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Por Louis Werner / Fotografías por David H. Wells |
A CIUDAD DE BIJAPUR SE ENCUENTRA MUY ALEJADA DE LA RUTA TURÍSTICA NORMAL DEL CENTRO-SUR DE LA INDIA. DE HECHO, TAN ALEJADA, QUE NO FUE CONECTADA A LA RED DE FERROCARRILES DE TROCHA ESTÁNDAR DEL PAÍS SINO HASTA EN LA ÚLTIMA DÉCADA. ESTA CIUDAD, QUE FUE LA SEDE DE LA DINASTÍA ADIL SHAH, ERA LLAMADA ENTRE OROS NOMBRES COMO "AGRA DEL SUR" Y "PALMIRA DEL DECÁN".
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El mayor admirador occidental de la ciudad fue el coronel Philip Meadows Taylor, un inglés al servicio del gobernante de la cercana ciudad de Hyderabad. La descripción que él hace de Bijapur en la introducción de un libro de fotos publicado en 1866 por el precursor del Servicio Arqueológico de la India, sigue siendo apropiada en la actualidad: "Los palacios, arcos, tumbas, cisternas, pórticos, alminares..., todos ellos excavados de la rica roca basáltica de la localidad y engalanados con enredaderas, interrumpidas y desconectadas por árboles de ficus religiosa, son por sí solos una obra de arte y, en su conjunto, un verdadero tesoro".
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Las "videografÍas" de David Wells de los lugares que se muestran en este artículo le dan sonido y dimensión a Bijapur. Explórelas en el mapa que se incluye arriba. Ver el mapa en grande |
Bijapur fue uno de los cinco sultanatos de la meseta del Decán, en la zona central de India, que surgió a finales del siglo XV, tras el lento desmoronamiento del sultanato bahmánida, de 200 años de antigüedad, centrado en Gulbarga y Bidar. Pero Bijapur, que prosperó a la sombra del imperio mogol del norte, fue sin duda el más importante de los cinco en lo que se refiere al arte y la arquitectura. Gran parte del éxito de Bijapur se debe a que la mayoría de sus shah vivieron por largo tiempo, y dos de ellos estuvieron vinculados mediante el matrimonio con influyentes emperadores mogoles: Akbar el Grande, que reinó desde 1556 hasta 1605, y Aurangzeb (1659-1707).
Sin embargo, Aurangzeb no contento con ser un simple receptor de impuestos, puso fin a la independencia de Bijapur. Esto sucedió después que un asedio de año y medio rompió las puertas de la ciudad y depuso al último Adil Shah, Sikander, de 18 años de edad. Él murió 14 años después, en 1700, estando aun prisionero.
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Los gobernantes de la dinastía Adil Shah, situados entre el imperio mogol y el imperio hindú de Vijayanagar hacia ell sur, mantenían una orientación cultural equilibrada entre ambos, con algunas influencias del imperio otomano, sobre el cual exigían soberanía. Esto quedó plasmado en los remates de media luna —el diseño distintivo de los Adil Shah— presentes en muchas de sus tumbas. También hay otras influencias culturales: la persa y, con menor frecuencia, de África oriental, que aquí se denomina habshi o abisinia. Testigos de este vínculo son los árboles baobab de más de 300 años: Los baobabs, originarios de la sabana africana y cultivados a partir de semillas traídas por inmigrantes, salpican el paisaje circundante Decán con campos de rocas de granito y altas mesetas.
El estado sede de Bijapur, Karnataka, marca el lugar donde comienza el cultivo de granos de arroz y termina el cultivo de trigo, una división entre el sur y norte que también se refleja en la división entre las comidas típicas: los dosas y los chapatis. También marca la división entre la lengua indoaria del norte, el maratí, y la lengua dravídica del sur, el canarés o kannada. Aquí, la piedra verde de los edificios y el mármol blanco decorativo del norte se encuentran en las mezquitas junto a la siempre presente roca basáltica negra de la zona.
También se observan por todos lados elementos de una cultura ecléctica y aque lo abarca todo. Es posible encontrar elementos arquitectónicos hindúes en edificios musulmanes. Eslabones de cadenas tallados en piedra cuelgan de los cielos de los vestíbulos, imitando las cadenas del campanario del templo; las patas de los tronos hindúes se encuentran inscritas en las bases de las columnas de las mezquitas; y los soportes cuadrados escalonados del techo con capullos de flores de loto sostienen los aleros salientes de las tumbas musulmanas.
La influencia cultural fluyó en ambos sentidos. Hampi, la capital de Vijayanagar, situada 200 kilómetros al sur, contiene elementos arquitectónicos islámicos tales como arcos lobulados en su famoso Pabellón del Loto y en las cúpulas de sus establos de elefantes reales, y también presenta los mismos bajorrelieves de flores y zarcillos que tienen las mezquitas de Bijapur. Incluso en la actualidad, el 40 por ciento de la población del distrito de Bijapur es musulmana, en comparación con rl 13 por ciento en el país, lo que demuestra la fuerza y persistencia de su legado islámico.
Los historiadores especialistas en arte indio George Michell y el fallecido Mark Zebrowski han llamado a la meseta del Decán, "una de las regiones más misteriosas y desconocidas del país". A diferencia de lo que ellos denominan la "lógica", la "dignidad" y la "sobriedad" del arte mogol, ellos encuentran que el arte del Decán "se deleita en sueños y fantasías". No es de extrañar que Meadows Taylor, administrador colonial que fue uno de los novelistas favoritos de la reina Victoria, ambientara sus historias orientalistas en este lugar, y hace por Bijapur lo que los "Cuentos de la Alhambra" de Washington Irving hizo por Granada, en el sur de España.
"Cientos de historias de romance desenfrenado y realidad, que persisten en medio de los recintos reales, le serán narrados, si el visitante quiere oír, por los descendientes de aquellos que participaron en ellos, con un recuerdo tan afectuoso y vívido como las leyendas moras de la Alhambra", escribió en el álbum de fotografías de 1866.
l shah más importante de Bijapur, Ibrahim ii, reinó desde 1580 hasta su muerte en 1627. Una de sus hijas se casó con el hijo de Akbar, Daniyal, con lo cual cimentaron un fuerte vínculo, e Ibrahim patrocinó a los artistas del Decán como ningún otro gobernante, sobre la base de un florecimiento cultural que ya estaba en marcha. En 1565, el antecesor de Ibrahim, Ali i, había derrotado al imperio de Vijayanagar en la Batalla de Talikota. Como consecuencia de ello, los artistas hindúes llegaron en tropel a Bijapur y, en los años siguientes, la ciudad se convirtió en un crisol cultural tan importante como la Agra de Akbar.
En ningún otro campo esto fue más cierto que en la música. El mismo Ibrahim escribió un ciclo de 59 canciones en lengua urdu del Decán, ajustado a los modos musicales hindúes, conocido como el Kitab-e Nauras (Libro de las nauras). "Nauras", que significa 'nueve esencias' o 'nueve sentimientos' (literalmente 'nueve jugos'), era el lema de Ibrahim: Cada esencia representaba un estado del ser. En una de las canciones se apela a la diosa hindú de la música y el arte: "Ah madre Saraswati, es por medio de tus bendiciones sobre Ibrahim que las melodías y canciones de mis nauras serán apreciadas y seguirán iluminando a músicos sabios".
Deborah Hutton, historiadora experta en arte y autora de "Arte en la corte de Bijapur", ha analizado retratos de Ibrahim ii pintados desde 1590 hasta poco antes de su muerte, algunos de ellos obra del connotado pintor persa de la corte mogola, Farrukh Beg, que hoy se encuentran dispersos desde San Petersburgo hasta Praga, Londres, Bikaner y Teherán. En ellos se muestra a Ibrahim desde su juventud hasta la vejez, muchas veces con el collar de bayas de rudra seca de los sabios hindúes y su característico turbante cónico. En los retratos se observa el crecimiento de la barba y la cintura; pero, como señala Hutton, todos los retratos tienen una esencia poética más que histórica. En ninguno de ellos se lo muestra en batalla o sosteniendo una audiencia real en un momento o lugar específico.
Ibrahim construyó el monumento más importante de Bijapur, el Ibrahim Rauza, un complejo formado por una tumba, una mezquita, un estanque de agua y un zócalo elevado. A pesar de que fue construido antes que el Taj Mahal, se lo denomina el Taj del Decán, quizás porque Ibrahim construyó la tumba para su esposa, Taj Sultana, de la misma manera que Shah Jahan construyó el Taj Mahal para su amada esposa Mumtaz Mahal. A diferencia del Taj Mahal, que presenta líneas bien definidas y una silueta contenida, el Ibrahim Rauza es una maraña de remates bulbosos; macizos de alminares falsos, o minaretes; minaretes verdaderos de explanadas múltiples; e intrincados soportes de techo con decoración caligráfica de versos del Corán, poesía persa y mandamientos piadosos.
En la actualidad, Bijapur tiene la suerte de contar con una Sociedad Rotaria dedicada a la conservación de su patrimonio cultural. Su integrante más activo, Ameen Hullur, un diseñador de interiores incansable que se atrevió a reconstruir el trabajo de estuco del cielo de la mezquita de Chota Asar, a la cual el historiador excocés experto en arquitectura,Henry Cousens, describe como "notable por la abundancia de ricos adornos". Gran parte de la decoración se había desprendido cuando el proyecto de restauración comenzó hace algunos años, pero empleando los dibujos y las fotografías de los diseños que aparecen en "Bijapur y sus vestigios arquitectónicos", un libro escrito por Cousens en 1916, Hullur los reemplazó de manera impecable.
La familia de Hullur proviene de una casta de fabricantes de monedas reales que trabajaban para los Adil Shah y que acuñaron las monedas de oro más famosas de la dinastía, las hun-i nauras, para Ibrahim ii. "La armonía cultural que prevaleció durante el reinado de [los Adil Shah]... debería ser apreciada en la actualidad como un símbolo de unidad", él dice. Después de retirarse del ejército, el abuelo de Hullur se convirtió en el primer guía de habla inglesa de los monumentos de la ciudad.
ullur vive al otro lado del camino que lleva al lugar más imponente de Bijapur, el Gol Gombad, la tumba del hijo de Ibrahim ii, Muhammad (gobernó entre 1627-1656); el diámetro de su cúpula es tan grande como el de la Basílica de San Pedro de Roma. Cousens destaca su virilidad en comparación con las cualidades femeninas del Ibrahim Rauza.
Aquí todo está sobredimensionado, incluso el ensordecedor volumen de la denominada "galería de los rumores", situada debajo de la cúpula, el cual queda de manifiesto cuando los escolares entran al lugar. No obstante, sus grandes extensiones de césped les proporcionan a las familias un lugar donde poder reflexionar más tranquilamente sobre su grandeza, como sucede con los visitantes que se acercan, quienes pueden ver la tumba a 10 kilómetros de distancia.
Tanto el Ibrahim Rauza como el Gol Gombaz se encuentran fuera de los muros dobles interiores de la ciudad, lo cual le recuerda a los visitantes que no todo era paz en los tiempos de la dinastía Adil Shah. Las novelas de Meadows Taylor, basadas en gran parte en la Naurasnameh, la crónica sobre la corte de Ibrahim ii del historiador persa Muhammad Qasim Firishta, refuerzan este punto de vista. Firishta relata sobre los agitados años de regencia del shah niño, supervisado por su tía Chand Bibi, y habla sobre innumerables engaños y traiciones, de atrevidos escapes por sobre los muros con turbantes y fajas desenrollados usados a modo de cuerdas, de cegar los ojos de los enemigos y disparar sus cabezas cercenadas como balas de cañón.
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Esta inclinación por la sangre puede apreciarse hoy en día en el cañón de 50.000 kilogramos y 4,3 metros de largo, el Malik-e Maidan, o "rey del campo de batalla", el cual está asentado sobre uno de los baluartes del muro exterior de la ciudad. En su boca hay inscrito un león agarrando a un elefante entre sus dientes. El ruido del cañón, fundido en Ahmadnagar y arrastrado 240 kilómetros hasta Bijapur por 400 bueyes y 10 elefantes, era tan fuerte que los artilleros tenían que saltar a una piscina con agua después de encender la mecha para protegerse los oídos.
Henry Cousens, reconociendo que los periodos de paz creativa suelen venir seguidos de periodos de conflicto, quizás resume mejor las cualidades de Bijapur cuando escribe que, a pesar de las "incesantes guerras sin sus muros y las constantes reyertas entre distintas facciones en su interior... [cuando] el mismo aire olía a sangre... hubo periodos de relativa calma en los que se encontró el momento para erigir una de aquellas grandes moles de esplendor arquitectónico en honor a la memoria y gloria de sus reyes y nobles".
Así Meadows Taylor orientalizó la ciudad en su novela
A Noble Queen (Una reina noble). En una escena en la que se describe una audiencia real en el Gargan Mahal, o "Palacio del Cielo" de la ciudadela, Taylor escribe lo siguiente: "Era en sí misma una vista espléndida e impresionante al mismo tiempo; los trajes y las banderas de los grados de la infantería, entremezclados con caballerías del Decán, árabes, persas, uzbekas, circasianas, tártaras de diversas tribus, georgianas, turcas y muchos otros extranjeros, con una marcada división entre los beydurs [soldados locales] que no por ello eran los menos notorios o sobresalientes de este conjunto variopinto".
Abdul Gani Imaratwale, profesor de historia del Colegio Anjuman de Bijapur, no le da mayor importancia a estas cosas exóticas; no obstante, él reconoce que esto es lo que mantiene a la ciudad en el mapa de los turistas. De las rivalidades a veces implacables entre los sultanatos del Decán —él dice, con moderación irónica— "sus afinidades religiosas, de raza y cultura eran tenues". Aún así, elogia enormemente los logros artísticos de Ibrahim ii.
Si, recurriendo a otro epíteto, Bijapur fue la Florencia del Decán, entonces el Mihtar-i Mahal, la caseta de vigilancia de la mezquita, es con toda seguridad el equivalente al Baptisterio de Florencia. Del mismo modo que las puertas del Baptisterio son la obra maestra de la escultura de bronce de la ciudad, este pórtico de 2,25 metros cuadrados, coronado por alminares abulbados de 20 metros, contiene los tallados en piedra más hermosos de Bijapur. Sus riostras, soportes, pretiles, ventanas, balcones y salientes tienen inscritos leones montados sobre elefantes; flores, gansos y loros, algunos de los cuales están tallados de tal manera que parecen hechos de madera. Imaratwale menciona el Mihtar-i Mahal como la epítome de su ciudad: elegancia extrema al servicio incluso de una estructura relativamente sin importancia.
Su mayor orgullo es cuando da un recorrido por la capital del placer de Ibrahim: Nauraspur, una ciudad con nueve puertas situada tres kilómetros al oeste de los muros de la ciudad y abandonada después de un saqueo particularmente brutal acontecido apenas 25 años después de que fuera fundada en 1599. Aquí, nuevamente recurre a la palabra esencial de Ibrahim, "nauras", en sus sentidos filosófico y artístico. El Sagneet Mahal, un darbar o vestíbulo de dos pisos diseñado para presentaciones musicales, ocupa el centro de Nauraspur, e incluso estando en ruinas, es tan imponente —e inspirador— como una gran teatro romano.
al como escribió el shah en su ciclo de canciones: "Ah Ibrahim, el mundo solo busca el conocimiento. Servid con corazón resuelto y meditad sobre el poder de las palabras". En honor a su amada cítara con incrustaciones de perla, él cantaba: "Día y noche evoco en mi pensamiento las dulces notas de Moti Khan [el "señor perla"], como si mi oído fuera una balanza en la que peso azúcar".
Y en una despedida desgarradora a su elefante favorito, Ibrahim continúa la estrofa: "siendo separado de Atash Khan [el "señor fuego"], siento la angustia del fuego que arde... El pintor ha dejado su pintura; el poeta, sus alabanzas. Después de ver todo esto, Ibrahim queda en un estado de perplejidad entre ellos". Por coincidencia, nos han llegado retratos de Ibrahim montando a su elefante Atash Khan y tocando su cítara Moti Khan.
En un seguidilla de metáforas, el poeta persa Muhammad Zuhur ibn Zuhuri, contemporáneo de Ibrahim, escribió acerca de este: "Él ha ordenado eliminar del camino del discurso las piedras de las palabras inoportunas, y ha prohibido el uso de aquellas con las cuales los pies de la comprensión podrían tropezar". En un verso que capta tanto el momento del reinado de Ibrahim como la ciudad que él en gran parte construyó, Zuhur agrega: "Si hicieran el elixir de la alegría y el placer, ellos lo harían a partir del polvo sagrado de Bijapur".
No obstante, las palabras inscritas en letra caligráfica en teca, estuco y piedra en el exterior de la tumba que Ibrahim comparte con su esposa son, quizás, su legado escrito más importante, aunque estas palabras no le pertenecen. Algunas de ellas son del Sura 3, Verso 67 del Corán y hablan del profeta Abraham, el tocayo del shah "...quien se alejó de todo lo que era falso, habiéndose rendido ante Dios, y no era de quienes le atribuyen divinidad a otros aparte de Él".
Entremezcladas con los versículos del Corán y los versos poéticos, hay invocaciones de alabanza a la esposa de Ibrahim. Algunas de estas dicen: "Taj Sultana ordenó la construcción de esta tumba para que el Paraíso se asombre con sus bellezas", "Honrado como Zubeida [esposa de Harun al-Rashid] y ensalzada como Bilqis [reina de Sheba], adornó el trono y la corona de modestia", y "El cielo se asombró de la altura de su estructura y dijo: quizás otro cielo se ha alzado desde la tierra".
El hombre al que se le atribuye la supervisión de la construcción del Ibrahim Rauza fue el eunuco habshi Malik Sandal, cuya propia tumba simple, situada junta a la tumba de una dama —posiblemente la de su madre o esposa— yace en un patio situado dentro de los muros de la ciudad. El salón de oración cercano no podría ser más distinto a la mezquita de 15 naves situada junto al mausoleo de su maestro, o a la Jami Masjid, o mezquita del viernes de 36 naves, una de las más grandes del Decán, construida 60 años antes por Ali Adil Shah i. Su mihrab, o cámara de oración, profusamente adornada con pinturas al óleo de libros y vasijas, data de algunos años más tarde.
Un par de tumbas interesantes, las Jod Gombad, o Hermanas Gemelas, narran la historia de la caída de la dinastía de Adil Shah a manos de Aurangzeb. Una de las tumbas pertenece a Khawas Muhammad Khan, el general del penúltimo shah, Ali ii, y la otra a su
guía espiritual Abdul Razzaq Qadiri. Khawas Khan se había ganado el respeto de Aurangzeb, que en ese tiempo era un príncipe que tenía por misión conquistar el Decán, cuando en 1657 le permitió al mogol escapar con vida del campo de batalla.
Este acto de piedad fue considerado una traición por Ali ii, quien mandó matar a su general. Cuando Aurangzeb ascendió al trono mogol un año después e impuso fuertes tributos a Bijapur antes de iniciar una rotunda campaña de conquista, este ordenó que los pagos se usarán primero para construir una tumba a la medida del hombre que le había salvado la vida.
El otro regalo que Aurangzeb le hizo a la ciudad que conquistó fue un mapa urbano, que hoy se encuentra en el museo de Gol Gombaz, con dibujos detallados en colores de sus tres muros, muchas puertas y elevaciones de los edificios más importantes. Aurangzeb siempre había querido sitiar Bijapur; ahora podía sostenerla en sus manos como un manuscrito.
Unos 15 kilómetros al este de Bijapur, en Kummatgi, una zona turística rural situada junto a un gran lago, hay un conjunto de cinco pabellones octogonales de agua de dos pisos (actualmente en distintas etapas de reparación) donde los Adil Shah se relajaban, disfrutando duchas de rocío proveniente de estanques elevados presurizados. La casa de descanso del pabellón principal aún sigue en pie, decorada con pinturas desteñidas de jugadores de polo y cazadores, además de caballeros con trajes europeos —tal vez embajadores y comerciantes de Goa, cuyo control para 1510 había pasado de los Adil Shah a los portugueses—, lo cual parece indicar que Bijapur recibió influencias europeas e incluso del Nuevo Mundo.
Sabemos, a partir de cartas contenidas en los archivos de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Dutch East India Company), que un pintor llamado Cornelius Claeszoon Heda trabajó para Ibrahim ii en Nauraspur entre 1608 y 1617. Quizás él o sus estudiantes decaníes fueron los autores de estas pinturas y de otras similares presentes en el Asar Mahal, un edificio que posteriormente fue convertido en un relicario para los cabellos de la barba del profeta Mahoma. Y también sabemos, gracias a un embajador mogol de Bijapur, que los portugueses introdujeron el tabaco americano en ese lugar pocos años antes de que este llegara a Agra.
Es posible imaginarse a los shah usando los pabellones de agua como una forma de escapar de la rutina diaria de gobernar. Pero Bijapur nunca podría haber estado lejos de su pensamiento, y es probable que les gustara oír a los poetas de su corte recitar versos en honor a su cuidad. Estos podrían haberse asemejado al ghazal de varias coplas titulado "Sher-e Bijapur" ("Ciudad de Bijapur") que el poeta moderno Iqbal Asif, maestro retirado, recitó una noche en una mushaira, o reunión de poetas íntima en una casa particular:
Hay muchas ciudades buenas en el mundo,
Pero en ninguna de ellas encontrarás cúpulas como las de Bijapur,
Hablándole al cielo.
De muro fortificado a muro fortificado,
Tres de ellos, uno detrás del otro,
Es una ciudad de luces relucientes.
Sí, Bijapur sufrió daños a manos del tiempo,
Pero a pesar de todo, es una ciudad de gran coraje.
¿Por qué Asif no debería amar sus reliquias,
de esta ciudad deseo de sus ancestros?
Al final del poema, la llama simbólica que parpadeaba frente a la silla del poeta recitando fue apagada. Sí, las glorias de Bijapur han sido dañadas por el paso del tiempo. Sin embargo, sus ciudadanos, como, por ejemplo, Iqbal Asif, Ameen Hullur y Abdul Gani Imaratwale, nunca dejarán de querer sus reliquias de "gran coraje", edificios que siguen en pie, orgullosos, después de tantos años.
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Louis Werner (wernerworks@msn.com) es un escritor que vive en Nueva York y que hace recorridos turísticos a destinos en Oriente Medio.
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David H. Wells (www.davidhwells.com) es un fotógrafo
documentalista independiente asociado a Aurora Photos. Se especializa en comunicación intercultural y en el uso de luces y sombras en la narrativa visual. Frecuente realizador de talleres de fotografía, él publica el foro sobre fotografía The Wells Point en www.thewellspoint.com |