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Volumen 66, Número 3mayo/junio 2015

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El puente de Brill hacia el mundo árabe - Por Tom Verde
Desde su fundación en el año 1575 a orillas del canal Rapenburg, la Universidad de Leiden ha sido cuna de importantes pensadores de muchas disciplinas, lo que incluye el Estudio del Árabe y otros idiomas y obras de literatura “orientales”. Cerca de su academiegebouw o edificio académico principal de fines del siglo XVIII, ilustrado en la imagen anterior, en el año 1697 Jordan Luchtmans abrió una librería y editorial cuya relación con la universidad, y en especial con sus académicos árabes, dio lugar a lo que el profesor Léon Buskens de Leiden denomina “una sinergia especial”.  

La Exposición Internacional Colonial y de Exportación General realizada en Ámsterdam en 1883 fue un espléndido evento de cinco meses de duración que celebraba el colonialismo y el capitalismo holandeses, y que atrajo a más de un millón de visitantes de todo el mundo. De todas formas, Amin ibn Hasan al-Halawani al-Madani al-Hanafi, que había viajado desde El Cairo, estaba decepcionado.

Amin ibn Hasan al-Halawani al-Madani al-Hanafi, conocido en Occidente simplemente como al-Madani, visitó Leiden in 1883. En esa época, la ciudad ya era conocida por ser el centro del estudio del árabe en Europa. Brill compró una gran colección de sus manuscritos reunidos. 
Amin ibn Hasan al-Halawani al-Madani al-Hanafi, conocido en Occidente simplemente como al-Madani, visitó Leiden in 1883. En esa época, la ciudad ya era conocida por ser el centro del estudio del árabe en Europa. Brill compró una gran colección de sus manuscritos reunidos. 

El jurista musulmán y ocasional vendedor de libros al-Madani (como fue conocido en Occidente) había llegado con la esperanza de vender una gran colección de manuscritos reunidos durante sus viajes por el mundo islámico. Sin embargo, sentado solo en su mesa de la exhibición, no lograba interesar ni a una sola persona Hasta que por fin se encontró con un conocido, el conde Carlo de Landberg, un aristócrata sueco académico especializado en árabe. El conde le sugirió a al-Madani que intentara comunicarse con E. J. Brill, una editorial de la ciudad cercana de Leiden. 

El consejo del conde dio resultado. Los editores de Brill no solo intervinieron para que la Universidad de Leiden comprara toda la colección de 600 volúmenes de al-Madani sino que lo recibieron con celebridad, lo agasajaron en toda la ciudad y le presentaron a los intelectuales locales, que a su vez lo invitaron al Sexto Congreso Internacional de Orientalistas de Leiden. Allí, siendo el único árabe entre unos 300 asiriólogos, egiptólogos y especialistas en cultura árabe europeos, al-Madani quedó impresionado por el dominio del árabe y la pasión por la literatura árabe que le mostraban estos eruditos. 

Esos conocimientos no eran una casualidad. Para la época de la visita de al-Madani, Leiden ya era conocida por ser el centro del estudio del árabe en Europa. Desde fines del siglo XVI, los filósofos, teólogos y lingüistas de toda Holanda y Europa Occidental acudían en tropel a esta universidad situada en la pequeña y bella ciudad holandesa de Leiden, que se encuentra a media hora por automóvil de Ámsterdam, hacia el suroeste. Estos estudiosos trabajaron con todos los manuscritos árabes que podían conseguir y de esta forma “revolucionaron el estudio del árabe”, tal como explica Alastair Hamilton, codirector del Centro de Historia de Estudios Árabes en Europa de la Universidad de Londres, que agrega: “Y formaron una de las mejores bibliotecas de obras árabes de Europa Occidental”.

En 1849, la librería pasó a manos de Evert Jan Brill, que la dirigió hasta su muerte en 1871. El mismo año de la visita de al-Madani, la empresa se trasladó a este edificio que, aunque en la actualidad alberga apartamentos particulares, aún conserva el nombre de la empresa.
Tom Verde
En 1849, la librería pasó a manos de Evert Jan Brill, que la dirigió hasta su muerte en 1871. El mismo año de la visita de al-Madani, la empresa se trasladó a este edificio que, aunque en la actualidad alberga apartamentos particulares, aún conserva el nombre de la empresa.

Desde dos siglos antes de la visita de al-Madani y hasta el día de hoy, los centros de esta actividad intelectual no solo radican en la Universidad de Leiden sino también en Brill, la editorial más antigua de Holanda y una de las más antiguas de toda Europa. Brill ha sobrevivido dignamente a guerras, imperios, y fluctuaciones fuertes de la economía. Desde su primer texto árabe publicado en 1732 (una edición de la biografía de Saladino escrita por Ibn Shaddad en el siglo XII) hasta su monumental Enciclopedia del Islam (Encyclopedia of Islam) que todavía se publica en la actualidad, Brill ha ofrecido a los eruditos occidentales cientos de obras que han afianzado todas las áreas de los estudios árabes y orientales. Todo comenzó como lo hacen muchos negocios exitosos: con un poco de perspectiva, una ubicación privilegiada y algunas importantes afiliaciones de los miembros de la familia. 

El conocido canal Rapenburg, sede de la Universidad de Leiden desde 1575, es el centro intelectual de la ciudad desde hace mucho tiempo, y en un momento dado su centro editorial. Tras liberarse del yugo de la dominación católica de España durante la Guerra de los Ochenta Años (también conocida como la Guerra Holandesa de la Independencia, que tuvo lugar de 1568 a 1648), esta ciudad de convicciones firmemente protestantes ganó fama como paraíso de la tolerancia religiosa, la innovación científica y la libertad de pensamiento Fue en Leiden donde un grupo de emigrados ingleses encontró refugio antes de zarpar hacia el Nuevo Mundo en un barco llamado Mayflower. Fue allí donde, en los jardines medicinales de la universidad, por primera vez en Europa se cultivaron tulipanes que habían llegado como un obsequio de la corte otomana. Y fue allí donde las obras de Galileo y Descartes (cuya dirección en esa época era Rapenburg 23) pudieron publicarse en desafío a los censores papales. 

En esta imagen de la Universidad de Leiden del siglo del XVII, en la esquina inferior derecha aparece el Arca Scaligerana, un mueble que contenía más de 300 obras impresas en árabe, hebreo y etíope.
En esta imagen de la Universidad de Leiden del siglo del XVII, en la esquina inferior derecha aparece el Arca Scaligerana, un mueble que contenía más de 300 obras impresas en árabe, hebreo y etíope. Donada por el especialista en árabe y humanista Joseph Justus Scaliger, que aparece en la imagen abajo a la derecha, la colección no solo fue fundamental para el estudio de idiomas y literatura en la universidad, sino que además reflejaba las ideas de Scaliger, que afirmaba que el árabe no debía estudiarse como una herramienta comercial o religiosa sino como otro camino hacia los conocimientos. 
la colección no solo fue fundamental para el estudio de idiomas y literatura en la universidad, sino que además reflejaba las ideas de Scaliger, que afirmaba que el árabe no debía estudiarse como una herramienta comercial o religiosa sino como otro camino hacia los conocimientos. 

Las raíces de Brill se remontan a este pasado lejano. En 1683, un vendedor de libros de 31 años de edad, Jordan Luchtmans, se inscribió en el gremio de libreros de Leiden y trabajó como aprendiz en Leiden y La Haya antes de abrir una tienda en el número 69B de Rapenburg en el año 1697. Unos 150 años después, su tienda se convertiría en Brill. La ubicación de la librería, cerca de la academiegebouw (el edificio académico principal de la universidad), se conocía como “el reino de Palas” por Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría, cuya imagen fue colocada por Luchtmans junto a la de Hermes para adornar su colofón, que hoy sigue siendo el de Brill. La esposa de Luchtmans, Sara van Musschenbroek, descendía de una familia de intelectuales y editores entre los cuales se encontraba Christoffel Plantijn, impresor de la Universidad de Leiden y renombrado editor de una de las primeras biblias políglotas, que imprimió en una edición en hebreo, latín, griego, arameo y siríaco. 

En esa época, el creciente interés europeo por el árabe y otros idiomas “orientales” era en parte comercial, ya que esos idiomas resultaban de utilidad para el comercio de especias en el océano Índico y el resto de Asia, dominado por la primera multinacional del mundo, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales. Para otros, el árabe era la puerta para tener acceso al hebreo bíblico, e incluso otros lo consideraban una herramienta para los misioneros cristianos.

En Leiden existía otro motivo: el árabe era considerado una puerta a los conocimientos y a la sabiduría. Algunos de los primeros profesores de árabe de la universidad incluyeron a Franciscus Raphelengius, a fines del siglo XVI, quien también fue el primer impresor europeo en árabe fuera de Roma, y a Joseph Justus Scaliger, quien enfatizaba que el verdadero conocimiento del árabe debía comenzar con su libro sagrado: “No es posible dominar el árabe sin el Corán, como no es posible dominar el hebreo sin la Biblia”, escribió. 

El primer diccionario árabe-latín de Europa, el Lexicon Arabicum, apareció en 1613 y fue escrito por el primer impresor europeo en árabe fuera de Roma, Franciscus Raphelengius.
El primer diccionario árabe-latín de Europa, el Lexicon Arabicum, apareció en 1613 y fue escrito por el primer impresor europeo en árabe fuera de Roma, Franciscus Raphelengius.

La firma de Luchtmans respondió al interés más puramente académico en el árabe, y lo puso en práctica.En su librería de Rapenburg, Luchtmans respondía al interés escolástico con la publicación sistemática de obras hasta entonces desconocidas en Occidente. Esto incluía, entre otros, manuscritos del famoso Legatum Warnerianum de la universidad, una colección de más de 900 documentos históricos en árabe, persa, turco otomano, hebreo, griego y armenio, y la Grammatica Arabica escrita por Thomas Erpenius, director del departamento de árabe de la Universidad de Leiden. En su libro Estudios Árabes en los Países Bajos en los Siglos XVI y XVII (Arabic Studies in the Netherlands in the Sixteenth and Seventeenth Centuries), Hamilton observa que la Grammatica de Erpenius se mantuvo como el manual de uso estándar para el estudio del idioma durante dos siglos, y agrega: “Incluso cuando fue reemplazado en el siglo XIX, siguió siendo el modelo en el cual se basaron las obras posteriores, lo que incluye la gramática árabe de William Wright que se estudia hoy en día”.

Cuando la familia Luchtmans le confió a Evert Jan Brill su empresa de casi 150 años de antigüedad en 1849, la familia de Brill ya había trabajado en la empresa durante toda una generación.   
Cuando la familia Luchtmans le confió a Evert Jan Brill su empresa de casi 150 años de antigüedad en 1849, la familia de Brill ya había trabajado en la empresa durante toda una generación.

Durante los siguientes 75 años, varias generaciones de la familia Luchtmans siguieron buscando y publicando libros sobre los idiomas, la literatura y la historia de Medio Oriente y Asia. Por ser la imprenta oficial de la universidad, la relación simbiótica de la empresa con el ámbito académico les permitió a los profesores de Leiden publicar fácilmente sus investigaciones en los campos emergentes de egiptología, asiriología, indología, sinología y en los estudios árabes y persas.

Hacia el año 1848, el último descendiente de Luchtmans en dirigir la empresa, el catedrático J. T. Bodel Nijenhuis se jubiló para cultivar sus intereses académicos. La familia y los distintos socios le vendieron la empresa al hombre que consideraban su digno heredero: Evert Jan Brill.

La familia de Brill había trabajado en la editorial Luchtmans desde 1802. Evert comprendía bien las operaciones diarias y compartía la dedicación de la empresa por los estudios árabes y orientales. Con el nuevo epónimo de E. J. Brill, la empresa comenzó a cortejar a importantes escritores como el arabista y especialista en al-Andalus R. P. A. Dozy, cuya Historia de los Musulmanes en España (Histoire des Musulmans d’Espagne), publicada por Brill in 1861, sigue siendo el estándar de los libros de historia sobre la España morisca.

En un aspecto posiblemente más significativo, Brill amplió el número de letras y la tipografía del repertorio editorial: además del árabe, publicó en hebreo, arameo, samaritano, sánscrito, cóptico, siríaco, persa, tártaro, turco, javanés, malayo, griego y varias de las variantes de estos idiomas. Desde 1866 a 1869, editó la obra de varios volúmenes Estudios Egiptológicos (Études égyptologiques) de Willem Pleyte, director del Museo Nacional de Antigüedades de Leiden y miembro de la junta directiva de Brill. No solo requirió el uso de jeroglíficos egipcios sino también caracteres hieráticos, la letra utilizada durante milenios por la clase sacerdotal de Egipto, pero a la vez uno de los tipos de letras más exóticos y especializados, lo que convirtió a Brill en la editorial más importante del mundo para los textos más arcanos y eclécticos escritos en idiomas orientales o de Medio Oriente o referidos a esas culturas.

La Grammatica Arabica escrita según el modelo de las conocidas gramáticas latinas por Thomas Erpenius, profesor principal de árabe de la Universidad de Leiden, fue publicada por Luchtmans. Esta obra se mantuvo en uso durante 200 años.
La obra Grammatica Arabica, escrita por el principal profesor de árabe de la Universidad de Leiden Thomas Erpenius, de acuerdo con el modelo de las conocidas gramáticas latinas, fue publicada por Luchtmans. Esta obra se mantuvo en uso durante 200 años.

“La editorial se destacaba en las impresiones de idiomas orientales”, explica Kaspar van Ommen, coordinador del Instituto Scaliger de la Biblioteca de la Universidad de Leiden, y agrega: “Y hasta hoy sigue siendo una de las pocas editoriales que pueden imprimir en jeroglíficos, en urdu, en batak y en todos esos extraños tipos de letra orientales”. 

Brill falleció en 1871 a los 60 años de edad, pero sus sucesores siguieron adelante y comenzaron a reclutar cada vez más estudiosos extranjeros. La obra de 16 volúmenes Historia de los Profetas y Reyes (Tarikh al-Rusul wa al-Muluk), un tratado de historia del siglo IX sobre el Medio Oriente escrito por el historiador persa Abu Ja’far Muhammad ibn Jarir al-Tabari, fue publicada entre 1879 y 1901, y requirió el esfuerzo de 14 arabistas provenientes de seis países. La persona que dirigía este grupo de trabajo era un discípulo de Dozy, el profesor de Leiden M. J. de Goeje. 

A su vez, el discípulo estrella de De Goeje fue Christiaan Snouck Hurgronje, también profesor de Leiden y parte del plantel de escritores de Brill, que se convirtió al Islam y al poco tiempo se fue a vivir un año a la Meca, entre 1884 y 1885. Allí escribió un estudio histórico y etnográfico de la ciudad, en dos volúmenes. Junto con dos libros de algunos de los primeros fotógrafos de las ciudades sagradas, los escritos de Hurgronje les proporcionaron a los eruditos abundante información nueva y detallada de todos los aspectos del Hajj, especialmente sobre las peregrinaciones realizadas desde las antiguas posesiones coloniales holandesas en el territorio de lo que hoy son Indonesia y Malasia.

La supremacía de la Universidad de Leiden en el campo de los estudios árabes surgió a partir del interés de sus académicos en los manuscritos fecundos y con frecuencia complejos que Luchtmans, y luego Brill, se dedicaron a publicar. Con posterioridad a la donación de Scaliger, una de las más grandes colecciones de la universidad provino de Levinus Warner, que vivió aproximadamente 20 años en Constantinopla a principios del siglo XVII. Su Legatum Warnerianum (Legado de Warner) contiene publicaciones tan extrañas como la obra El Collar de la Paloma (Tawq al-hamama) de ibn Hazm, de principios del siglo XIV (a la izquierda) y el tercer volumen de la obra del siglo IX Los anales de Muhammad ibn Jarir al-Tabari (The Annals of Muhammad ibn Jarir al-Tabari) (a la derecha). La supremacía de la Universidad de Leiden en el campo de los estudios árabes surgió a partir del interés de sus académicos en los manuscritos fecundos y con frecuencia complejos que Luchtmans, y luego Brill, se dedicaron a publicar. Con posterioridad a la donación de Scaliger, una de las más grandes colecciones de la universidad provino de Levinus Warner, que vivió aproximadamente 20 años en Constantinopla a principios del siglo XVII. Su Legatum Warnerianum (Legado de Warner) contiene publicaciones tan extrañas como la obra El Collar de la Paloma (Tawq al-hamama) de ibn Hazm, de principios del siglo XIV (a la izquierda) y el tercer volumen de la obra del siglo IX Los anales de Muhammad ibn Jarir al-Tabari (The Annals of Muhammad ibn Jarir al-Tabari) (a la derecha).
La supremacía de la Universidad de Leiden en el campo de los estudios árabes surgió a partir del interés de sus académicos en los manuscritos fecundos y con frecuencia complejos que Luchtmans, y luego Brill, se dedicaron a publicar. Con posterioridad a la donación de Scaliger, una de las más grandes colecciones de la universidad provino de Levinus Warner, que vivió aproximadamente 20 años en Constantinopla a principios del siglo XVII. Su Legatum Warnerianum (Legado de Warner) contiene publicaciones tan extrañas como la obra El Collar de la Paloma (Tawq al-hamama) de ibn Hazm, de principios del siglo XIV (izquierda) y el tercer volumen de la obra del siglo IX Los Anales de Muhammad ibn Jarir al-Tabari (The Annals of Muhammad ibn Jarir al-Tabari) (derecha).

Para 1883, el año de la visita de al-Madani, a Brill le quedó chica la librería de Rapenburg y modernizó un antiguo orfanato en el número 33a de la calle Oude Rijn (“Viejo Canal”). Los macizos dinteles de granito de la fachada de ladrillo del edificio de cuatro pisos aún muestran las inscripciones destacadas en letras mayúsculas: “E. J. BRILL” y “BOEKHANDEL EN DRUKKERIJ” (Librería e imprenta), a pesar de que en la actualidad es solo un edificio de apartamentos. La “tienda”, que mostraba un avanzado nivel tecnológico para la época, parecía más una fábrica: incluía un par de elevadores a vapor para acarrear los fardos de papel y otros materiales a los pisos superiores. 

A comienzos del siglo XX, Brill ya no era la imprenta exclusiva de la universidad. En 1896 se había transformado en una empresa con cotización en la Bolsa, y estaba atravesando una etapa de crecimiento sin precedentes. Muchos de los inversionistas se reunían con los directivos de Brill en el cercano Den Vergulden Turk (El Turco de Oro), un lugar cuyo elaborado tímpano exhibe la imagen de “un turco” con turbante dorado, un símbolo de los intereses comerciales de larga duración de la ciudad en el Oriente. En las primeras décadas del siglo XX la empresa publicó unos 450 títulos, tres veces más que todas las obras publicadas por E. J. Brill durante su vida. Asimismo, expandió sus revistas académicas. “Los eruditos de toda Europa, de Asia y de América estaban familiarizados con el nombre Brill y conocían el camino a la calle Oude Rijn” escribe Sytze van der Veen en su libro publicado en 2008, que narra la historia de la empresa: Brill: 325 Años de Publicaciones Académicas (Brill: 325 Years of Scholarly Publishing). Brill también se relacionó y dependió cada vez más de su obra magna: la Enciclopedia del Islam (Encyclopedia of Islam), cuyas semillas se sembraron a fines del siglo XIX y aún siguen floreciendo, incluso en el siglo XXI.

Este elegante diagrama aparece en una guía de medicina veterinaria del siglo IX, escrita por Muhammad ibn Ya’qub al-Khuttuli. El material fue adquirido por Warner y se convirtió en parte de su colección en la Universidad de Leiden.
Este elegante diagrama aparece en una guía de medicina veterinaria del siglo IX, escrita por Muhammad ibn Ya’qub al-Khuttuli. El material fue adquirido por Warner y se convirtió en parte de su colección en la Universidad de Leiden.

Este proyecto académico multigeneracional sugerido por William Robertson Smith, editor de la Enciclopedia Británica, tuvo como objeto a elaborar una obra de referencia que “contuviese todos los conocimientos disponibles acerca de los idiomas, las culturas y las religiones del mundo islámico”, según explican Arnoud Vrolijk y Richard van Leeuwen en su catálogo de la exhibición del año pasado “Excelencia y Dignidad: 400 Años de Estudios Árabes en Holanda” (Excellence and Dignity: 400 Years of Arabic Studies in the Netherlands). Con el modelo de la obra alemana de 80 volúmenes Enciclopedia del Mundo Antiguo (Encyclopedia of the Ancient World), la Enciclopedia del Islam se diseñó con énfasis en temas filológicos como las leyes, la política, la literatura y la historia, con entradas aportadas por un equipo internacional de especialistas occidentales. 

El primer texto árabe publicado por Luchtmans apareció en 1732. Era la biografía de Saladino, escrita por Ibn Shaddad en el siglo XII. El desafío técnico de reproducir los caracteres árabes era impresionante.
El primer texto árabe publicado por Luchtmans apareció en 1732. Era la biografía de Saladino, escrita por Ibn Shaddad en el siglo XII. El desafío técnico de reproducir los caracteres árabes era impresionante.

Al timón del proyecto estaba el director M. Th. Houtsma, que entonces era profesor de idiomas orientales en Utrecht, aunque detrás de escena el indómito de Goeje brindó su colaboración para alivianar la carga. Y en verdad la tarea requería mucho de músculo intelectual, y por supuesto mucha paciencia. Houtsma fue nombrado en 1899. Nueve años después, los especialistas solo habían terminado la letra “A”. Aceleraron un poco la marcha, y lograron terminar el primer volumen (“A - D”) en 1913. La Primera Guerra Mundial comenzó y terminó, y solo en 1936 Brill logró publicar la edición completa de cuatro volúmenes en los tres idiomas académicos de la época: alemán, inglés y francés. En sus 5.042 páginas había más de 9.000 entradas, cada una con una extensión que variaba de 50 a 50.000 palabras, y muchas de las cuales siguen siendo fuente de consulta de los eruditos en la actualidad. 

Sin embargo, a pesar de ser una obra monumental y revolucionaria, la Enciclopedia del Islam era lo que era: una obra occidental elaborada por eruditos occidentales acerca del mundo islámico, templada en la era del orientalismo. Como tal, según escribe el especialista R. Stephen Humphreys en su estudio de 1991 Historia Islámica: un Marco de Indagación (Islamic History: A Framework for Inquiry), “representaba una interpretación específicamente europea de la civilización islámica”. Humphreys concluye: “No es que esta interpretación estuviera ‘equivocada’, sino que las preguntas planteadas en estos volúmenes con frecuencia diferían en demasiado de las que los musulmanes tradicionalmente se han hecho a sí mismos”.

El historiador y lingüista Reinhart P. A. Dozy buscó, tradujo y catalogó fuentes árabes y otras fuentes principales para producir la obra de cuatro volúmenes Historia de los Musulmanes en España (Histoire des Musulmans d’Espagne). Publicada por Brill en 1861, en la actualidad es considerada como la primera obra académica seria sobre el tema escrita por un europeo.
El historiador y lingüista Reinhart P. A. Dozy buscó, tradujo y catalogó fuentes árabes y otras fuentes primarias para producir la obra de cuatro volúmenes Historia de los Musulmanes en España (Histoire des Musulmans d’Espagne). Publicada por Brill en 1861, en la actualidad es considerada como la primera obra académica seria sobre el tema escrita por un europeo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los editores de Brill admitieron la necesidad de hacer una revisión y comenzaron a planificar una segunda edición. Aunque muchas entradas permanecieron iguales o fueron levemente modificadas, el equipo de escritores ahora incluía musulmanes, especialmente de Egipto y de Turquía. Según observa Humphreys, esto produjo un “cambio de tono” que era “visible y significativo” entre lo que comenzó a llamarse EI1 y EI2. Por otra parte, los editores de EI2 eran incluso mucho más optimistas respecto del tiempo y el trabajo que se requerían para completar el proyecto en comparación con el equipo de EI1: predijeron que los primeros volúmenes estarían en las librerías en un plazo de 10 años. La tarea les llevó más de medio siglo. 

Durante ese tiempo, desde la década de 1950 hasta comienzos del siglo XXI, el ámbito académico, los métodos, las identidades y las formas de pensamiento cambiaron radicalmente. Nuevas naciones surgieron de su pasado colonial para incorporarse, independientes, a un presente complejo y multifacético. Finalmente, en el año 2006 se publicó el volumen final de la segunda edición, enormemente expandida, que ahora estaba formada por 14 volúmenes. Justo a tiempo para comenzar a planificar la tercera edición. 

Según afirma Maurits H. van den Boogert, director del proyecto EI3, es probable que esta obra demore unos 15 años. Esta próxima edición, afirma, “ha incorporado explícitamente la multiplicidad de enfoques académicos, con una visión más amplia de los musulmanes en todo el mundo”. Asimismo, agrega que está “menos centrada en lo árabe”. El equipo incluye expertos de origen persa y turco y una cantidad mucho mayor de escritores musulmanes y otros que no son de origen europeo.

La estrategia de ediciones especializadas del siglo XVIII de Luchtmans continúa siendo un negocio sólido después de más de 300 años.Por una cuestión de espacio físico, en 1961 la colección inagotable de tipos de letras grabadas en plomo de Brill obligó a la editorial a trasladar la planta impresora a las afueras de Leiden, en Plantijnstraat, un lugar justamente llamado así en honor al impresor del siglo XVI Christoffel Plantijn. La parte editorial de la empresa le siguió en 1985, y muy pronto la revolución de la impresión digital derivó en toneladas (literalmente) de desechos de fuentes en plomo. A pesar de algunos contratiempos propios de una empresa moderna (una adquisición errónea y amenazas de una absorción hostil), la estrategia de comercialización del siglo XVIII implementada por Jordan Luchtmans se mantiene firme. Es tan simple como el camino de entrada a la sede central de la empresa en Plantijnstraat, que no muestra el colofón de Brill sino un colorido patrón de tablero de ajedrez con algunos de los tipos de fuente y signos de puntuación más arcanos de la empresa, muchos de los cuales solo son familiares para un puñado de especialistas en el mundo.

La obra magna de Brill en el siglo XX, la primera edición de la Enciclopedia del Islam, fue publicada en 1936 después de más de tres décadas de trabajo: sus 5.042 páginas contenían más de 9.000 entradas agrupadas en cuatro volúmenes, disponibles en inglés, francés y alemán. La segunda edición, más del doble de extensa, se terminó en el año 2006, y se estima que la tercera edición demorará unos 15 años.
La obra magna de Brill en el siglo XX, la primera edición de la Enciclopedia del Islam, fue publicada en 1936 después de más de tres décadas de trabajo: sus 5.042 páginas contenían más de 9.000 entradas agrupadas en cuatro volúmenes, disponibles en inglés, francés y alemán. La segunda edición, más del doble de extensa, se terminó en el año 2006, y se estima que la tercera edición demorará unos 15 años.

“En parte, esto se relaciona con la tradición”, explica van den Boogert. “Árabe, hebreo, arameo, japonés, chino: desde sus inicios, Brill sostuvo la tradición de trabajar con caracteres de tal complejidad”. Según su opinión, es el compromiso de la empresa con la tradición lo que la ayudó a sobrevivir.

“Otros editores dejaron de dedicarse a ese tipo de publicaciones, lo que en definitiva ha fortalecido la posición de Brill como especialista en este tipo de hazañas. Las personas se acercan y nos dicen ‘Tenemos un texto en mongol antiguo, ¿podrían ustedes publicarlo?’ y sí podemos. Así que esto es parte de la identidad de Brill”, afirma van den Boogert. 

Los libros digitales son el reto más reciente, según afirma el director Joed Elich, que supervisa los departamentos de estudios asiáticos, africanos, islámicos y de Medio Oriente. “Si producimos un libro electrónico, tenemos que crear 20 versiones distintas para Kindle, Sony, y los diferentes navegadores que existen, puesto que muchos no admiten determinados caracteres. Es complicado”. 

De todas formas, en la actualidad Brill publica aproximadamente 600 títulos por año además de 200 revistas, todos disponibles también en línea. Las disciplinas se han multiplicado y ahora incluyen estudios de África y de Asia, arte y arquitectura, derechos humanos, legislación humanitaria e internacional, estudios eslavos y euroasiáticos, y también campos tradicionales como filosofía y religión. Los estudios árabes siguen siendo una parte central, pero ahora se encuentran dentro de mucha compañía: aproximadamente uno de cada seis títulos publicados por la empresa anualmente corresponde a los departamentos de estudios islámicos y de Medio Oriente, y uno de cada ocho corresponde a las revistas. Además de los textos completos de los proyectos EI1, EI2 y el actual EI3, Brill también ofrece en línea el Índice Islámico (Index Islamicus), una base de datos bibliográfica de un siglo de antigüedad con publicaciones de prácticamente todas las áreas de los estudios islámicos, que se conserva gracias al trabajo de un equipo de bibliógrafos de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres y una oficina satélite en Madrid. 

En la actualidad, en el que fuera el segundo edificio de Brill a orillas del canal Oude Rijn funciona un edificio de apartamentos. En 1961, ante la imposibilidad de alojar la creciente empresa editorial y la creciente colección de tipos de fuentes de plomo que requería para una multiplicidad de idiomas, Brill se trasladó a las afueras de Leiden (arriba). Los tipos de plomo se dejaron de usar en la década de 1980 cuando sobrevino la revolución digital. Hoy, la sede de Plantijnstraat (una localidad justamente llamada así en honor al impresor del siglo XVI Christoffel Plantijn) sigue siendo la oficina central de Brill.  
En la actualidad, en el que fuera el segundo edificio de Brill a orillas del canal Oude Rijn funciona un edificio de apartamentos. En 1961, ante la imposibilidad de alojar la creciente empresa editorial y la creciente colección de tipos de fuentes de plomo que requería para una multiplicidad de idiomas, Brill se trasladó a las afueras de Leiden (arriba). Los tipos de plomo se dejaron de usar en la década de 1980 cuando sobrevino la revolución digital. Hoy, la sede de Plantijnstraat (una localidad justamente llamada así en honor al impresor del siglo XVI Christoffel Plantijn) sigue siendo la oficina central de Brill.  
Tom Verde (2)
En la actualidad, en el que fuera el segundo edificio de Brill a orillas del canal Oude Rijn funciona un edificio de apartamentos. En 1961, ante la imposibilidad de alojar la creciente empresa editorial y la creciente colección de tipos de fuentes de plomo que requería para una multiplicidad de idiomas, Brill se trasladó a las afueras de Leiden (arriba). Los tipos de plomo se dejaron de usar en la década de 1980 cuando sobrevino la revolución digital. Hoy, la sede de Plantijnstraat (una localidad justamente llamada así en honor al impresor del siglo XVI Christoffel Plantijn) sigue siendo la oficina central de Brill.  

Brill, que cuenta con unos 100 empleados en Leiden y otros 20 que trabajan principalmente en el área de ventas en Boston, sigue siendo una empresa pequeña en comparación con sus principales competidores en el campo de las publicaciones académicas de la actualidad, como la editorial Routledge del Reino Unido o las editoriales universitarias de Oxford, Cambridge, Chicago, Yale o Harvard. Sin embargo, esto no les preocupa ni a Elich ni a van den Boogert.

“Nuestros libros siempre han estado dirigidos a un nicho específico, a una audiencia limitada, y no al mercado masivo de las corporaciones editoriales”, afirma Elich. De hecho, gran parte de la base de clientes de la empresa está formada por instituciones: bibliotecas académicas y universidades que pueden afrontar los precios comparativamente altos de los títulos editados por Brill, tanto en sus versiones impresas como en las electrónicas. (por ejemplo, la edición en línea de la EI3, que incluye las EI1 y EI2, cuesta 31.730 USD). Esto no significa, como señala rápidamente van den Boogert, que las publicaciones de Brill (especialmente en formato electrónico) no puedan ser útiles para un público más amplio de lectores.

“Estos textos se utilizan en el aula porque el árabe que contienen es relativamente fácil de leer, en el sentido de que los estudiantes pueden comprender con facilidad su significado, especialmente en el caso de los textos históricos”, explica van den Boogert. “Si solo se dispone de la edición de 1876 de ese texto, en una sola copia en la biblioteca que en realidad no se puede abrir porque está encuadernada con mucha presión, eso realmente no se puede usar en un salón de clases. Sin embargo, en una versión en línea, es un texto abierto a una multitud de usuarios y posibilidades, sobre todo si se ofrece en una comparación con la traducción al inglés u otro idioma”.

También en el propio mundo árabe la reputación de la empresa ha crecido de forma sostenida. “Cada vez más académicos del mundo islámico, de Egipto, Líbano, Túnez o Malasia, por ejemplo, publican sus obras en nuestra editorial. También estamos intentando traducir más de nuestros libros al árabe,” comenta Elich. En el año 2012, Brill obtuvo el premio Sheikh Zayed Book Award del Abu Dhabi Book Festival por la excelencia en la publicación y distribución en estudios islámicos y de Medio Oriente, un reconocimiento otorgado por uno de los principales centros del universo de editoriales y libros árabes en constante crecimiento. 

El camino a Leiden y Brill que durante siglos mostró las huellas y restos de tinta de los eruditos, ahora traza un nuevo recorrido a través de las redes de datos. En la actualidad, Amin ibn Hasan al-Halawani al-Madani al-Hanafi ni siquiera habría tenido que esforzarse por vender su colección de textos: Brill podría haberle ayudado a llegar a un acuerdo para organizar un sitio web con la biblioteca de Leiden. Mucho antes de su viaje y también mucho después, los libros de Brill tendieron un puente a través de diferentes siglos, continentes y un mundo políglota para presentar ante los lectores de hoy y de todo el planeta innumerables tesoros literarios de las culturas árabe e islámica, y mucho más. En los tiempos actuales, cuando la publicación de libros lucha por adaptarse al futuro, la adhesión de Brill a su misión fundacional es tan excepcional (y valiosa) como los mismos libros que lucen su colofón de 332 años de antigüedad.   

Tom Verde El periodista independiente de Connecticut Tom Verde (writah@gmail.com) es un colaborador habitual de AramcoWorld.

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