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Volumen 65, NĂºmero 1enero/febrero 2014

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De Arabia Saudita con amor - Por LEILA AL-HABBAL

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tobiaS kownatzki / razorfilm
La actuación de la actriz Waad Mohammed en su papel protagónico ha recibido elogios casi universales. Arriba: Ella encuentra la bicicleta verde que se convierte en su sueño.

Wadjda, de 10 años de edad, va camino a la escuela por la mañana en su barrio de Riad como de costumbre cuando Abdullah (su vecino y mejor amigo) se le acerca en bicicleta y, juguetonamente, le arrebata su bufanda. "¡Ven por ella!", la desafía. "Lo haría si tuviera una bicicleta", ella le grita. "¿Acaso no sabes que las chicas no andan en bicicleta?", responde Abdullah. Mientras lo ve alejarse en bicicleta, nace el sueño de Wadjda. Después, Wadjda le dice a Abdullah que ahorrará dinero para comprarse su propia bicicleta, y que entonces lo desafiará a una carrera. Su búsqueda, en contra de la desaprobación de su madre y de su escuela, pone en marcha una trama rica y compleja que arroja luz sobre la cultura y las costumbres sauditas, y sobre nuestra humanidad compartida. 

"Me motivó escribir esta historia para todas las niñas con las que crecí, que tenían mucho potencial pero que nunca tuvieron la oportunidad de aprovecharlo".—HAIFAA AL MANSOURLanzada el año pasado y ganadora, hasta la fecha, de 16 premios en todo el mundo, Wadjda es el primer largometraje de la directora saudita de 39 años Haifaa Al Mansour, el primero filmado por completo en Arabia Saudita con actores exclusivamente sauditas, el primero de una directora y la primera película saudita en ser postulada a los premios Óscar.

Al Mansour atribuye gran parte del éxito de su producción a los cambios sociales ocurridos en el reino. "No hubiera podido rodar esta película en Riad hace 10 años", nos dice. "Hay muchos motivos para estar emocionado y tener optimismo en el futuro del reino, y espero que esta película lo refleje".  

Al Mansour le da consejos a Abdulrahman Al-Gohani, quien hace el papel de Abdullah, y a Mohammed mientras ruedan en Riad.
tobiaS kownatzki / razorfilm
Al Mansour le da consejos a Abdulrahman Al-Gohani, quien hace el papel de Abdullah, y a Mohammed mientras ruedan en Riad.

Wadjda introduce a los espectadores en la vida de una familia saudita de clase media. Wadjda es hija única y asiste a una escuela religiosa tradicional para niñas, en la que es humillada severamente por la directora debido a sus sutiles rebeldías: zapatillas Converse de marimacho, casetes con recopilaciones de música pop, brazaletes trenzados con colores de los equipos deportivos y, lo más importante de todo, su estrafalario sueño de tener una bicicleta. La madre de Wadjda es una mujer encantadora cuyos largos y calurosos viajes al trabajo se ven empeorados por la impaciencia de su conductor; y aunque ella todavía está locamente enamorada de su marido, se siente lastimada por el profundo deseo de este de tener un hijo... de una segunda esposa. Abdullah es el amigo dulce, leal y encantador de Wadjda, y se convierte en su aliado cuando secretamente le enseña a ella a montar bicicleta en el techo de su casa, ambos poco conscientes de lo que sus géneros implican en su mundo, el que es retratado como un mundo en el que los triunfos y las derrotas acontecen de modo realista, y en el que la tradición y el progreso interactúan concienzudamente. 

“Los acontecimientos que rodean la historia son reales, crudos y auténticos, tanto que me causan conmoción como saudita, ya que la historia no está endulzada como muchas películas”, dice Manal Al Dowayan, un artista que, al igual que Al Mansour, creció en la provincia oriental de Arabia Saudita. 

Al Mansour explica que la bicicleta "es la metáfora de un sueño no realizado. Espero que cualquiera que haya tratado de lograr una meta imposible pueda identificarse con el viaje de Wadjda". Para Al Mansour, la bicicleta, que está pintada de color verde, casualmente igual que la bandera saudita, representa la libertad de movimiento, tanto físico como social. Juvenil, pero a la vez tradicional, "la bicicleta también es, en ciertos sentidos, un juguete, por lo que no se debe considerar como algo amenazante o dañina". La perseverancia de Wadjda es heroica, y su sonrisa es contagiosa. Los espectadores sienten empatía por las luchas y las duras experiencias de Wadjda, las que al final se resuelven con un sorprendente acto de amor maternal que triunfa tiernamente sobre el temor a ser juzgado.

Y luego está la carrera en bicicleta, tan sutil y simbólica como el resto de la película. Wadjda habla en nombre propio y tal vez de su generación cuando le grita a Abdullah: "¡Alcánzame si puedes!". 

En este sentido, Wadja es una película seria que arroja nuevas luces sinceras y muy empáticas sobre el matrimonio, la familia, la educación, el trabajo, la religión y el amor. La emoción universal que invade a los espectadores no distingue nacionalidades, razas ni religiones. Las evaluaciones de la película en el popular sitio de películas estadounidense www.rottentomatoes, son en un 99 por ciento positivas. "Es una película casi milagrosa, en el sentido que subvierte las imágenes y expectativas que tenemos sobre la vida saudita", escribió Marc Mohan para el periódico The Oregonian. Duane Dudek, del Journal-Sentinel de Milwaukee (Wisconsin), comentó que Wadjda "no se rebela tanto en forma consciente contra la autoridad sino, más bien, expresa su individualidad, como una Lisa Simpson saudita". En el Detroit News, Tom Long escribió, “Sí, esta es una película sobre Arabia Saudita. Pero, más importante aun, es una película acerca de la vida".  

En un primer gesto de lo que posteriormente se convertirá en un admirable apoyo a la determinación de Wadjda de aprender a montar bicicleta, Abdullah le regala un casco. Página opuesta, a la izquierda: Waad Mohammed recibe el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Dubái de 2012 por su actuación en un largometraje de manos de Su Alteza el jeque Sheikh Mansoor bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum.
tobiaS kownatzki / razorfilm
En un primer gesto de lo que posteriormente se convertirá en un admirable apoyo a la determinación de Wadjda de aprender a montar bicicleta, Abdullah le regala un casco. Página opuesta, a la izquierda: Waad Mohammed recibe el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Dubái de 2012 por su actuación en un largometraje de manos de Su Alteza el jeque Sheikh Mansoor bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum. Recuadro, abajo: Waad Mohammed recibe el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Dubái de 2012 por su actuación en un largometraje de manos de Su Alteza el jeque Sheikh Mansoor bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum.

Sin embargo, para las espectadoras sauditas, Wadjda es una película más personal. Dina Juraifani, de al-Qassim, en la Provincia Oriental, admite que "nos sucedió a nosotras, exactamente como en la película, y sigue pasando hoy, pero todo depende de la forma de pensar de tu familia". Del mismo modo, la diseñadora de moda Daneh Buahmad, orgullosa tía de Abdulrahman Al-Gohani, quien hace el papel de Abdullah en la película, admite que "durante algunas partes de la película, me preocupó lo que "Occidente" podía pensar de nosotros [los sauditas]; pero es una historia conmovedora sobre una niña y su madre, y creo que toda mujer se sentirá identificada. Muestra un lado verídico de Arabia Saudita y aborda muchísimos temas, pero al mismo tiempo revela un lado muy humano. Las lágrimas me rodaban por la cara, y creo que a muchas otras personas les pasó lo mismo al ver esta película. Me siento tan orgullosa de Haifaa porque ha logrado hacer una película ambientada en Arabia Saudita, pero que cuenta una historia con la que todos pueden sentirse, en una u otra medida, identificados".

Al Mansour explica que en Arabia Saudita, "la gente usa jeans, y los adolescentes 'alzan la mirada al cielo' en respuesta a las actitudes de sus padres, como en todas partes. Hay tantas historias que contar y que la gente no conoce". Ahd Kamel, una directora de cine saudita que también hace el papel de la directora de colegio fríamente piadosa, agrega: "Somos humanos. Amamos y sentimos miedo. La cultura en Arabia Saudita no es blanca o negra. Es una cultura muy compleja que tiene muchos grupos étnicos y tradiciones culturales distintas".

Ahora que Wadjda se está exhibiendo en los cines y en los festivales de cine de todo el mundo y ha sido nominada a un Óscar, ¿no es penoso que no se exhiba públicamente en Arabia Saudita, donde no hay cines comerciales? A pesar de que a muchos les sorprende esto, Sultan Al-Bazie, director de la Sociedad para la cultura y las artes de Arabia Saudita, está contento de que el comité de nominación no gubernamental de su organización, el cual también preside él, haya elegido a Wadjda como la primera película de Arabia Saudita en ser postulada a los Óscar. Al-Bazie cree que Wadjda tiene posibilidades de ganar. La Academia de arte y ciencias cinematográficas busca películas locales e independientes, nos dice, y Wadjda "es una gran película, con una historia importante, que tiene una presencia palpable. La película ha ganado muchos premios en festivales de cine de todo el mundo, y este desafío, además del valor de Haifaa al enfrentar la situación de Arabia Saudita, un país que no tiene cines, es impresionante". Añade que Al Mansour ha abierto nuevas y emocionantes oportunidades para los cineastas sauditas.

¿Incluirán esas oportunidades el que algún día se abran cines comerciales? "Los sauditas siempre han estado abiertos al cine, a la moda y a otras formas de arte, ya sea que las consigan vía satélite, cuando viajan al exterior o por otros medios", dice Al-Bazie. "Y todos los sauditas tienen opiniones sobre las películas". En Arabia Saudita se arriendan o venden DVD; los sauditas descargan películas vía satélite o por Internet, y van a los cines cuando viajan al exterior. Sin embargo, Al Mansour es más reflexiva en esta materia. "Es como la prohibición de conducir para las mujeres. Es un tema prominente, y ambos lados son muy apasionados al respecto, por lo que este sigue sin resolverse... Ocurrirá cuando tenga que ocurrir". Añade que lo más importante es que ahora "hay una gran plataforma para las mujeres, quienes pueden salir adelante, pero siendo aun consciente de las normas culturales". Al Mansour no cree que las protestas o las campañas violentas sean una manera eficaz de lograr cambios en un país tradicional, tribal y conservador que tiene apenas 80 años de existencia. 

Y así fue que, como muchos sauditas, Abdullatif Abdulhadi hace poco disfrutó la película, descargada de Internet, en la casa de un amigo. "Es una película excelente que aborda muchos de los problemas sociales que existen en Arabia Saudita y que es presentada con un guion muy informal y simple".  

Aunque esta historia tiene mucho subtexto, Al Mansour recalca su sencillo deseo de que los espectadores disfruten la historia y se sientan esperanzados y motivados. "Quiero que la gente salga con la capacidad de soñar y ser feliz. Para lograr cambios hay que trabajar duro". Esta es una temática que no distingue fronteras. 

Leila Al-Habbal Leila Al-Habbal (leila@alhabbal.net) creció como una "niña mimada de Aramco" en Dhahran (Arabia Saudita), estudió en la Phillips Exeter Academy y obtuvo una licenciatura en periodismo de la Universidad George Washington. Actualmente vive en Dhahran y trabaja como escritora independiente y editora especializada en temas sociales de la región.

 

This article appeared on page 10 of the print edition of Saudi Aramco World.

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