado reducido. Su techo es de ramas cubiertas de lodo. A través de aberturas que parecen ventanas, cerca del bajo techo, puedo ver cómo el sol comienza a descender detrás de la aserrada silueta de las montañas Sharah circundantes y deja un rastro de color rosa y albaricoque en el cielo. 

A fuera solo oigo el viento y el piar de las aves, mas en mi imaginación puedo remontarme a casi 12.000 años atrás, cuando esta era una comunidad pequeña pero próspera, lo más probable que la ocuparan durante algunas épocas del año. En aquel entonces se habrían escuchado voces, personas llamándose entre sí, las pisadas de los niños correteando por allí; quizás el rasgueo de las piedras contra los huesos mientras se limpiaban las carcasas de los animales; y —más significativo para los arqueólogos de hoy— el ruido sordo y los rasguños de las masas contra los morteros mientras se molían los cereales para convertirlos en una harina áspera. 

No es sólo mi imaginación la que ha conjurado esta escena. En este sitio, uno de los pocos identificados hasta la fecha en el suroeste asiático, los arqueólogos tienen pruebas de lo que probablemente fueron los primeros experimentos de la convivencia comunal y su agricultura. Los descubrimientos de restos de plantas indican que las gentes del Neolítico (“Nueva Edad de Piedra”) se reunían y procesaban la cebada y luego tal vez comenzaron a esparcir sus semillas, a cultivarlas y a cosecharlas, una práctica que con el tiempo domesticó la planta y transformó la historia. 

El paisaje cerca de mi refugio está tapizado de piedras talladas —los remanentes de las herramientas manuales de los antiguos habitantes— así como de montículos de piedra ahuecada que se usaban para pulverizar laboriosamente los granos por puñados. A unos metros de distancia se encuentran los montículos y contornos que delatan por lo menos 30 estructuras redondas que pudieron haber sido edificios de acopio, con pisos por arriba del suelo y con varias cámaras, como ésta en donde me siento ahora.

Los restos excavados de las estructuras de los muros de piedra que se remontan a 8500-6250 a.e.c. —antes del desarrollo de la alfarería— se encuentran a lo largo del wadi Ghuwayr, a unos 15 minutos caminando cuesta arriba del sitio más antiguo de WF16. Estos muestran una evolución arquitectónica de las paredes de lodo del WF16 y en este lugar los arqueólogos también han descubierto pruebas del cultivo de cereales.
Los restos excavados de las estructuras de los muros de piedra que se remontan a 8500-6250 a.e.c. —antes del desarrollo de la alfarería— se encuentran a lo largo del wadi Ghuwayr, a unos 15 minutos caminando cuesta arriba del sitio más antiguo de WF16. Estos muestran una evolución arquitectónica de las paredes de lodo del WF16 y en este lugar los arqueólogos también han descubierto pruebas del cultivo de cereales.

A pesar de que los análisis de radiocarbono de los depósitos del carbón sugiere que este lugar estuvo habitado por primera vez hace más de 100 siglos, mi choza es una réplica: la construyeron hace unos años en el sitio de una hectárea (2 acres) que los arqueólogos vienen excavando de forma intermitente en los últimos 20 años.

Ahora comienza a oscurecer afuera. Me llama Mohammed Defallah, un pastor local beduino de cabras que se volvió guía turístico. Salgo de mi refugio y de mi ensueño. Él me trajo desde el pueblo cercano de Faynan. Más temprano, me había cocinado un poco de pan para el almuerzo: mezcló una bola de harina con agua, luego la amasó y formó un pan perfectamente plano sobre un antiguo mortero de piedra que encontró cerca de aquí. Una vez que barrió las brasas de acacia a un costado, colocó la masa bajo arena abrasante y unos minutos después tuve el pan más recién horneado que he probado en toda mi vida. Lo que me impactó fue que acababa de presenciar una escena que tal vez no ha cambiado casi nada desde la primera vez que alguien horneó pan en este mismo lugar hace miles de años.

Este sitio en Faynan es apenas uno de las docenas de asentamientos del Neolítico descubiertos en la parte sur del Levante. Pero se demuestra ser uno de los más significativos. Faynan presenta evidencia de que el gran cambio de la caza y la recolección al cultivo de la tierra —la “revolución agrícola”— tuvo lugar no solo en toda la región sino también mucho más al sur de lo que antes se creía y aporta indicios de cómo ocurrió esta novedad.

Con fecha de 10.000 y 8500 años a.e.c., Faynan es uno de los sitios más antiguos del Neolítico que se han descubierto en todo el Medio Oriente, lo que a su vez significa que “es uno de los más antiguos del mundo”, afirma Steven Mithen, arqueólogo de la Universidad de Reading, Reino Unido. Experto en los orígenes y la difusión de la agricultura, Mithen visitó Faynan por primera vez en 1996 y ha estado trabajando aquí desde 1997 junto con Bill Finlayson, director regional del Consejo para la Investigación Británica en el Levante (CBRL) de Londres, y Mohammed Najjar, antiguo director de excavaciones del Departamento de Antigüedades de Jordania. “Es un sitio muy bien conservado, tal vez lo usaban personas que sólo estaban experimentando con el cultivo de plantas”, señala Mithen.

En el año 2010, el equipo que trabajaba en WF16 desenterró los restos de lo que hoy es el descubrimiento más sorprendente del wadi Faynan: un edificio parecido a un anfiteatro que se remonta al año 9700 a.e.c., antes de que se conociera la agricultura. Esto puso en cuestión la hipótesis de que la agricultura trajo consigo una mayor organización social: ¿Acaso fue a la inversa? La estructura se ha cubierto para protegerla de la intemperie hasta que se pueda estudiar mejor. 
Bill Finlayson/proyecto wadi faynan
En el año 2010, el equipo que trabajaba en WF16 desenterró los restos de lo que hoy es el descubrimiento más sorprendente del wadi Faynan: un edificio parecido a un anfiteatro que se remonta al año 9700 a.e.c., antes de que se conociera la agricultura. Esto puso en cuestión la hipótesis de que la agricultura trajo consigo una mayor organización social: ¿Acaso fue a la inversa? La estructura se ha cubierto para protegerla de la intemperie hasta que se pueda estudiar mejor. 

Aparte de esto, un descubrimiento en particular hace que Faynan sea aún más importante: En el año 2010, el equipo arqueológico, que incluyó estudiantes universitarios y beduinos locales, desenterraron, para su sorpresa, una estructura parecida a un anfiteatro de 22 por 19 metros (70 x 61 pies), es decir, casi dos canchas de tenis. Se remonta a casi 9700 años a.e.c. —antes de cualquier agricultura conocida. Es la construcción de mayor tamaño conocida de esa era. 

Un banco de un metro de ancho recorre casi la mitad de su circunferencia, decorado con motivos ondulados como los que se encuentran en los artefactos de roca del sitio y parcialmente respaldado con otra hilera de asientos. Un canal de 1,2 metros (4 pies) de profundidad lo recorre a lo largo, flanqueado en un extremo por dos plataformas de piedra que contienen morteros moldeados en forma de copa. A poca distancia, los arqueólogos descubrieron piezas rotas de cuencos de piedra. También hay excavaciones en el suelo probablemente sostenían pilares madera.

“No entendemos si [la estructura] se usaba para una actividad funcional, como moler granos, o para algún fin ceremonial, como festejos o sacrificios”, comenta Mithen. “Sin embargo, lo que realmente llama la atención es su edad, que representa el periodo más temprano del Neolítico”. Aunque ahora se ha vuelto a cubrir para protegerlo de los elementos, el edificio sigue siendo discernible por las depresiones justo debajo de la superficie del suelo donde estoy parada.

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Esta representación artística de las casas de piedra redondas en el wadi Faynan en el apogeo del Neolítico aparece en un cartel en el sitio.

“Cuando vine por primera vez esperando encontrar un sitio prehistórico, idealmente del periodo Neolítico, otros arqueólogos nos decían que no era posible”, recuerda Mithen. “Afirmaban que esta región del Levante, en el extremo más al sur del Creciente Fértil, estaba retrasada. Argumentaban que todo sucedía en las tierras mediterráneas del otro lado del Valle del Jordán, cerca de Jericó, o a cientos de kilómetros al norte de Turquía, donde se acababa de descubrir Göbeklı Tepe”, relata.

Jericó y Göbeklı Tepe son dos de los sitios más importantes previamente conocidos del Neolítico temprano en toda la región. Jericó, 125 kilómetros (75 millas) al norte de Faynan en Cisjordania, fue excavado por primera vez en la década de 1950 por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon. Allí se descubrió una torre de 8,5 metros (28 pies), una enorme pared de piedra y numerosas estructuras redondas parecidas a las que hoy se conocen en el wadi Faynan. Göbeklı Tepe, al sureste de Turquía, es único por sus pilares de roca rectangulares, decorados con cuidado —algunos se erigen unos tres metros (10 pies)— excavados a comienzos de la década de 1990 por el arqueólogo alemán fallecido Klaus Schmidt.

“Lo que vemos hoy es que en el Levante, el desarrollo humano no estaba ocurriendo en solo un lugar”, explica Mithen. “Había desarrollos contemporáneos en muchos sitios distintos”, indica.

Adelfas rosas rodean el pequeño surco de agua del wadi Faynan, que hoy corre mucho más seco que durante el Neolítico y en épocas anteriores. Los descubrimientos en las inmediaciones presentan rastros humanos que datan de millones de años, casi sin interrupción.
Adelfas rosas rodean el pequeño surco de agua del wadi Faynan, que hoy corre mucho más seco que durante el Neolítico y en épocas anteriores. Los descubrimientos en las inmediaciones presentan rastros humanos que datan de millones de años, casi sin interrupción.

El sitio de principios del Neolítico en el wadi Faynan lleva hoy el prosaico nombre de WF16, para distinguirlo por número de otros sitios cercanos que juntos, a lo largo de este cauce prácticamente seco, abarcan un millón de años de registros humanos. Comienza con el descubrimiento de hachas del Paleolítico inferior (“etapa inicial de la Edad de Piedra”) y muestra un avance casi constante hasta el presente. 

Medio kilómetro (1/3 millas) hacia el este de WF16, en la entrada hacia el wadi Ghuwayr, hay un sitio que se remonta a 8500-6250 años a.e.c., un período Neolítico posterior, antes del desarrollo de la alfarería. A cinco kilómetros (3 millas) bajando por el wadi Faynan, un enorme tell, o montículo que fue un lugar de habitación, muestra signos tanto de agricultura como de minería y fundido de cobre. Tiene unos 5500 años de antigüedad, cerca del comienzo de la Edad de Bronce.

Además están los sitios romanos, bizantinos e islámicos: Faynan era la mayor mina de cobre del Imperio Romano, luego, durante la era bizantina, era conocida como Faeno, sede de la diócesis de Palaestina Tertia. Las ruinas islámicas incluyen un caravasar de la época de los mamelucos. Esto inmenso periodo de tiempo induce a los arqueólogos que trabajan en el wadi Faynan a sostener que pocos lugares en el mundo, si es que los hay, pueden alegar un registro tan largo de una continua actividad humana.

Una calandria del desierto se posa sobre una piedra en el wadi Faynan, donde la vida en comunidad podría haber puesto en movimiento los primeros pasos hacia la domesticación de las plantas silvestres, y la civilización tal como la conocemos. 
Una calandria del desierto se posa sobre una piedra en el wadi Faynan, donde la vida en comunidad podría haber puesto en movimiento los primeros pasos hacia la domesticación de las plantas silvestres, y la civilización tal como la conocemos. 

Pero es WF16, con su misterioso antiguo anfiteatro y las preguntas que genera sobre la historia del desarrollo de la humanidad, lo que entusiasma a expertos en el Neolítico como Mithen. “Es posible que no luzca tan espectacular como Göbeklı Tepe”, me dice, explicándome que las excavaciones en WF16 “podrían haber sostenido postes de totems [de madera] que no sobrevivieron”, o tal vez sostuvieron un techo. “Si alguna vez hubo un techo sobre esa estructura, debió haber sido uno muy espectacular”, señala.

Cualquiera que fuera el propósito del edificio, era aparentemente un punto central para la comunidad. Los arqueólogos siguen sin saber cuán sedentarios eran realmente los pueblos que se reunían allí: Podrían haberse reunido apenas en ciertas épocas del año, posiblemente para procesar la cosecha de plantas silvestres o para celebrarla. Además, como la estructura es anterior a la época de la agricultura, que comenzó alrededor del año 8000 a.e.c., unos 10.000 años atrás, se plantea una pregunta contundente acerca del desarrollo social humano: ¿Sería la reunión para una actividad comunal la que ayudó al pueblo a lanzar la agricultura? Hasta la fecha, los arqueólogos por lo general asumen que esto fue a la inversa: El surgimiento de la agricultura facilitó la convivencia en comunidad y sedentaria. Por otro lado, tal vez no fue así. 

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Antes del descubrimiento de WF16 a mediados de la década de 1990, Beidha era el sitio Neolítico mejor conocido de Jordania. Se encuentra sobre la ruta de la Huella de la Herencia Neolítica, al sur del wadi Faynan y apenas a unos pocos kilómetros de Petra, la monumental ciudad reconocida mundialmente de mercaderes nabateos, construida cerca del comienzo del cuarto siglo a.e.c.

La hipótesis de que WF16 era un sitio de reunión temporal y no permanente cuenta con el respaldo de Gary Rollefson, arqueólogo de Whitman College, en el estado de Washington, que trabaja en los proyectos del Neolítico en el desierto occidental de Jordania desde hace muchos años. WF16 parece ser un lugar donde se llevaron a cabo “actividades sociales temporales, centradas alrededor de una posible cosecha y caza”, explica. Los matrimonios, los intercambios de regalos y el trabajo comunitario en esas mismas épocas podrían haber fomentado “la identidad social y la solidaridad”. Esto podría haber sido de utilidad para organizar las primeras siembras y cosechas. 

En Göbeklı Tepe han surgido preguntas semejantes acerca del propósito, aunque no se han encontrado estructuras aparentes de almacenamiento o talleres. “Göbeklı Tepe no es tan representativo del mundo Neolítico ‘normal’ como un lugar parecido a Faynan”, dice Mithen, quien agrega que los restos arquitectónicos de Faynan están fechados con más precisión y están mejor conservados que los de Jericó.

Mapa de la Huella de la Herencia Neolítica

WF16 también se encuentra hoy dentro de los sitios del Neolítico más accesibles de la región. Jerf el-Ahmar, al norte de Siria, desapareció en 1999 bajo las aguas retenidas por la presa Tishrin, dice Finlayson, quien descubrió WF16 y ha pasado muchas temporadas trabajando en el sur de Jordania. Explica que las convulsiones políticas han restringido el acceso al norte de Iraq y, desde la revolución de 1979, es difícil tener acceso a los sitios en Irán excavados en las décadas de 1950 y 1960.

En el wadi Faynan, también el clima ha favorecido su conservación. Ubicado en el extremo sur de una zona en la que los cereales podían crecer silvestres, siempre fue un lugar marginal sujeto a un desarrollo agrícola y urbano menos intenso que las zonas mejor irrigadas con agua al norte y al oeste, actividades que tienden a degradar y a borrar los delicados vestigios neolíticos. 

Parándome sobre un montículo en WF16 el día de hoy, es difícil imaginar cómo este terreno sin agua y repleto de rocas, pudo haber resistido una otrora modesta comunidad que resultó estar a la vanguardia de una revolución agrícola. Por otro lado, el clima era más húmedo y tanto los cazadores-recolectores como los primeros agricultores debieron haber estado dentro un lugar de fácil acceso a una altiplanicie cercana rica en bosques de roble, higos y pistachos. En la actualidad, sólo algunas parcelas de roble siempreverde permanecen allí, junto con algunos bosques protegidos en el extremo sur del Mar Muerto, para sugerir un mundo Neolítico mucho más frondoso.

Durante casi un millón de años hasta hace relativamente poco tiempo, el wadi Faynan y sus alrededores eran lugares atractivos para vivir y comerciar. La importancia de los numerosos sitios neolíticos como vía comercial se demuestra por los hallazgos de conchas marinas del Mediterráneo y del Mar Rojo, y de brea, la cual se usaba para cubrir canastas, desde el Mar Muerto hacia el norte.
Durante casi un millón de años hasta hace relativamente poco tiempo, el wadi Faynan y sus alrededores eran lugares atractivos para vivir y comerciar. La importancia de los numerosos sitios neolíticos como vía comercial se demuestra por los hallazgos de conchas marinas del Mediterráneo y del Mar Rojo, y de brea, la cual se usaba para cubrir canastas, desde el Mar Muerto hacia el norte.

Mithen espera que las nuevas obras en WF16, programadas para el 2017, puedan revelar pruebas de “cuándo empezó esto realmente y si vemos una transición de largo plazo entre los pueblos muy móviles de cazadores y recolectores a un pueblo más sedentario de cazadores y recolectores, y luego a un grupo de agricultores completamente sedentarios”. 

Los arqueólogos sí saben que WF16 fue abandonado hace unos 10.500 años, aproximadamente. El sitio sucesor más probable es una zona cercana de 1,2 hectáreas (3 acres) sobre una empinada colina en la entrada al wadi Ghuwayr, que se excavó en la década de 1980. Se trata de pequeñas construcciones rectangulares, con muros interiores estucados y pasadizos adyacentes, que pueden remontarse a un periodo en el que se sabe que las poblaciones comenzaban a formarse y la agricultura ya formaba parte de la vida. 

Lo que impresiona a los visitantes de Ghuwayr es el sentido de un propósito compartido, visible incluso en las ruinas, representado por los muros, las escaleras y las ventanas que se observan en los edificios más complejos. La gente estaba realizando grandes adelantos por vivir juntos, formar comunidades duraderas y organizar proyectos cooperativos a gran escala, explican los arqueólogos. Además, es posible que cooperaban no solo internamente sino también con otros y en el Levante más amplio, en áreas como Jericó.

Desde Ghuwayr, alcanzo a ver a lo lejos por el wadi Faynan hasta el manto de neblina del wadi Araba, que servía como una vía que iba de norte a sur sin obstáculos y que permitió a estas persistentes personas compartir el comercio, la tecnología, ideas y descubrimientos. Los hallazgos en el wadi Faynan incluyen conchas marinas de las costas del Mediterráneo y del Mar Rojo (algunas convertidas en cuentas) y materia prima como la brea del Mar Muerto (que tal vez usaban para cubrir canastas). Estos y otros hallazgos ayudan a los arqueólogos a creer que hay suficientes pruebas para comenzar a juntar los patrones de las primeras actividades comerciales de la región.

 “Obviamente hay un contacto, aunque no necesariamente era un contacto cotidiano”, indica Finlayson. “Ahora nos damos cuenta de que este era un mundo masivamente entrelazado, en el que ningún sitio actuó como el ‘punto de origen’ de la agricultura. Es como si toda la gente estaba explorando la misma idea pero expresándola de modo distinto”. 

O bien, como lo expresa Rollefson, “la religión, los ritos y la interacción social no estaban programadas genéticamente en estas poblaciones; estas actividades, en cambio eran muy distintas, y se desarrollaron a nivel local soluciones distintas a los problemas que afectaban a todas las sociedades humanas en ese periodo revolucionario”.

Además del wadi Araba, también estaba el wadi Namla, que conecta Faynan al internacionalmente famoso sitio de Petra, 50 kilómetros (30 millas) al sur. Esta famosa ciudad comercial fue establecida por los nabateos alrededor del siglo cuarto a.e.c., pero un milenio antes de Petra había un camino que conectaba todo a lo largo los sitios del Neolítico, entre los que se encuentran Shkarat Msaied, Ba’ja y Beidha, excavados en las décadas de 1950 y, hasta Faynan, eran los sitios del Neolítico más destacados en el sur de Jordania. 

 

M e voy a Beidha ahora por el camino del wadi Namla, el cual serpentea a través del granito y la arenisca de las montañas Sharah. A medida que desciende hacia Beidha, el escarpado escenario abre camino a valles plantados con cebada, temporalmente frondosos por las lluvias primaverales. A diferencia del árido Faynan, no es difícil imaginar cómo podría haber sido la región en el periodo Neolítico.

Lo que es visible en Beidha data más fundamentalmente del Neolítico precerámico posterior, después de Faynan. Tengo una cita con Finlayson y sus colegas Mohammed Najjar y Cheryl Makarewicz, una arqueóloga de la Universidad de Kiel en Alemania. Finlayson llegó a Beidha en el 2000 y ha estado excavando aquí intermitentemente desde entonces. Me guía por este complejo de viviendas circulares y rectangulares. Dos edificios han sido reconstruido en las cercanías, en parte para que los arqueólogos puedan comprobar la hipótesis acerca de las técnicas de construcción y para que los visitantes curiosos de Petra, a unos pocos kilómetros al sur, puedan tener algo que ver, bastante parecido a la reconstrucción en WF16.

En la fotografía en medio del sitio de la excavación en Beidha, posan, desde la izquierda los arqueólogos Mohammed Najjar, ex director de excavaciones del Departamento de Antigüedades de Jordania, Cheryl Makarewicz de la Universidad de Kiel en Alemania, y Bill Finlayson, director regional del Consejo para la Investigación Británica en el Levante. 
En la fotografía en medio del sitio de la excavación en Beidha, posan, desde la izquierda los arqueólogos Mohammed Najjar, ex director de excavaciones del Departamento de Antigüedades de Jordania, Cheryl Makarewicz de la Universidad de Kiel en Alemania, y Bill Finlayson, director regional del Consejo para la Investigación Británica en el Levante. 

A diferencia del wadi Faynan, donde hay pruebas que se remontan casi continuamente hasta los inicios del Neolítico y anteriormente, los registros arqueológicos en este lugar muestran que la zona inmediata quedó abandonada desde aproximadamente el año 6500 a.e.c. hasta comienzos del periodo nabateo, unos 6000 años después. 

“Hay algo que sucedió a finales de este temprano periodo Neolítico cuando la gente comenzó a reunirse en gran escala”, dice Finlayson. “Beidha podría haber sido demasiada pequeña para formar parte de ese proceso y pudo haber sido absorbida por una comunidad de un tamaño mucho mayor. O tal vez agotaron la tierra para sembrar o las vertientes locales se secaron”.

Beidha y su gran vecina nabatea Petra prosperaron en un ambiente donde había mucha más agua que hoy. De hecho, gran parte de lo que se sabe acerca del extenso y sofisticado sistema de manejo de aguas probablemente se aplicó en Beidha. Sin embargo, Finlayson prefiere no hacer demasiadas analogías con Petra. 

La penúltima parada en la Huella de la Herencia Neolítica de 50 kilómetros (31 millas) es Ba’ja, en desarrollo, que conecta al wadi Faynan con Beidha, y se llega a través de un camino espectacular bloqueado por rocas que se llama Siq’ al-Ba’ja (desfiladero al-Ba’ja). Aunque los conductores pueden recorrer la huella en un solo día, los excursionistas a pie pueden disfrutarla en cuatro o cinco días con un guía local.
La penúltima parada en la Huella de la Herencia Neolítica de 50 kilómetros (31 millas) es Ba’ja, en desarrollo, que conecta al wadi Faynan con Beidha, y se llega a través de un camino espectacular bloqueado por rocas que se llama Siq’ al-Ba’ja (desfiladero al-Ba’ja). Aunque los conductores pueden recorrer la huella en un solo día, los excursionistas a pie pueden disfrutarla en cuatro o cinco días con un guía local.

“Beidha definitivamente no es un lugar ‘anterior a Petra’”, comenta. “El problema es que todos los sitios que están alrededor de Petra tienden a ser vistos a través del lente nabateo”, agrega. 

Ahora, a medida que Finlayson reanuda su trabajo en la excavación bajo un sol implacable, me pongo a pensar en Faynan, preguntándome cuánto tiempo deberá transcurrir hasta que la gente también comience a ver el resto del sur de Jordania a través del lente Neolítico.  

Gail Simmons Historiadora y escritora de viajes Gail Simmons (www.travelscribe.co.uk) hizo un sondeo de las construcciones históricas y encabezó paseos en Italia y en el Medio Oriente antes de convertirse en escritora de viajes de tiempo completo para publicaciones británicas e internacionales. Tiene una maestría en Historia Medieval de la Universidad de York y actualmente estudia el doctorado en Filosofía. Vive en Oxford, Inglaterra.
George Azar Fotoperiodista y cineasta George Azar (george_azar@me.com) es coautor de Palestine: A Guide (Interlink, 2005), autor de Palestine: A Photographic Journey (Universidad de California, 1991) y director de la película Gaza Fixer (2007). Vive en Jordania.

 

Este artículo fue publicado en la página 2 de la edición impresa de Saudi Aramco World.

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