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Pietro della Valle pasó doce años, desde 1614 hasta 1626, viajando por Oriente. Las detalladas cartas de su viaje, que tenían por objetivo informar a sus compatriotas sobre tierras poco conocidas, fueron publicadas en tres volúmenes en 1650, 1658 y 1663. |
El coleccionista de libros, lingüista y ávido corresponsal italiano, Pietro della Valle, es uno de los viajeros de Oriente Medio más importantes y menos conocido del siglo XVII. A pesar de su activa contribución al conocimiento en el Occidente sobre el mundo islámico y su romántica historia personal, ha sido relativamente ignorado, en gran parte porque nunca ha habido una edición clásica, de fácil acceso, ni en inglés ni en italiano de sus voluminosas cartas. Sus escritos, que relatan sus viajes desde Turquía a Egipto, el Levante, Persia y la costa occidental de la India, contienen más de un millón de palabras.
l gran valor de della Valle radica en sus vivas y detalladas descripciones, así como en su incesante curiosidad: realmente le interesaba todo. Siempre que le era posible, comparaba lo que veía con relatos precedentes, tanto de escritores clásicos como de viajeros como el naturalista francés Pierre Belon (1517-1564), y con información recabada de textos turcos, persas y árabes a los que tenía acceso.
Además de registrar lo que hallaba, mostraba un sano escepticismo con respecto a lo que se enteraba de segunda fuente, señalando: "Me han dicho esto, pero no hay forma de saber si es cierto o no", o "intenté averiguar más acerca de esto, pero no encontré a nadie que pudiera darme información completamente fiable".
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Della Valle quedó impactado por las pirámides de Giza al verlas por primera vez en 1615, y dedicó una gran cantidad de tiempo y recursos a explorar la Gran Pirámide por sí mismo. Este grabado pertenece al libro Les Six Voyages (Los seis viajes) de Jean-Baptiste Tavernier, publicado en 1676, seis décadas después de la visita de della Valle. |
Coleccionaba libros, plantas e información de todo tipo, e incluso se hacía acompañar por un dibujante para registrar sus viajes. Lo que él deseaba era dar a sus compatriotas una idea clara de las tierras de Oriente, tanto para fines mercantiles como por motivos diplomáticos, aunque sus propios intereses eran en gran parte intelectuales. Desafortunadamente, ninguno de los numerosos bosquejos y pinturas que él menciona logró sobrevivir.
Della Valle nació en 1586, en el seno de una rica familia aristocrática romana. Cuando tenía alrededor de 25 años, se incorporó a una expedición naval española para combatir a los corsarios en la costa del norte de África. Después de eso, por un desengaño amoroso, se trasladó a Nápoles, donde estando deprimido al punto de pensar en suicidarse, su amigo cercano y médico Mario Schipano le aconsejó viajar.
Por eso decidió hacer una peregrinación a Jerusalén. Para darle más sentido a su viaje, della Valle planeó enviar cartas detalladas a su amigo, quien, según él escribe, "extraería un relato claro y bien estructurado de todo mi peregrinaje". Eso, justamente, fue lo que no hizo Schipano; sin embargo, della Valle cumplió su parte del trato, y mucho más. Regresó a casa después de doce años de aventuras, e il Pellegrino ("el peregrino"), como solían llamarlo, publicó un volumen de sus cartas durante su vida, mientras que otros dos fueron publicados de manera póstuma.

Della Valle se embarcó rumbo a Tierra Santa en junio de 1614, navegando desde Venecia hasta Constantinopla (actualmente Estambul). En la capital otomana se propuso no solamente visitar monumentos sino también presenciar eventos, que abarcaban desde las festividades bayram que marcan el fin del Ramadán, con elementos tales como columpios y ajalaat, una versión temprana de la rueda de la fortuna, hasta los desfiles militares celebrados cuando el sultán Ahmad I y sus tropas partieron a combatir al sha Abbas i de Persia. Luego, para comprender mejor lo que vería en sus viajes, permaneció en Constantinopla durante un año, donde estudió turco, árabe, persa y, para fines académicos, hebreo.
"Para mi disgusto" escribió en febrero de 1615, "mi profesor de lengua turca... me ha abandonado por más de dos meses debido a que ha estado ocupado en sus propios asuntos, pero ahora ha regresado para darme lecciones, por lo que estoy muy contento, estudiando como loco y con buenos resultados".
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Della Valle recorrió miles de kilómetros, según muestra este mapa de 1953 tomado del libro Pietro's Pilgrimage: A Journey to India and Back at the Beginning of the Seventeenth Century (El peregrinaje de Pietro: Un viaje de ida y vuelta a la India a comienzos del siglo XVII) de William Blunt. Su primera parada fue Constantinopla (Estambul), donde pasó un año estudiando turco, árabe, persa y hebreo. |
En Constantinopla, della Valle también empezó a tratar de adquirir textos, tanto para Schipano, un calificado estudioso del árabe, como para sí mismo, los que a la larga conformaron el núcleo de una magnífica biblioteca.
Se embarcó rumbo a Alejandría (Egipto) en septiembre de 1615. En una carta enviada desde El Cairo, fechada el 25 de enero de 1616, della Valle describe los lugares que ha visitado, destacando la belleza de la arquitectura mameluca, en especial de las tumbas de al-'Arafa, la famosa Ciudad de los muertos. Como era natural, visitó las pirámides y exploró exhaustivamente los pasadizos interiores de la Gran Pirámide.
Della Valle tenía sumo interés en adquirir una momia intacta para llevar consigo a Italia. No era fácil encontrar ejemplares ya que los saqueadores solían despojarlas de sus joyas y desenterrarlas, pues se creía que el polvo resultante, denominado mummia, tenía propiedades medicinales. Como era típicio, della Valle quería ver exactamente cómo desenterraban a las momias e incluso solía descender a los fosos. Sus relatos sobre esta actividad, al igual que las descripciones de los hallazgos, son fascinantes.
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El grabado de la Bagdad del siglo XVII junto al río Tigris, obra de Tavernier, quizás se asemeje a lo que Pietro della Valle vio en 1616 cuando se acercaba a la ciudad. Fue allí donde conoció a su "amor babilónico", Ma'ani, con quien posteriormente se casó. |
Era típico de della Valle que prestara atención a las actividades de la vida cotidiana, así como a los grandes lugares turísticos. Señaló que algunas de las casas tenían en sus muros pinturas e inscripciones que indicaban que el dueño había realizado la Hajj (peregrinación a La Meca). Con el interés por la ropa habitual en los italianos, no solo describió la vestimenta de las clases más altas, sino también las jellabas de color azul utilizada por los campesinos de ambos sexos (una túnica de mangas anchas, muy larga, similar a la thobe que aún usan ciertos grupos beduinos establecidos de la región de Belén) y las diversas maneras de enrollar un turbante.
Della Valle describió su peregrinaje a Jerusalén, donde pasó la Pascua y donde, a pesar de ser muy devoto, mostró cierta reserva con respecto a algunas de las celebraciones. Posteriormente viajó hacia el norte, a Damasco, donde se alegró muchísimo al encontrar varios manuscritos samaritanos poco comunes, entre ellos uno que contenía notas explicativas en árabe. Le escribió a Schipano desde Alepo para darle la buena noticia y buscar la mejor manera para que su colección fuera puesta a disposición del público para su fin principal: la difusión del conocimiento.
Desde Siria, Della Valle decidió viajar a Persia por la vía de Bagdad, pues sentía mucha curiosidad por conocer al sha Abbas, quien mantenía conversaciones diplomáticas con los gobernantes europeos en materia de comercio y sobre cómo contener las ambiciones imperiales de los otomanos. Con su energía acostumbrada, explicó cómo mandó fabricar maletas especiales para poder transportar fácilmente su equipo de cocina en camello y proteger el contenido en caso de que éstas se cayeran. Además, mandó fabricar contenedores especiales para "darle al agua un aroma y sabor muy agradable, e incluso mantenerla fresca". Todo debía tener el aspecto "más elegante" posible. Finalmente, el 16 de septiembre de 1616, se rapó la cabeza, se puso un turbante, y se vistió a sí mismo y a su comitiva "a la manera siria para no ser reconocido", y emprendió el viaje.
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Es posible que della Valle y su comitiva se hayan alojado en un kan como este durante sus viajes de una ciudad a otra. |
En Iraq, della Valle describe de manera extensa la forma de vida de los beduinos, señalando que las mujeres no se cubren el rostro. También estaba fascinado por los tatuajes de los beduinos y, aparentemente, se hizo uno, lo que en esa época era algo bastante atrevido para un caballero romano. De hecho, a él le gustaba vestir como la gente local, tanto por comodidad como para experimentar diferentes modas. No obstante, se molestó mucho cuando le robaron su fina ropa interior italiana, aunque se sintió aliviado al saber que los ladrones no se habían llevado sus libros ni sus manuscritos.
Della Valle quedó muy impresionado con los guías del desierto. "Tienen una imagen mental de cada lugar, de las fuentes de agua, de los numerosos caminos, tanto largos como cortos", escribió. "De noche observan las estrellas, pero de día se guían por las marcas de la tierra, teniendo en cuenta si el terreno sube o baja, el color, los tipos de plantas que crecen en el lugar y (esto realmente me maravilló) el olor, para poder encontrar fácilmente cualquier camino que ellos desean". Pero lo que era aún más notable es que los guías siempre llevaban a la caravana directamente a los pozos cuando se les necesitaba, a pesar de que estos no tenían parapetos y eran completamente invisibles desde cierta distancia.
Él atravesó el territorio del poderoso y famoso emir Fayyad, quien, para sorpresa y agrado de della Valle, tenía tal control de sus dominios que las caravanas podrían cruzar el desierto de manera razonablemente segura. Al describirlo al emir y sus tierras, della Valle agrega: "...este emir afirma poder demostrar su descendencia ininterrumpida a partir de Noé, una afirmación que me resulta difícil de creer, pero que de ser cierta, sería una nobleza sin igual en el mundo. Desde luego, soy de la opinión que si hay una nación que puede presumir de una nobleza de linaje verdadera y antigua durante un largo periodo de años, esa es sin duda la de los árabes, a pesar de la dura vida que llevan en el desierto, primero porque viven libres, lo cual es un factor muy importante (esta es la única razón por la que no quieren someterse a la vida de la ciudad), y segundo, porque desde comienzos de la humanidad, ellos no se han mezclado con ninguna otra nación: siempre se han casado entre ellos, no solo entre iguales, sino casi siempre con quienes tienen su misma sangre".
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Isfahán se encontraba sometida a una extensa reconstrucción bajo la mirada del sha Abbas I cuando della Valle la visitó en 1617. Él había deseado por mucho tiempo visitar la ciudad, pero su mayor interés era conocer al mismísimo sha Abbas. |
Como era costumbre cuando viajaba, della Valle visitó todos los sitios arqueológicos que pudo. Describió, por ejemplo, las ruinas de "Isrijeh" y "al-Taijbeh" (Isriyah y al-Taybah), situadas en el desierto en el camino de Alepo a Bagdad, y lo que él creyó que era la Torre de Babel. Su tendencia a comparar lugares con sitios de Italia que pudieran ser familiares a Schipano y a sus lectores potenciales puede parecer un poco provinciana; sin embargo, comparaciones tales como "más grandes que la Piazza Navona" de Roma o "ruinas más altas que el palacio más alto de Nápoles" dan una idea útil del tamaño de monumentos que ya no existen.
En Ur y Ctesifonte, della Valle señala que recogió trozos de baldosas, ladrillos y muestras de bitumen, para sorpresa de la gente de la zona, "quienes no entendían nuestro gusto por tales curiosidades". También señala que Bagdad obviamente no era la antigua Babilonia, como se solía creer, "pues se podía ver claramente, a partir de... la arquitectura, las inscripciones árabes presentes en diversos lugares, talladas o moldeadas en estuco... que esta era moderna y, sin la más mínima duda, musulmana..." Agrega, además, que esperaba que su árabe pronto fuera lo suficientemente bueno para poder comparar lo que le habían contado con los relatos árabes.
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El tratado de della Valle sobre la cosmología heliocéntrica del astrónomo danés Tycho Brahe, escrito en italiano y persa, incluía el modelo del sistema solar de Brahe. Della Valle escribió el tratado en Goa para un estudioso al que había conocido en Lar (Persia). |
Cuando della Valle llegó a Bagdad, el desastre se le vino encima: uno de sus sirvientes italianos mató al otro en un altercado estúpido por la primacía, y della Valle describió en detalle la maniobra que tuvo que realizar para evitar que todo el grupo fuera arrestado. No obstante, fue en Bagdad donde tal vez ocurrió el evento más importante de su vida: Della Valle anunció, casi de la nada, que se había casado con su "amor babilónico", una chica llamada Ma'ani, "palabra árabe que significa 'importancia' o 'inteligencia'...".
Era una historia romántica. Escuchó hablar de Ma'ani en el viaje desde Alepo, y decidió que tenía que conocerla. Un conocido en común los presentó. Los padres de ella lo recibieron con la mayor hospitalidad, y ayudaron a que él y su comitiva se establecieran en un alojamiento adecuado. Antes de siquiera verlo, Ma'ani ya soñaba con él, y en su primer encuentro esta le entregó un membrillo, que era una ofrenda ritual de matrimonio en Grecia y en todo el Levante desde la época clásica. Fue amor a primera vista de ambas partes.
"A pesar de que no es bien visto que los maridos exageren la belleza de sus esposas", escribió della Valle, él no pudo resistir la tentación de describir a Ma'ani en extenso, e incluso de explicar cómo delineaba alargando sus ojos con el kohl. La describió como una mujer de una excelente familia, cristiana, nacida en Mardin (Turquía), de madre armenia y "que tiene por lengua materna el árabe, pero que también habla turco, como suele hacerlo conmigo, ya que todavía solo conozco un poco de árabe...". Continúa diciendo lo mucho que apreciaba su inteligencia y buen humor, además de su intrepidez. Aun cuando fueron atacados por bandidos, ella prefirió quedarse para proteger los abrigos y los fardos de los hombres, en lugar de huir.

Della Valle escribió que Ma'ani se vestía a la manera tradicional siria (a pesar de que le gustaba mucho la idea de la moda italiana) y se cubría la cabeza "como hacían las mujeres beduinas... un efecto similar a los velos de nuestras monjas o de las viudas españolas...". Admitía que había algunas cosas en ella que le parecían un poco bárbaras, como el uso de un aro en la nariz, y dice que la convenció para que se lo sacara, aunque sus hermanas se negaron.
Della Valle concluyó esta extensa misiva, con fecha del 16 al 23 de diciembre de 1616 (muchas de sus cartas fueron escritas en forma de diario, a lo largo de varios días o semanas), con el deseo de que Schipano empezara a editarlas, ya que esperaba que en poco tiempo pudieran sentarse juntos para darle los toques finales, ya que planeaba regresar en breve, tan pronto terminara de visitar Isfahán.
Después de Navidad, la joven pareja partió a Irán. "Me di la tarea de cambiar la vestimenta siria por la persa", escribió della Valle. También encontró a un barbero para que le afeitara la barba que se había dejado crecer durante los 16 meses anteriores. "Quería que me hiciera parecer completamente persa, es decir, con las mejillas y la barbilla afeitada y con bigotes largos...", señaló. Ma'ani quedó "desconsolada" al verlo, y solo se calmó cuando della Valle le explicó que al "viajar por diferentes países, era necesario adaptarse a las costumbres locales".
Tres meses después llegaron a Isfahán, la ciudad que della Valle había ansiado visitar y que el sha Abbas estaba remodelando con la construcción de las grandes mezquitas y monumentos que pueden verse en la actualidad. Describió el lugar y a sus habitantes en detalle; quedó particularmente impresionado por la gran variedad de pueblos y costumbres, especialmente por la comunidad india y por el barrio cristiano de Nueva Julfa. Este había sido establecido por el sha Abbas para los armenios que habían sido deportados por la fuerza de su país, principalmente con la esperanza de que estimularan la economía mediante la manufactura y el comercio. Della Valle describió el terrible sufrimiento que tuvieron que soportar en el camino, aunque las condiciones cuando llegaron a Nueva Julfa fueron en general buenas.
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En 1621, camino de Isfahán a Ormuz, por la costa, della Valle se detuvo en Persépolis para copiar y posteriormente publicar las primeras inscripciones cuneiformes que se conocieron en Europa. Dedujo, correctamente, que la escritura se leía de izquierda a derecha, pero no pudo descifrarla. |
En Isfahán, della Valle conoció a varios personajes interesantes, entre ellas académicos de diversas nacionalidades. Entre estos se encontraba Muhammad Qasim ibn Hajji Muhammad Kashani, más conocido como Susuri, quien posteriormente le envió una copia de su diccionario enciclopédico, el Majma’ al-Furs Susuri, tras terminarlo en 1626. Este diccionario, dedicado al sha Abbas, fue una obra de referencia clásica durante gran parte del siglo XVII. Debe de haber sido de particular interés para della Valle, quien en ese tiempo se encontraba elaborando su propio diccionario turco. A diferencia de varios de sus otros proyectos, este fue terminado y preparado para la prensa, aunque nunca fue publicado. A della Valle también le interesaba la religión; aún perdura una copia de la carta que le envío "Mir Muhammad el Vehabi [al-Wahhabi], un noble de Isfahán", en la que continúan una discusión anterior sobre temas religiosos.
Mientras el sha Abbas recorría su reino, della Valle lo seguía. Sus reuniones y conversaciones arrojan luces poco comunes y no oficiales sobre lo que significaba ser agasajado por dicho monarca.
En Qazvin, en el invierno de 1618, el sha Abbas se reunió con un grupo de embajadores extranjeros, y della Valle se propuso recabar toda la información que le fuera posible. Consideraba que los rusos eran muy groseros, pero quedó fascinado con la colección de fanimales traída como regalo por el embajador de la India. A dicha reunión también asistió el anciano embajador de España, don García de Silva y Figueroa, cuyos diarios son un complemento interesante del relato de della Valle.
El grupo se separó, y della Valle, a pesar de estar enfermo, logró regresar con Ma'ani a Isfahán, ciudad a la que llegaron en diciembre. Allí se reunieron con miembros de la familia de Ma'ani, incluidos sus padres, quienes habían venido de visita. Por primera vez, della Valle menciona a Mariuccia, una niña georgiana, de unos ocho años de edad, que había quedado huérfana en tiempos de la conquista persa de Georgia, y a quien Ma'ani había adoptado, quizás en parte por no tener aún un hijo propio.
En junio de 1619, se celebró otro gran cónclave de embajadores, y della Valle hace un relato vívido y a menudo divertido de las festividades, incluidas las organizadas para las damas, de las cuales Ma'ani proporcionó un relato completo. También nos enteramos de cómo el sha deambulaba de noche por la ciudad, visitando cafés y tiendas, entre ellas la de un comerciante de arte italiano que vendía, entre otros objetos, "retratos como los que se venden por una corona en la Piazza Navona..., pero que aquí cuestan diez cequíes y son considerados baratos a ese precio". Una corona (coronato) era una moneda de plata napolitana, mientras que un cequí (un zechinno veneciano) era una moneda de oro que pesaba unos 3.5 gramos, por lo que el margen de ganancia es sustancial.
Durante su estancia en Isfahán, della Valle trató diversos temas, desde los más serios a los más frívolos: su gusto cada vez más marcado por la cocina local y su preocupación por cómo se readaptaría a la comida en casa; las distintas técnicas para almacenar el hielo, y sus planes para exportar a Italia gatos persas, de los cuales tenía una gran cantidad. Sus descripciones están salpicadas de vocablos árabes y persas, especialmente términos técnicos y expresiones propias del dialecto dirigidas a Schipano, las que siguen siendo de interés hasta el día de hoy.
Hay una cosa que, entre muchas otras, es sorprendente en esta época: la eficiencia del sistema de correo en el mundo islámico. Resulta difícil estimar el número exacto de cartas que della Valle le envío a Schipano, dado su hábito de escribir cartas tipo diario, y de a veces comenzar y terminar las secciones con saludos, pero al parecer fueron por lo menos 36. De sus misivas, solo falta una, la que fue extraviada por el mismo Schipano. Por otro lado, cuando della Valle se queja de que ha recibido cartas provenientes de Venecia, Sicilia, Francia, España, Constantinopla, Bagdad e India, pero ninguna de su amigo, es porque Schipano no había enviado cartas en más dos años y no precisamente por un problema del servicio postal.
La familia de Ma'ani quería regresar a Bagdad. El estado de salud de della Valle era malo, ya que se había visto afectado por el crudo invierno de 1620-1621, considerado como el más frío desde 1232, y sus pensamientos también se volcaron a casa. Sin embargo, sus planes se vieron afectados por la política internacional. La guerra entre Persia y Turquía significaba que la ruta a Alepo estaba bloqueada, por lo que él y varios otros europeos quedaron efectivamente atrapados. Más aun, Persia se había unido a los británicos para expulsar a los portugueses de Ormuz, en el extremo sur del golfo arábigo, lo que convirtió a esa ruta en un lugar incierto y peligroso. No obstante, igual emprendieron el viaje.
En su camino se detuvieron en Persépolis, a la cual, como era costumbre, della Valle describió en detalle, aunque no siempre con exactitud, pues andaba con una prisa fuera de lo habitual.
De Persépolis viajaron a Shiraz, y luego se dirigieron a la costa. Estaban de muy buen humor, puesto que Ma'ani al fin había quedado embarazada, cuando les llegaron noticias de que habían comenzado las hostilidades alrededor de Ormuz, desde donde esperaban embarcarse para viajar a Europa por la ruta de la India.
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Arriba: El escudo de armas creado en honor a Ma'ani della Valle, quien murió en Minab, cerca de Ormuz, en 1621, a la edad de 23 años, abre el volumen de conmemoración producido para su funeral, celebrado en Roma en 1626. La inscripción en siriaco dice: "La sirviente / de Dios / Ma'ani". Encima: Ma'ani aparece retratada en esta edición de los viajes de della Valle publicada en Bagdad en 1982. |
Decidieron esperar en la cercana ciudad de Minab, donde había un grupo de mercaderes ingleses, uno de ellos un antiguo amigo de della Valle, y esperar a ver qué sucedía. Sin embargo, el lugar resultó ser poco saludable. Mariuccia fue la primera en enfermarse, seguida por cada uno de los integrantes del séquito, y el 30 de diciembre murió su amada Ma'ani. Tenía 23 años.
Della Valle prácticamente no sabía que hacer. Sentía que no podía dejar a Ma'ani en ese lugar, por lo que mandó embalsamarla (algo que, sorprendentemente, las mujeres de la zona sabían hacer muy bien) y la puso en un ataúd sellado para llevarla consigo a Italia, donde pretendía enterrarla. Posteriormente, él muy enfermo, y su séquito continuaron su viaje. Della Valle comenta que no recuerda prácticamente nada del viaje hasta un mes después de la muerte de Ma'ani, cuando llegó a Lar, una ciudad situada casi 300 kilómetros al oeste, y sufrió un colapso. Allí se recuperó lentamente bajo el cuidado de un médico excepcionalmente competente y en compañía de sus amigos eruditos. "En ninguno de los lugares de Asia donde he estado", escribió, "y de hecho en ningún lugar del mundo, he encontrado tantos hombres ilustrados y científicos distinguidos como en Lar".
Unos meses después, della Valle volvió a Shiraz y, por fin, en el invierno de 1623-1624, él junto a Mariuccia, de 12 años de edad, emprendieron el viaje a la India. Las cartas de della Valle hablan principalmente de sus experiencias en Goa, aunque también hay algunos relatos interesantes y poco comunes sobre los reinos menores situados al sur, entre Goa y Calicut. Incluso ahí buscó manuscritos y logró añadir a su colección un libro de hojas de palma y el estilete utilizado para grabarlo, además de una descripción precisa del proceso de producción.
No tuvo muchas oportunidades de viajar por las regiones mogolas de la India, y lo que cuenta añade poco a los relatos mucho más completos de otros viajeros. Sin embargo, mientras estaba en Goa, della Valle siguió intercambiando correspondencia con sus amigos ilustrados de Lar e Isfahán, y trabajó en varios proyectos literarios.
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El sello de Ma'ani della Valle, el cual aparece en su volumen de conmemoración multilingüe, reproduce la frase en siriaco de su escudo de armas. |
El 4 de noviembre de 1624, della Valle le escribe su última carta a Schipano desde la India, y el 17 de diciembre parte hacia Basora por la ruta de Muscat. Tras parar en Nápoles para visitar a Schipano, finalmente, el 4 de abril de 1626, llega de regreso a Roma. Con su acostumbrado sentido del drama, escribió que entró en su casa por la puerta trasera, "como corresponde a un viudo".
Della Valle pasó el resto de su vida en Roma, participando en diversas actividades intelectuales y musicales, y mantuvo correspondencia con importantes estudiosos orientales, tanto de Oriente como de Occidente. La signora Ma‘ani fue enterrada en la Basílica de Aracoeli, y cuando Mariuccia (a quien Ma'ani había encomendado a della Valle mientras se encontraba en su lecho de muerte) alcanzó una edad apropiada, della Valle se casó con ella. Tuvieron 14 hijos.
El primer volumen de las cartas de della Valle fue publicado en 1650; y después de su muerte, en 1652, cuatro de sus hijos publicaron los dos volúmenes faltantes en 1658 y 1663. Rápidamente fueron traducidos al francés, al alemán y al holandés, y parcialmente al inglés, y terminaron por convertirse, como había deseado il Pellegrino, en una de las principales fuentes de información sobre el mundo musulmán.
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Caroline Stone divide su tiempo entre Cambridge y Sevilla. Su último libro se titula The Curious and Amazing Adventures of Maria ter Meetelen: Twelve Years a Slave (1731–43) (Las curiosas y sorprendentes aventuras de Maria ter Meetelen: Esclava durante doce años 1731-43), traducido por Karen Johnson y publicado por Hardinge Simpole en 2011. |