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Volumen 66, Número 1enero/febrero 2015

In This Issue

El blues de Arabia - Texto de Edward Fox // Fotografías de Hatim Oweida
La expresión de la cara del vocalista y percusionista Mohammed Zaid refleja la intensidad del sawt al-khaleej durante un concierto del conjunto Muhammad bin Faris en Muharraq, Baréin.

Si se sube a un taxi en Doha (la capital de Qatar) y escucha música árabe en el radio del conductor, es probable que sea la estación 99.0, Sawt al-Khaleej, una de las emisoras de radio y de difusión electrónica más conocidas e importantes de la región. El nombre de esta cadena, cuya sede central está en Doha, significa “voz del Golfo”: es un nombre que le calza a la perfección, ya que lo que busca es atraer a un amplio público de habla árabe mediante la música popular panarábica, transmitida a lo largo y a lo ancho de la costa este de la península arábiga, desde Kuwait hasta Omán.

Sin embargo, si le pregunta a un conocedor de música de la península arábiga oriental, la respuesta puede ser desconcertante: “¿A cuál sawt al-khaleej te refieres?” En la actualidad, la influencia de esta emisora de 12 años de antigüedad, que transmite tanto por radio como por Internet (www.skr.fm), es tan dominante que, para muchos, esas palabras se han transformado en un sinónimo de la música popular árabe. Aun así, el nombre tiene un significado más antiguo y local, que tuvo sus orígenes en el mar y se popularizó en tierra, una música que todavía se toca en toda la región con diferentes estilos locales, aunque hay que investigar un poco para escucharla: es un género al que sus aficionados lo refieren simplemente como “sawt”, como diciendo que es “el verdadero sawt”.

Los batidos del tabl bahri (tambor de mar) animan al público a que participen palmeando al son del ritmo.
Los batidos del tabl bahri (tambor de mar) animan al público a que participen palmeando al son del ritmo.

Este “verdadero sawt” (se pronuncia sáot) surgió a fines del siglo XIX. Aunque fueron muchos los creadores, uno de los primeros y el más reconocido fue un kuwaití llamado Abdallah al-Faraj, que falleció en 1903. Sus sucesores siguieron desarrollando el estilo en la época en la que la industria de los discos comerciales acababa de surgir a la región del Golfo, y sus obras aún se pueden escuchar a través de sonidos rayados y amortiguados en los antiguos discos de 78 RPM, los primeros grabados en la década de 1920. Por lo tanto, el sawt es una forma de música popular del siglo XX que se difundió a través de las grabaciones, la enseñanza y las funciones en vivo. 

El sawt no es solo el aporte distintivo de los habitantes del Golfo a la música árabe (digno de alinearse junto a las tradiciones del Levante y el Magreb), sino que también resulta atractivo para los oídos occidentales. De hecho, en ocasiones el sawt es denominado “el blues de Arabia”, porque estas dos tradiciones tienen mucho en común.

Este antiguo laúd árabe (‘ud) que se exhibe en el Muhammad bin Faris Music Hall, alguna vez resonó con tantas canciones de sawt.
Este antiguo laúd árabe (‘ud) que se exhibe en el Muhammad bin Faris Music Hall, alguna vez resonó con tantas canciones de sawt.

En su forma más simple, el sawt tiene un cantante que también toca el ‘ud, el laúd árabe de seis cuerdas sin trastes, y es acompañado por lo menos por un tambor pequeño que se llama mirwas. Aparte de eso, es música social: el sawt siempre implica la participación del público. Los miembros del público no se limitan a escuchar, sino que acompañan las canciones con palmeadas fuertes a ritmo y con suma precisión. Incluso el término “público” puede ser confuso porque en el sawt casi no hay diferencia entre público y músicos.

El cantante principal conduce la canción, pero todos los presentes participan, palmean, cantan coros, emiten interjecciones de aprobación e incluso bailan. Las canciones de sawt tienen el aire del blues estadounidense ya que cuentan relatos y evocan sentimientos de añoranza, nostalgia y amores perdidos, además de apelar a la intervención de Dios para liberarse del sufrimiento. Incluso sin comprender la letra, es fácil para los oyentes que no son árabes reconocer que se trata de una música profundamente emotiva, y cualquiera puede relacionarse con ese ritmo intenso. 

El sawt conecta a los oyentes árabes del Golfo con una época lejana, en la que mayoría de las personas llevaban vidas penosas trabajando como pescadores, buscadores de perlas y comerciantes marítimos, antes de que la economía del Golfo se viera transformada por el petróleo y (como dice una canción de sawt) “se abrieron las puertas del paraíso”. Esta música es muy diferente de las melodías más simples y austeras del interior de Arabia, que por lo general evitan los instrumentos de cuerda y prefieren los de percusión, que acompañan las canciones y los coros.

Un retrato de Muhammad bin Faris domina la sala de conciertos de Muharraq que lleva su nombre. Muhammad bin Faris nació en el seno de la familia gobernante de Baréin a fines del siglo XIX y siguió a su mentor hasta Bombay, donde desarrolló su propia forma de sawt.
Un retrato de Muhammad bin Faris domina la sala de conciertos de Muharraq que lleva su nombre. Muhammad bin Faris nació en el seno de la familia gobernante de Baréin a fines del siglo XIX y siguió a su mentor hasta Bombay, donde desarrolló su propia forma de sawt.

En la actualidad, hay dos formas de escuchar sawt: en privado o en público. Los puristas suelen decir que en privado (una reunión de amigos en una casa o en una especie de club social denominado dar) es el contexto original y el mejor, pero en ese caso tradicionalmente es una reunión formada solamente por hombres. En ese ambiente doméstico, una sesión de sawt se lleva a cabo en la sala de estar (majlis), donde los miembros del grupo se sientan en círculo sobre almohadones apoyados contra las paredes. Se sirven refrescos, las personas consultan sus celulares e incluso puede haber un televisor encendido en segundo plano, aunque nadie le presta atención. 

Una sesión musical como esta suele durar hasta las altas horas de la noche. Una canción comienza cuando el cantante siente ganas de cantar; alguien les indica a todos que presten atención y la alboroto de la conversación se calma una vez que comienza la canción. Es común que todos conozcan las canciones que se tocan: forman parte de la tradición del sawt. 

En estas sesiones de sawt, los oyentes participan, bailan y se incorporan con palmeadas al compás de la melodía, lo que diluye las diferencias entre los músicos y el público.
En estas sesiones de sawt, los oyentes participan, bailan y se incorporan con palmeadas al compás de la melodía, lo que diluye las diferencias entre los músicos y el público.
En estas sesiones de sawt, los oyentes participan, bailan y se incorporan con palmeadas al compás de la melodía, lo que diluye las diferencias entre los músicos y el público.

Significa que los músicos que baten los tambores conocen el ritmo que se va a tocar y todos los demás se saben los patrones rítmicos complejos que marca el compás sincopado para palmear, tal como requiere cada canción. Las palmeadas en el sawt no tienen nada que ver con el aplauso en un teatro: para el sawt, las palmas se mantienen rígidas y se baten con fuerza, lo que produce un sonido de percusión penetrante y preciso.

Una canción de sawt comienza con un preludio instrumental, seguido de una frase corta que se repite. Esto deriva en el estribillo de la canción, por lo general en árabe clásico y en forma de líneas de poesía llamadas qasidas. La letra expresa algún dilema sentimental en lenguaje poético y elegante. “[L]a rama del árbol se volvió dorada cuando mi amada la tocó, y ahora se inclina en su ausencia”. Este ejemplo es de la canción “Ma Li Ghusn al-Dhahab (“Qué sucede con la rama dorada”), grabada por primera vez en 1932 en Basora, Irak, por Muhammad bin Faris de Baréin, que aparece en el sello discográfico His Master’s Voice. Después de esta parte viene el tawshihah o coro, en el que todos participan.

En años recientes, bajo el auspicio de los departamentos de folclor o legado cultural de los países del Golfo, se han estrenado conciertos de sawt también en espacios públicos, en los que la admisión está abierta a todo el mundo. En Baréin, por ejemplo, los espectáculos se sostienen casi todos los martes por la noche en el auditorio del Shaikh Ebrahim bin Mohammed Al Khalifa Center for Culture and Research, un instituto dedicado a la conservación del legado en Bin Mater House, una mansión restaurada que se encuentra en el distrito histórico de Muharraq, cerca de Manama, la capital del país.

Mediante la combinación de los sonidos del ‘ud, violín y tambores, los miembros del conjunto Muhammad bin Faris se dedican a mantener viva la tradición del sawt característica de la región oriental de la Península Arábiga, junto con músicos que tocan el qanun (cítara árabe), el ney (flauta de madera) y el teclado eléctrico, todos acompañando a los vocalistas.
Mediante la combinación de los sonidos del ‘ud, violín y tambores, los miembros del conjunto Muhammad bin Faris se dedican a mantener viva la tradición del sawt característica de la región oriental de la Península Arábiga, junto con los músicos que tocan el qanun (cítara árabe), el ney (flauta de madera) y el teclado eléctrico, todos acompañando a los vocalistas.

El conjunto Muhammad bin Faris, una banda residente, toca canciones de la tradición del sawt. El grupo hace giras internacionales y, aunque puede incluir hasta 14 músicos, en una típica noche de martes suelen tocar menos: un cantante que también toca el ‘ud, un violinista y artistas que tocan el qanun (cítara árabe), el piano eléctrico, el ney (flauta de madera) y diferentes variedades de tambores.

Con todos estos instrumentos, los arreglos de sawt son muy diferentes de lo que puede escucharse en una reunión privada. El núcleo del sawt está presente (el cantante que se acompaña a sí mismo con el ‘ud y los ritmos motivadores), pero los arreglos son más elaborados y el sonido es lo que podría llamarse “música popular panarábica”. El uso de instrumentos occidentales y ritmos innovadores, como una versión de la rumba estilo árabe, podría ser una influencia egipcia. 

Mediante la combinación de los sonidos del ‘ud, violín y tambores, los miembros del conjunto Muhammad bin Faris se dedican a mantener viva la tradición del sawt característica de la región oriental de la Península Arábiga, junto con músicos que tocan el qanun (cítara árabe), el ney (flauta de madera) y el teclado eléctrico, todos acompañando a los vocalistas.
Los percusionistas del conjunto Muhammad bin Faris se saben la música de memoria, así como los demás conocen los patrones a palmear que también forman parte del sawt. Al preludio instrumental le sigue una canción y luego el tawshihah o coro.

El objetivo del grupo es modernizar el sawt para mantener viva la tradición. La mayoría de las canciones serían conocidas para los músicos que tocan en un majlis, ya que se trata del mismo repertorio y la misma tradición. De cualquier forma, después de una función del conjunto, uno se pregunta si este sawt modernizado es realmente auténtico. 

En este caso, también resulta útil trazar una comparación con el blues norteamericano: los puristas sostienen que el blues auténtico solamente proviene de un hombre del delta del Mississippi que canta y toca una guitarra acústica, pero otros opinan que cuando B. B. King toca la guitarra eléctrica acompañado de un conjunto grande en un teatro de Nueva York, eso también es “auténtico”. Para sobrevivir y crecer, las tradiciones evolucionan e incorporan nuevos elementos, y dejan en manos de cada oyente la determinación de la autenticidad. 

Khalifa al-Jumeiri, vocalista y ejecutor del ‘ud, se concentra ya que comienza la canción.
Khalifa al-Jumeiri, vocalista y ejecutor del ‘ud, se concentra ya que comienza la canción.

Sin lugar a dudas, en el conjunto Muhammad bin Faris se reafirma el estilo antiguo del sawt. La distinción entre “público” y “músicos” está impuesta por el propio diseño del auditorio, en el que la banda toca sobre un escenario y hay asientos para el público, pero los espectadores del sawt no permanecen sentados y quietos. Existen los mismos llamados a los músicos, el seguir las canciones y casi lo mismo de palmeadas. Y es común que uno o dos hombres dejen sus asientos y bailen frente a los músicos, como si se tratara de una sesión de música entre amigos. 

El propio Bin Faris aún es famoso, no sólo en Baréin sino en toda la región del Golfo. La casa donde vivió se encuentra al lado del auditorio: una preciosa edificación de estilo antiguo que el Shaikh Ebrahim Center ha restaurado y ha convertido en un pequeño museo que conmemora su vida y su profesión. Allí se exhiben sus instrumentos, sus discos de 78 RPM y otros objetos de interés. 

Muharraq puede considerarse la cuna del sawt en Baréin. No solo Faris nació aquí, sino también muchos otros grandes músicos del sawt, lo que incluye al violinista y ejecutor de ‘ud ‘Aref Busheiri, el músico principal actual del conjunto Muhammad bin Faris. La mayoría de las personas conocen Muharraq como la sede del aeropuerto de Baréin, pero sus orígenes se remontan a 5.000 años atrás. Fue la capital de Baréin hasta 1923, cuando los británicos trasladaron la sede del gobierno a Manama. En la actualidad es un área urbana con alta densidad de población que, aunque no mide más de 4 kilómetros cuadrados (1,5 millas cuadradas) de superficie, alberga a casi 200.000 habitantes. Está dividida en distritos denominados firjan y se dice que un nativo de Muharraq puede adivinar de dónde es una persona por su acento. Este es el lugar en el que, en el siglo pasado, los mercaderes de perlas y la familia gobernante construyeron sus casas, de las cuales el Shaikh Ebrahim Center ha restaurado 10, incluyendo la de bin Faris. 

Muhammad bin Faris Al Khalifah (su nombre completo) nació en 1895 como parte de la familia gobernante de Baréin. Era nieto de Shaykh Muhammad bin Khalifah, que gobernó desde 1843 hasta 1868. Cuando era adolescente, aprendió a tocar música con su hermano. Pero más tarde, viajó a Bombay para seguir a su mentor musical, ‘Abd al-Rahim al-‘Asiri. En Bombay, se unió a una gran población de árabes expatriados, en su mayor parte yemeníes que trabajaban como marineros o soldados para la administración británica.

Los músicos como Muhammad bin Faris estaban en la cumbre de sus profesiones cuando la industria de las grabaciones comerciales echó raíces.Esto era un camino poco común para un joven de tales orígenes, por lo que con frecuencia se describe como “oveja negra“. Sin embargo, su estadía en Bombay le amplió su lenguaje musical y le permitió desarrollar su propio estilo de sawt, escribir sus propias composiciones y agregarlas al corpus de canciones de sawt. 

Cuando regresó a Baréin, bin Faris fue muy solicitado como cantante. Adquirió dos alumnos que también se convirtieron en dos de los más grandes músicos populares de Baréin en el siglo XX: Muhammad Zuwayyid y Dhahi al-Walid. Entre los devotos del sawt, con frecuencia bin Faris y al-Walid se analizan juntos debido a su relación turbulenta. 

Aunque al-Walid comenzó como alumno de bin Faris, se convirtió en colega de su maestro y con el tiempo en su competidor. Eran una pareja bien dispareja: mientras que bin Faris pertenecía a la familia gobernante, al-Walid era hijo de un esclavo de África Oriental. A bin Faris le fastidiaba tener que tratar a al-Walid como a un igual, especialmente cuando lo superó musicalmente. Se dice que bin Faris, que murió en 1947, ensayaba sus canciones en secreto para que al-Walid no las escuchara y produjera mejores versiones.

El sawt, como el blues de Estados Unidos, combina letras que suelen hacer referencia a añoranzas y nostalgias, con ritmos catárticos de gran complejidad, para el gozo de los oyentes-participantes de todas las edades. El sawt, como el blues de Estados Unidos, combina letras que suelen hacer referencia a añoranzas y nostalgias, con ritmos catárticos de gran complejidad, para el gozo de los oyentes-participantes de todas las edades.
El sawt, como el blues de Estados Unidos, combina letras que suelen hacer referencia a añoranzas y nostalgias, con ritmos catárticos de gran complejidad, para el gozo de los oyentes-participantes de todas las edades.

Aunque los orígenes del sawt se remontan a Abdallah al-Faraj, en Kuwait, el estilo fue refinado y popularizado más tarde por estos músicos, que tuvieron la buena fortuna de estar en la cumbre de sus profesiones cuando la industria de los discos comerciales echó raíces en el Medio Oriente. 

En las décadas de 1920 y 1930, las economías de los países del Golfo estaban en pleno crecimiento debido al surgimiento de la industria del petróleo y había dinero suficiente para gastar en novedosos accesorios de entretenimiento como el fonógrafo. Las empresas europeas como la londinense His Master’s Voice sabían que para vender los fonógrafos en nuevos mercados, como el Golfo, era necesario ofrecer grabaciones que las personas desearan escuchar. Esto significaba grabar discos de artistas locales como parte de la estrategia comercial de las empresas de fonógrafos. Gracias a esto, en la actualidad contamos con una buena cantidad de grabaciones de la música popular de ese periodo. 

Muharraq, cuna del sawt y hogar de unos 200.000 habitantes y del museo casa de Muhammad bin Faris, es una de las ciudades más históricas de Baréin.
Muharraq, cuna del sawt y hogar de unos 200.000 habitantes y del museo casa de Muhammad bin Faris, es una de las ciudades más históricas de Baréin.

El primer artista de la región del Golfo en hacer discos comerciales fue ‘Abd al-Latif al-Kuwaiti, que en 1927 grabó 10 canciones en Bagdad para la empresa libanesa Baidophon (el sello que también grabó al gran cantante egipcio Umm Kulthum) y luego para otros sellos discográficos. La popularidad de estas grabaciones animó a otros sellos discográficos a ingresar al mercado y grabar a otros artistas de la región del Golfo, lo que incluyó en 1929 o 1930 al alumno de bin Faris, Muhammad Zuwayyid, y en 1932 a Muhammad bin Faris y Dhahi al-Walid.

Sería engañoso analizar el sawt en referencia a los músicos de tan solo uno o dos países. Es parte de la esencia del sawt hacer caso omiso a las fronteras nacionales: tiene influencias de muchos lugares y, a pesar de que nació en los salones urbanos de Kuwait, se remonta a tiempos mucho más lejanos. Se desarrolló como la música de marineros y comerciantes que viajaban por la región y recibió influencias de toda la zona del Golfo y el océano Índico. La música de Salim Rashid Suri, de Omán, es un buen ejemplo. 

Salim Rashid Suri nació alrededor de 1910 en Sur, una ciudad portuaria de Omán que mantenía un intercambio comercial con Yemen, África Oriental, Zanzíbar, la India y otros puertos de la región occidental del Golfo. Mostró interés por la música a temprana edad, pero su familia lo persuadió para que no siguiera esa profesión. De hecho, se dice que su hermano lo amenazó con un arma para que renunciara a la música. Trabajó como marinero y finalmente se estableció en Bombay, donde aprendió el sawt a través de otros músicos y de grabaciones de ‘Abd al-Latif al-Kuwaiti.

Allí formó su reputación como cantante y se volvió popular entre los expatriados árabes. En la década de 1930, fue contactado por una división local del sello discográfico His Master’s Voice y realizó una serie de grabaciones. También grabó para otros sellos discográficos. Para ese entonces, Suri estaba trabajando como encargado de calderas en barcos de vapor y posteriormente trabajó con comerciantes árabes en Bombay como intermediario mercantil y traductor. Después de la independencia de la India, en 1948, se estableció en Baréin, donde en la década de 1960 creó su propio sello discográfico, Salimphone, un nombre que, con poca modestia, reflejaba el suyo. 

El museo, que se encuentra en el lugar de su antigua casa, rinde tributo al legado de música y grabaciones de bin Faris.
El museo, que se encuentra en el lugar de su antigua casa, rinde tributo al legado de música y grabaciones de bin Faris.

Salimphone grabó discos de Muhammad bin Faris, entre otros. El sello discográfico no sobrevivió a la transición de la industria a discos de 45 RPM, y Suri volvió a Omán en 1971, donde falleció en 1979. En sus últimos años, recibió reconocimiento como un gran cantante: hizo presentaciones en la televisión de Omán y fue designado asesor en asuntos culturales por el gobernante del país, el sultán Qaboos bin Sa‘id. 

Suri era un tradicionalista del sawt. Escribía sus propias canciones y no le gustaba volver a interpretar a los clásicos. “Cantaba exactamente como era”, explica su hijo Sa‘id Salim ‘Ali Suri.  “Nunca hacía cambios”.

Las grandes figuras del sawt son la columna vertebral de la tradición, que aún permanece viva a través de las canciones que estos músicos cantaron y grabaron, y entre los que aún tocan sawt. Sin embargo, en las últimas décadas, con la llegada de los medios digitales y el dominio en apariencia omnipresente de las estrellas de la música pop panarábica (incentivado, irónicamente, por la cadena Sawt al-Khaleej), no ha surgido una nueva figura de importancia para ocupar un lugar entre los maestros del sawt, de los cuales la mayoría ya habrían muerto para 1980. (Sin embargo, esto es discutible, puede decirse que el último músico de esa jerarquía fue Awad Dookhi, de Kuwait, que falleció en 1979). En la actualidad, nadie parece estar escribiendo nuevas canciones de sawt.

Los retratos alineados en una pared del museo Muhammad bin Faris en Muharraq muestran a prominentes músicos y cantantes folclóricos de Baréin, entre los que se incluyen (desde la izquierda) Ali Khalid, Yousif Fony y Muhammad Zuwayyid.
Los retratos alineados en una pared del museo Muhammad bin Faris en Muharraq muestran a prominentes músicos y cantantes folclóricos de Baréin, entre los que se incluyen (desde la izquierda) Ali Khalid, Yousif Fony y Muhammad Zuwayyid.

Hace muchos años, cuando hacía una investigación de la música popular en Omán, le pedí al propietario de una tienda de casetes grabaciones de sawt. “Es música para ancianos”, me respondió con desdén. Y hay algo de cierto en eso. Aunque el conjunto Muhammad bin Faris busca modernizar el sawt, hay muchos devotos que aceptan esas innovaciones pero de todas formas prefieren conservar el estilo antiguo, tal como el sawt se grababa en las décadas de 1930 y 1940. Me cuenta el cantante de Baréin Ahmad Jumeiri que el sawt se tocaba de manera simple, en una reunión privada, ese era “el verdadero sawt”. 

Independientemente de dónde se toque el sawt en nuestra actualidad, la música del Golfo trasciende desde el pasado hasta el presente, desde las voces de los buscadores de perlas y los marineros que la improvisaban en sus embarcaciones hasta las sesiones semanales en vivo en Muharraq. Como afirmó un seguidor de Baréin, “Al escuchar a un cantante de sawt hoy en día, se escucha a Muhammad Zuwayyid, y en Muhammad Zuwayyid se escucha a Muhammad bin Faris, y en Muhammad bin Faris está presente Abdallah al-Faraj. Y en Abdallah al-Faraj se escuchan las antiguas formas del canto. Todo eso se puede escuchar en un cantante de sawt de la actualidad”.

Edward Fox Edward Fox (www.edwardfox.co.uk) es el autor de Crepúsculo en Palestina: el asesinato del doctor Albert Glock y la arqueología en Tierra Santa (Harper Collins, 2001) y otros libros. Vive en Londres. 
El reportero gráfico Hatim Oweida ([email protected]) cubrió noticias internacionales desde Londres durante 22 años. Actualmente es el jefe de fotógrafos de Saudi Aramco en Dhahran, Arabia Saudita.

 

 

Este artículo fue publicado en la página 22 de la edición impresa de AramcoWorld.

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This article appeared on page 22 of the print edition of AramcoWorld.

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