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Volumen 66, Número 4julio/agosto 2015

In This Issue

Vía Egnatia hacia Roma y Bizancio
Vía Egnatia hacia Roma y Bizancio

Texto de Louis Werner
Fotografías y video de Matthieu Paley

KM 1El camino parte de forma abrupta desde el río Shkumbin en la aldea Mirakë y la primera curva pronunciada aparece justo antes del cruce construido por los otomanos conocido en Albania como Ura e Kamares, o Puente de nichos. Avanza rápidamente 300 metros por la superficie del valle, donde está sujeto a erosiones frecuentes a causa de inundaciones, motivo por el cual la ruta es más elevada, antes de asentarse sobre una curva de nivel continua que se dirige casi directamente hacia el este.

Con frecuencia, pastores y leñadores en mulas pasan por estas montañas, y los cascos de los animales chacolotean sobre las piedras lisas, pulidas y hasta brillantes por el uso tan prolongado. Es un placer caminar por los kilómetros mejor conservados del camino, por momentos de cuatro metros de ancho y todavía bien pavimentado, el camino que aquí llaman Rruga Egnatia, que significa Vía Egnatia en albanés.


Menos del uno por ciento de la Vía Egnatia aún posee adoquines romanos, como estos cerca de Mirakë, en el este de Albania. Lado opuesto: Mujeres paseando por la costa en Durrës, Albania, el extremo oeste de la Vía Egnatia y el puerto principal del país en la actualidad. Extremo, a la derecha: Las casas en Durrës se emplazan entre las ruinas con vista al Canal de Otranto en el mar Adriático. A 72 kilómetros de la costa se encuentra Bríndisi, Italia, el extremo sur de la Vía Appia hacia Roma.  
Menos del uno por ciento de la Vía Egnatia aún posee adoquines romanos, como estos cerca de Mirakë, en el este de Albania. Abajo, derecha: Mujeres paseando por la costa en Durrës, Albania, el extremo oeste de la Vía Egnatia y el puerto principal del país en la actualidad. Parte inferior, derecha: Las casas en Durrës se emplazan entre las ruinas con vista al Canal de Otranto en el mar Adriático. A 72 kilómetros de la costa se encuentra Bríndisi, Italia, el extremo sur de la Vía Appia hacia Roma.  
Mujeres paseando por la costa en Durrës, Albania, el extremo oeste de la Vía Egnatia y el puerto principal del país en la actualidad.
Las casas en Durrës se emplazan entre las ruinas con vista al Canal de Otranto en el mar Adriático. A 72 kilómetros de la costa se encuentra Bríndisi, Italia, el extremo sur de la Vía Appia hacia Roma.

Hace dos mil años, al igual que hoy, la distancia más corta entre Roma y el Bósforo era una línea recta, la mayor parte por tierra. Esta línea, desde Bríndisi hasta el sudeste del tacón de la bota de Italia, cruzaba el Canal de Otranto del mar Adriático hasta la costa de Albania. Desde allí pasaba por las montañas de las antiguas Iliria, Macedonia y Tracia para llegar, más de 1100 kilómetros después, a Bizancio, como se llamaba Constantinopla antes de que el emperador romano Constantino le diera su nombre en el siglo IV d. C. y antes de que se convirtiera en Estambul en 1930. 

Esta línea está trazada por dos de las rutas más famosas de Roma: la Vía Appia, desde Roma hasta el sur de Italia, y la Vía Egnatia, hacia el este desde los Balcanes hasta Estambul. Si la Vía Egnatia era la ruta principal del Imperio Romano hacia el este, la que se usó mucho tiempo después de su caída, recobró vida bajo el mando de los otomanos, aún antes de conquistar Constantinopla en 1453, quienes invirtieron el tráfico y la convirtieron en uno de los caminos principales hacia el oeste, en especial durante las conquistas de los Balcanes a finales del siglo XIV. Como resultado, hoy en día muchas mezquitas, mercados, comedores comunitarios (imarets), caravansarais (hans) y baños (hammams) a lo largo de la ruta datan de aquel tiempo, cuando era conocida en turco como Rumeli Sol Kol, que significa literalmente “el brazo izquierdo de los Balcanes”. 

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Los geógrafos usaban la palabra dromocracia o “gobernar por el camino”, del griego dromos (de donde provienen aeródromo y velódromo en español), para describir la profunda dependencia del Imperio Otomano en su sistema de caminos. Al oeste de Constantinopla, estas rutas incluían la Orta Kol (Brazo Medio), del noroeste a Belgrado y la Sağ Kol(Brazo Derecho) desde el norte hacia Ucrania. Una vez le preguntaron a Mehmet el Conquistador, al irse de Constantinopla con su ejército hacia los Balcanes, adónde planeaba dirigirse. Su respuesta fue: “aun si un pelo de mi barba lo supiera, lo arrancaría”, lo que indica no solo la discreción de su misión sino también las opciones que ofrecían estas rutas. 

KM 7La ruta serpentea entre granjas con sus montones de heno y cercas rústicas que para las ovejas y las cabras. Las composturas de Mussolini durante la ocupación de Italia en la década de 1940 dificultan la distinción entre el entorno de piedras romano del otomano o del italiano, pero cada uno parece haber aprendido de su predecesor y todo refleja una obra de calidad. Sin embargo, las pendientes empinadas y los arroyos que forman cascadas implican un mantenimiento constante y, si no se cumple con el mantenimiento, la ruta se convierte en un sendero angosto y desvanecido. La entrada en el diario del poeta y pintor británico Edward Lear “caminos aterradores” y “precipicios formidables”, que escribió durante su viaje a este lugar en el verano de 1848, no dista demasiado de la realidad.

Lo que sabemos de la Vía Egnatia comienza con los registros romanos que incluyen tabulae o mapas de rutas en Latín; itineraria mutationum o listas de estaciones, también llamadas menzilhaneler en turco, donde los conductores podían cambiar de caballos; mansiones o posadas; y civitates o pueblos. Los otomanos, además de las listas de parajes, anotaban la entrada y la salida de mensajeros oficiales en registros conocidos como menzil defterler. Ambos imperios erigieron piedras con inscripciones de la distancia que faltaba recorrer entre las paradas intermedias a lo largo del camino. 

Es posible que las colinas irregulares alrededor de Dardhë, al oeste de la frontera con Macedonia, hayan estado en la mente de Ana Comneno, una princesa bizantina del siglo XI que escribió sobre “esos senderos serpenteantes en aquella región intransitable”.
Una torre veneciana en Durrës da cuenta de la accidentada y disputada historia de la ciudad.
Arriba: Es posible que las colinas irregulares alrededor de Dardhë, al oeste de la frontera con Macedonia, hayan estado en la mente de Ana Comneno, una princesa bizantina del siglo XI que escribió sobre “esos senderos serpenteantes en aquella región intransitable”.Arriba: Una torre veneciana en Durrës da cuenta de la accidentada y disputada historia de la ciudad.
Una de las varias docenas de aldeas, pueblos y ciudades a lo largo de la Vía Egnatia es Elbasan, Albania, donde una señal de tránsito (arriba) deja leer "Rruga Egnatia," o Vía Egnatia.
La construcción moderna en Elbasan se erige a pesar de la arqueología.
Una de las varias docenas de aldeas, pueblos y ciudades a lo largo de la Vía Egnatia es Elbasan, Albania, donde una señal de tránsito (arriba) deja leer Rruga Egnatia, o Vía Egnatia. Arriba: La construcción moderna en Elbasan continúa se erige a pesar de la arqueología.

Uno de los registros más completos se encuentra en el Itinerario de Burdeos, escrito a principios del siglo IV por un peregrino cristiano que iba rumbo a Jerusalén. Registra casi 50 puestos entre el Adriático y el río Maritsa, sobre la frontera actual entre Grecia y Turquía. Asimismo, un registro de impuestos otomano enumera 15 tramos desde Constantinopla hacia Salónica al oeste, de una distancia de 600 kilómetros, y otros siete que abarcan 380 kilómetros, más adelante, hacia Elbasan, Albania, hoy en día una modesta municipalidad de 125.000 habitantes a lo largo del río Shkumbin. El libro del correo de Keşan, en Tracia del este (hoy el noroeste de Turquía) cuenta con registros de 690 salidas para el año 1703, que incluyen 131 hacia Salónica y solo dos con destino a Elbasan. 

Algunos investigadores han intentado encontrar la ruta exacta y completa al vincular cada mutatio, mansio y civitas conocidos desde el tiempo del filólogo alemán Gottlieb Lukas Friedrich Tafel, cuyo estudio de la Vía Egnatia de 1842 aún no fue traducido del original en latín (y quién nunca se molestó en dejar Alemania para hacer la investigación). Hace poco, una guía turística de la fundación holandesa “Via Egnatia Foundation” incluye las suposiciones más precisas disponibles, así como consejos para hacer senderismo en los mejores tramos del pavimento original, que en total suman menos del uno por ciento de la ruta hoy en día y la mayor parte se encuentra en Albania.

Un mojón encontrado en 1974 en las afueras de Salónica, de alrededor de mediados del siglo II a. C., contiene una inscripción en latín y griego con el nombre Gaius Egnatiusm, el procónsul que se cree que construyó la ruta después de la conquista romana de Macedonia en la batalla de Pidna en 146 a. C.. (Más tarde, con frecuencia los mojones estaban grabados en honor al emperador gobernante). 

Un pastor (arriba) muestra la relación de uno de los sustentos más antiguos de la región con una de sus reliquias más nuevas y guía al rebaño hacia su refugio, un búnquer de cemento construido por Italia durante la Segunda Guerra Mundial cerca del pueblo de Babjë, al este de Elbasan.
Esta boda se llevó a cabo en la aldea de Dardhë.
Un pastor (arriba) muestra la relación de uno de los sustentos más antiguos de la región con una de sus reliquias más nuevas y guía al rebaño hacia su refugio, un búnquer de cemento construido por Italia durante la Segunda Guerra Mundial cerca del pueblo de Babjë, al este de Elbasan. Arriba: Esta boda se llevó a cabo en la aldea de Dardhë.

Por eso, recorrer tanto a pie como en taxi, autobús o automóvil los 1120 kilómetros completos de la Vía Egnatia, con más del doble de longitud de la Vía Appia, es tanto una lección de historia como un paseo. Desde la costa del Adriático hasta Estambul, la ruta atraviesa cuatro países modernos: Albania, Macedonia, Grecia y Turquía, así como varias docenas de pueblos, algunos en ruinas y otros todavía en prosperidad. Hoy en día la ruta es mucho menos transitada que en el tiempo del orador romano Cicerón, quien retrasó su partida de Salónica a Roma para permitir que una multitud de viajeros se retiraran de las atestadas mansios. Aún así, la calidad de la construcción y el mantenimiento regular siguen siendo evidentes, y las palabras de Procopio, cronista del reinado del emperador bizantino Justiniano en el siglo VI d. C. siguen vigentes hasta la fecha: “Los adoquines están hechos de una forma muy cuidadosa para formar una superficie lisa y pareja, además dan la apariencia de no estar simplemente puestas una al lado de otra, ni de estar perfectamente ubicadas, sino que lucen como si hubieran crecido juntas”.

KM 9Las vistas hacia el norte, a través del valle de Shkumbin, adoptan montañas aun más altas. La mayoría de ellas casi no tiene árboles debido a la gran demanda de leña de la zona. La ruta continúa en gran parte hasta unos 700 metros y luego atraviesa la aldea de Babjë, donde se puede oír el primer vehículo subiendo por los costados empinados de una ruta más abajo. Allí se encuentra otro puente otomano antiguo, el Ura e Golikut. Su forma poco común, en forma de rampa y con un lado más alto que el otro, se parece a la que figura en la portada de una conocida novela del prolífico escritor albanés Ismail Kadare, El puente de los tres arcos.

A veces las distancias en la Vía Egnatia se calculaban en millas romanas, cada una equivalente a 1,5 kilómetros (0,93 millas inglesas actuales) o, en otros casos, en general los otomanos, las calculaban en horas de viaje. Firmin O’Sullivan, que viajó por la ruta en 1970 en bicicleta y escribió The Egnatian Way (La Manera Egipcia), estimaba que un soldado romano podría haber caminado la ruta de 700 millas romanas en 45 días a un paso normal o en la mitad del tiempo andando a caballo, y un mensajero veloz podría haber completado el viaje entero, incluido el viaje por mar entre Albania e Italia y la Vía Appia, en tres semanas. En cambio por mar, alrededor del Peloponeso en el sur de Grecia y hacia el norte o el sur de la costa occidental de Italia, podría haber llevado de dos a tres meses, aun en la mejor temporada.

Un café en la aldea Qukës Skanderbej, entre Elbasan y Ohrid, abastece a los transeúntes de forma similar a como lo hacían muchas mansios, o posadas, y mutatios, o estaciones de cambio de caballos, en el pasado.
Un café en la aldea Qukës Skanderbej, entre Elbasan y Ohrid, abastece a los transeúntes de forma similar a como lo hacían muchas mansios, o posadas, y mutatios, o estaciones de cambio de caballos, en el pasado.

En la actualidad, pocos son los nombres de lugares o características que coinciden con los de la antigüedad, como es de esperarse en una parte del mundo que sufrió muchos cambios lingüísticos, religiosos e imperiales desde que los griegos colonizaron la región. No es extraño que el extremo occidental de la Vía Egnatia haya cambiado su nombre original en griego Epidamnos, colonia de Corcyra (la Corfú moderna), a Dyrrachium en latín, Dıraç en turco, Durazzo en italiano y finalmente Durrës en la actualidad. 

La zona frente a la playa en Durrës parece pertenecer (o tal vez aspirar a ser) más a la rivera italiana que a las elevaciones agrestes del interior de Albania, pero un anfiteatro romano, una torre veneciana, un foro bizantino, una mezquita otomana, un palacio cultural colonial italiano y una placa en una pared que conmemora un levantamiento comunista en contra del ejército fascista durante la Segunda Guerra Mundial dan cuenta de la accidentada historia de Durrës. Parece que la renovación que le proporcionó a la ciudad el emperador nativo Anastasio del siglo V no perduró mucho: apenas más allá de los cafés expreso y las panaderías börek en la costa, Durrës parece estar un poco descuidada. El viajero otomano del siglo XVII Evliya Çelebi, claramente desilusionado durante su visita, notó la falta de bazares, hans, jardines y viñedos, o incluso de baños públicos. “En pocas palabras”, escribió, “se trata de un destacado punto de agricultura tributaria, pero no de un pueblo muy próspero”.

Más al interior, otras cosas generan otro tipo de sorpresas. Lorenc Bejko, profesor de arqueología en la Universidad de Tirana que escribió sobre el alcance de la Vía Egnatia por parte de Albania dijo: “a pesar de lo que puede parecer el provincialismo de nuestra cultura de montaña, en realidad nuestra gente tiene tanto conocimiento sobre el mundo como aquellos que viven en la costa”. Si alguien camina por la Vía Egnatia de aldea en aldea, explica, es probable que le pregunten “¿Se dirige a Estambul?”

Entre las montañas de Albania y Macedonia, la ruta bordea la serena costa norte del lago Ohrid, cuya circunferencia, según notó el geógrafo al-Idrisi en el siglo XII, se recorría a pie en unos tres días.
Entre las montañas de Albania y Macedonia, la ruta bordea la serena costa norte del lago Ohrid, cuya circunferencia, según notó el geógrafo al-Idrisi en el siglo XII, se recorría a pie en unos tres días.

Según escribió Evliya sobre la gente que vive en la montaña, “todos los hombres jóvenes van armados porque esto es Albania y, que Dios nos ayude, aquí no se juega. Solo juran por su shpatë, su espada. Los que no son soldados ni marineros, sino campesinos, en general se van del pueblo a Estambul, donde trabajan como empleados profesionales en los baños públicos”. Sin embargo, a algunos les fue mejor: por lo menos 26 albaneses se convirtieron en importantes visires en el Imperio Otomano. Dada la actual economía sólida de Turquía, no es extraño que los adolescentes albaneses aún sueñen con ir a la ciudad situada al otro lado del camino. 

Y así, todavía prácticamente a la vista de Italia, uno comienza a planificar el viaje, siguiendo lo que el historiador clásico Max Carey llamó la mejor ruta de Albania hasta el siglo XX, luego por Macedonia y Grecia, en parte de forma paralela a una autopista moderna de 7 mil millones de euros llamada Odos Egnatia. Con una longitud de casi 300 kilómetros, o cerca de un tercio de la Vía Egnatia, pasa finalmente bajo la Puerta Dorada de Estambul, un arco de triunfo de tres salientes construido por Teodosio I, 40 años después de Constantino.

El poeta romano Ovid conocía muy bien esta ruta y escribió sobre ella desde su exilio al mar Negro en el año ocho d. C., mirando con nostalgia hacia el oeste, hacia su hogar. Su camino hacia el exilio lo realizó en parte por mar y en parte por tierra, después de llegar a Tempyra, ubicada apenas al oeste del río Maritsa, cerca de Traianópolis (actual Loutra). Marcada como una civitas en la Vía Egnatia, posee el han otomano más grande en pie hoy en día en los Balcanes y un kaplıca, o baño termal, con una doble cúpula, que aún sigue activo. 

Como escribió el poeta en el Libro Cuarto de sus Cartas al Mar Negro, que probablemente envió a Roma por las Vías Egnatia y Appia:

Es un largo camino; tus pies avanzan por un camino irregular,
y la tierra yace escondida bajo la nieve invernal.
Una vez que has cruzado la Tracia congelada, la cordillera de los Balcanes cubierta de nubes,
y las aguas del mar Jónico,
entonces, en diez días o menos, sin apresurar el viaje,
llegarás a la ciudad imperial.

Una iglesia bizantina se sitúa en la cima de un acantilado con vista al lago Ohrid.
Un balcón permite que los turistas actuales disfruten de la cascada en Edessa, Grecia. 
Arriba: Una iglesia bizantina se sitúa en la cima de un acantilado con vista al lago Ohrid. Arriba: Un balcón permite que los turistas actuales disfruten de la cascada en Edessa, Grecia. 

No se equivocaba al mencionar la nieve invernal de la Tracia congelada, ya que la ruta pasa por el monte Pangeo, que a 1.956 metros es lo suficientemente alto como para atrapar a los turistas durante una tormenta. Un proverbio albanés dice una dura verdad sobre el implacable paisaje: “Si emprendes un viaje, deberás cruzar llanuras, montañas y rocas”.

La ruta al norte del valle del río Shkumbin en el centro de Albania pasa primero por el pueblo de Peqin, identificado como la mansio Clodiana. Evliya Çelebi mencionó su torre del reloj y mezquita otomanas. Allí, un ramal de la Vía Egnatia con destino al norte, desde el pueblo romano de Apolonia, hoy en día abandonado (uno de los tantos pueblos que dan nombre al mundo romano), se unía a la ruta principal. Fiel a una guía de viajes, fuera del pueblo es posible divisar un puente romano así como los primeros adoquines romanos desde la partida de Durrës. 

Fatmir Muho es un taxista de 43 años de edad que vive en el siguiente pueblo, Elbasan. También fue camionero de larga distancia y es por eso que conoce todas las rutas de la región, tanto las mejores como las peores. La descripción despectiva que hace de algunas no dista tanto de la del investigador alemán del siglo XIX, Tafel, quien sin querer ser irónico dijo lo siguiente sobre las rutas romanas que atravesaban los Balcanes: “estas grandes rutas no parecen haberle brindado a la civilización todos los servicios que se pueden obtener de las rutas hoy en día”. Sin embargo, fue Ana Comneno, una princesa bizantina del siglo XI, quien lo explica de forma más clara y simple en la Alexiada, una crónica del reino de su padre, el emperador Alejo, al escribir sobre “esos senderos serpenteantes en aquella región intransitable”.

Muho habla de días no tan lejanos, bajo el mando del comunismo, cuando se guiaban a los caballos al otro lado de la frontera con Macedonia para venderlos. Los caballos albaneses, explica, se usaban para trabajar y demandaban precios más altos en Macedonia, por lo que los caballos macedonios menos sanos y más baratos eran llevados de vuelta del otro lado de la frontera para ser sacrificados. En los controles aduaneros no se daban cuenta si los mismos caballos que cruzaban no regresaban después, razón por la que los comerciantes albaneses se ganaban la vida vendiendo sus bienes a un precio alto allí, comprando los bienes de otros a un precio más barato y llevándolos de vuelta, sin pagar un centavo de impuestos. 

Este conductor profesional no menciona si los caballos eran llevados a la izquierda del camino, como se hacía con los carros de bueyes en la época de los romanos. Algunos dicen que la costumbre de conducir por la izquierda en el Reino Unido es un remanente de la ocupación de los romanos.

KM 18Los adoquines, como barras de pan recién horneado, reaparecen de vez en cuando a través de más campos y prados. El camino se hunde y las casas se ensanchan nuevamente formando la aldea de Dardhë, donde los apriscos están protegidos por perros ovejeros de Iliria, una raza de perros guardianes con pelaje leonado en el cuerpo y negro en la cabeza conocidos en Macedonia como Šarplaninec, o perro del monte Šar. Después de un día de caminata, una cama en la escuela local es bien recibida aun si los perros ladran toda la noche bajo la luna llena.

Al pasar por el norte de Grecia, la Vía Egnatia atraviesa su segunda ciudad más grande, Salónica, donde se encuentra el Arco de Galerio, derecha, ubicado en la intersección de las calles Egnatia y Gounari. 
Al pasar por el norte de Grecia, la Vía Egnatia atraviesa su segunda ciudad más grande, Salónica, donde se encuentra el Arco de Galerio (arriba) ubicado en la intersección de las calles Egnatia y Gounari. 

El pueblo de Ohrid se encuentra al norte de Dardhë, al lado del lago homónimo rodeado de montañas de 700 metros de alto, donde las elevaciones más alejadas alcanzan más de tres veces su altura. Ohrid es la Líhnidos de los romanos, con un anfiteatro y un castillo en la cima de una colina, y hoy en día en verano recibe una gran cantidad de europeos en búsqueda de sol, que no llegan por la Vía Egnatia sino que lo hacen en avión.

El geógrafo árabe del siglo XII al-Idrisi escribió sobre Ohrid: “el pueblo es destacable por la importancia de su prosperidad y comercio. Está construido en un bello acantilado cercano a un gran lago donde muchos pescan en botes. Alrededor del lago hay mucha tierra cultivada, situada al sur del pueblo. Su circunferencia toma apenas más de tres días”. La descripción de Edward Lear de la plaza principal (“minaretes blancos y llanos tupidos salpicados por los alrededores”) evoca la vista actual, que también capturó en una acuarela situada afuera de la mezquita de Ali Pasha, cerca de un plátano aún en flor. 

Desde Ohrid hasta Bitola, la ruta era conocida como Manastir por los otomanos y como Heraclea Lyncestis por los romanos. Atraviesa la zona central de los valacos, que aún hoy hablan un idioma de origen latín proveniente de los colonos romanos. Según Fotini Tsimpiridou, antropólogo griego de la Universidad de Macedonia en Salónica y especialista en minorías étnicas balcánicas, los valacos son tan abiertos a los extranjeros como lo son de recluidos los pomacos, musulmanes eslavos de Bulgaria. Parece adecuado que la Vía Egnatia, construida por sus propios antepasados trotamundos, atraviese su territorio local.

Río arriba, después de un puente otomano que podría ser el gemelo del otro más conocido en Mostar, Bosnia, se puede llegar a la frontera de la República de Macedonia en Qafë Thanë, un pasaje en la montaña al este del lago Ohrid y tal vez el “Pons Servilii” que figura en la Tabula Peutingeriana. El viaje continúa hacia la región de Macedonia griega, un tanto confusa a nivel léxico. Se trata de la tierra de Alejandro Magno, su padre Filipo II y su familia, la dinastía argéada. Pero sin ser superados por los griegos están los turcos, que reclaman la región como la sede de un valorado linaje propio, los Evrenosoğuları, liderados por Gazi Evrenos Pasha, el ucbey, o señor de la marcha, que conquistó los Balcanes a finales del siglo XIV como general bajo el mando del nieto del primer sultán de la dinastía otomana, Osman I. Evrenos fundó la ciudad Yenice-i Vardar, “nuevo [pueblo] del [río] Vardar”, hoy llamado Giannitsa. En la actualidad, su tumba fue transformada en una creación neoclásica frívola y blanqueada. Algunos biógrafos estiman que la edad del hombre que yace allí era de 129 años, pero todo lo que se sabe es que murió en 1417.

Más al este, en Kavala, este acueducto construido por los otomanos estuvo a cargo de Solimán el Magnífico en el siglo XVI.
Escrito en latín y griego, este detalle en un mojón encontrado cerca de Salónica deja leer Gaius Egnatius, el senador romano y gobernador de Macedonia que lideró la construcción de la Vía Egnatia en el siglo II a. C.
Arriba: Escrito en latín y griego, este detalle en un mojón encontrado cerca de Salónica deja leer Gaius Egnatius, el senador romano y gobernador de Macedonia que lideró la construcción de la Vía Egnatia en el siglo II a. C. Arriba: Más al este, en Kavala, este acueducto construido por los otomanos estuvo a cargo de Solimán el Magnífico en el siglo XVI.

El sitio era una parada importante en el sistema de rutas otomano. Realizado 1500 años después que la Vía Egnatia, el centro de Yenice-i Vardar se encuentra a unos kilómetros de la vía construida por los romanos, sin señales cercanas de esta, aunque sus monumentos otomanos, como una torre del reloj que data de 1753, la mezquita de Ilahi con su minarete aún en pie (poco común en esta parte de Grecia) y un hammam, todavía siguen allí a pesar de su condición deteriorada.

La ruta vuelve a aparecer unos seis kilómetros más allá de Giannitsa, en Pela, la ciudad donde nació Alejandro, Aristóteles enseñó y Eurípides escribió Las Bacantes, considerada una de las mejores tragedias griegas. Para la época de la conquista romana la ciudad ya no era tan importante y un terremoto en el siglo I no contribuyó a que se viera como una parada digna, ya que se encontraba cerca de allí Salónica, una ciudad mucho más grande hacia el este.

El viejo museo de Pela hoy funciona como fábrica de bisutería que abastece a las tiendas de suvenires de todo el país. Copias de yeso de la Venus de Milo de todos los tamaños recuerdan lo que dijo el historiador romano Livy sobre el botín de guerra de Macedonia al caer derrotada ante los romanos: “se encuentran estatuas, pinturas, cosas raras exhibidas... realizadas con gran esfuerzo en el Palacio de Pela”.

KM 22Se presentan como una incongruencia discordante: búnkeres antitanques de cemento construidos por el dictador comunista Enver Hoxha en respuesta a su miedo injustificado de una invasión por parte del ejército comunista vecino liderado por el Mariscal Tito de Yugoslavia. Actualmente, muchos de ellos han sido derrumbados y el hierro de su estructura se recolectó y lo cargaron en mulas para ser reciclado en el valle. Otros se utilizan como corrales de ovejas y cobertizos de heno.

Moderna y antigua, la Vía Egnatia no solo conecta los imperios oriental y occidental, sino más de dos milenios de historia en 1.120 kilómetros, según atestigua una señal encontrada entre las ruinas de Filipos, Grecia.
Un cartel moderno en la autopista, arriba, que hoy en día recorre casi 300 kilómetros del viejo camino en el norte de Grecia y sur de Turquía.
Moderna y antigua, la Vía Egnatia no solo conecta los imperios oriental y occidental, sino más de dos milenios de historia en 1.120 kilómetros, según atestigua una señal encontrada entre las ruinas de Filipos, Grecia, arriba, y un cartel moderno en la autopista, arriba, que hoy en día recorre casi 300 kilómetros del viejo camino en el norte de Grecia y sur de Turquía.

Más allá de Pela, Salónica es la segunda ciudad más grande de Grecia. En tiempos romanos era la más grande y estaba tan abarrotada de tráfico que la Vía Egnatia la rodeaba formando una especie de circunvalación. Pero la historia aún logra filtrarse en la nomenclatura moderna, por lo que naturalmente odos, que significa “ruta” en griego, Egnatia se extiende de este a oeste a cuatro calles desde la costa, muy cerca del Arco de Galerio, construido por un campesino del Danubio, luego convertido en emperador romano a principios del siglo IV. En la misma calle se hallan dos monumentos otomanos: la mezquita de Hamza Bey, que data de 1468 y está siendo restaurada, y Bey Hamami, los llamados Baños del Paraíso, hoy en día cerrados, de 1444.

Salónica es también el lugar de nacimiento del fundador de la actual República de Turquía, Mustafa Kemal Ataturk, cuyo hogar familiar es hoy en día un museo integrado al Consulado de Turquía. Las relaciones entre Grecia y Turquía siempre han sido difíciles, pero la fusión de cocina, arquitectura e idiomas en esta ciudad de algún modo parece lo más adecuado gracias al papel de la Vía Egnatia de reunir a tantas personas en un mismo lugar. 

El antropólogo Fotini Tsimpiridou considera a su abuela Efthalia una inspiración intelectual. Efthalia se mudó de Keşan, Turquía, a una aldea al otro lado del río Maritsa en la década de 1920. “Era una mujer simple”, dice el profesor, “pero muy sabia, porque siempre supo la verdad a pesar de la historia que intentaban contarle. Solo Turquía era su patriada, como la llamaba con nostalgia e identificación cultural, ya que venía de Keşan y no les creía a los funcionarios cuando daban nombres como Nea Kessani (‘Nueva Keşan’) a las aldeas más modernas fundadas al otro lado de la frontera”. 

Al este, la ruta terminaba (o comenzaba hacia el oeste) en Estambul, donde atravesaba las murallas de la ciudad, arriba, en un sitio llamado Porta Aurea, o Puerta Dorada. La porción de muralla se encuentra en el área de Yedikule, que en turco significa “Siete torres”. 
Al este, la ruta terminaba (o comenzaba hacia el oeste) en Estambul, donde atravesaba las murallas de la ciudad, arriba, en un sitio llamado Porta Aurea, o Puerta Dorada. La porción de muralla se encuentra en el área de Yedikule, que en turco significa “Siete torres”. 

Tsimpiridou también cita el caso del autor de libros de cocina Nicholas Tselementes, que durante esos años intentó “helenizar” lo que siempre habían sido consideradas recetas intercambiables griegas y turcas para realizar platos caseros básicos. En realidad las volvió más “francesas” y menos “turcas” al agregar salsa bechamel a la musaca, por ejemplo, y es por ello que los cocineros griegos más astutos han intentado quitársela desde entonces.

Más al este, la Vía Egnatia pasa por la mansio Apolonia (que no debe ser confundida con Apolonia, Albania) donde se hallan las ruinas de un hammam y han otomanos. Luego continúa hacia la civitas de Anfípolis, donde una tumba recientemente excavada ha entusiasmado a los políticos con la posibilidad de que pertenezca a un general o descendiente de Alejando Magno, cosa que le daría aún más poder a Grecia para reclamar su legado macedonio.

KM 26Al amanecer, después de partir de Dardhë en el camión de un leñador, cuesta arriba, pronto cruzamos el pavimento característico de Rruga Egnatia y de nuevo retomamos el camino hacia el este a pie. Pastores, campos sembrados de maíz y más pajares apilados alrededor de un barrote nos llevan a la aldea de Qukës Skenderbej (Alejandro Bey), llamada así por el héroe albanés del siglo XV, un noble que formó parte del ejército otomano antes de escapar y enfrentarlo para liberar a su nación, que a su vez se lo nombró de esta forma en honor a Alejandro Magno. El castillo, otra obra de Ismail Kadare, relata su historia a través de la mirada turca y su estatua domina la plaza central de la capital, Tirana.

A través de las laderas del este de Macedonia y el oeste de Tracia, con dirección hacia la frontera con Turquía, la gran autopista Odos Egnatia corta como un cuchillo. También cobra peajes considerables. Esto permite acelerar por las paradas antiguas presentes en el Itinerario de Burdeos (la mutatio Rumbodona, la civitas Empyrum, la mansio Herconstroma, etc.) sin tentarse al pasar por las salidas de la autopista. Tampoco sería de gran beneficio, ya que la ubicación exacta de estos sitios todavía no se conoce. La construcción de la autopista ayudó a desenterrar algunos sitios cercanos al pueblo de Asprovalta, probablemente la mutatio Pennana, aunque otro lugar cercano fue cubierto en 1980 por una pista de motociclismo.

Originalmente, la Vía Egnatia se construyó solo en la mansio Cypsela, hoy Ipsala, en la costa turca del río Maritsa. Debido a que el camino se conectaba de manera informal con otras rutas más antiguas que luego mejoraron los romanos, solo se sabe sin una fecha exacta que se extendió luego hasta Bizancio a través de la gran red de rutas nuevas, algunas paralelas a la costa del mar de Mármara, pasando por Tekirdağ y Silivri, otras hacia el norte a través de la ciudad de Adrianópolis (actualmente Edirne), para conectarse con la ruta hacia Belgrado, u Orta Kol. En la mayoría de los casos, solo se conocen los nombres de las paradas ubicadas entre Cypsela y Estambul. En la aldea de Marmara Ereğlisi, a solo 97 kilómetros de Estambul, todas las inscripciones en cuatro mojones comienzan con este simple saludo: “Buena suerte”, como advirtiéndoles sutilmente a los viajeros del oeste que no se fíen de los peligros y las tentaciones de la gran ciudad, que hoy en día son los mismos que los de la antigüedad.

KM 34Desde Qukës Skenderbej, la ruta desciende gradualmente hasta la superficie del valle. Allí, los vestigios del pavimento se desvanecen entre los restos de residuos industriales, fábricas cerradas y lóbregos edificios de viviendas producto del comunismo. La mejor forma de continuar de aquí en adelante, después de esta excursión por la montaña a través de la parte más remota e intacta de la Vía Egnatia en Albania, es con un vehículo hacia la frontera de la República de Macedonia, avanzando un poco más hasta llegar finalmente a Estambul; donde tantos pastores y leñadores jóvenes siempre han soñado ir. 

a Louis Werner (wernerworks@msn.com) es un escritor y cineasta que vive en Nueva York.
a El reportero gráfico Matthieu Paley (www.paleyphoto.com) se especializa en documentar las culturas y tierras montañosas en Asia Central y Turquía, donde vive.

 

Este artículo fue publicado en la página 20 de la edición impresa de AramcoWorld.

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