Las chicas y los muchachos llegan en motocicletas y motonetas, traspasan el alto portón y estacionan en el patio. Es el primer día de un nuevo semestre en la Escuela de Medicina Unani en Pune, India, y los estudiantes se reúnen y charlan para ponerse al día mientras caminan hacia el edificio de tres pisos donde se encuentran sus aulas. En las conversaciones se mezclan los idiomas urdú e inglés, y algunos jóvenes llevan en los brazos manuales de anatomía y fisiología estadounidenses. Desde el principio, la singular mezcla entre lo antiguo y lo moderno, entre lo occidental y lo oriental que caracteriza a la medicina unani (también conocida como medicina yunani) hace surgir las preguntas que suelen aparecer al encontrar una forma distinta de pensamiento médico: ¿De dónde proviene? ¿Qué ofrece?
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Entrada principal de la Escuela de Medicina Unani en Pune, India. |
El término unani hace referencia a la antigua provincia griega de Jonia, situada en lo que hoy es la zona occidental de Turquía. Qaisar Khan, profesor de la escuela y especialista en historia unani, afirma que las raíces más antiguas de este tipo de medicina se remontan al concepto grecorromano de los cuatro elementos del cuerpo (tierra, aire, fuego y agua), y a la idea de que las enfermedades se producen por un desequilibrio de los estados físicos esenciales del organismo: básicamente lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo. Este desequilibrio afecta a numerosos órganos, como el aparato digestivo, el hígado, el corazón y el cerebro. Mediante la observación del pulso, la respiración, los ojos, la orina y las heces, un médico puede comprender el desequilibrio y corregirlo, no solo con medicina sino también con recomendaciones de descanso, terapias y cambios en la dieta y el comportamiento. En cuanto al tratamiento médico, unani en primer lugar recurre a compuestos herbáceos con una larga tradición en el tratamiento de determinadas dolencias, como problemas del aparato digestivo o hipertensión arterial. Sin embargo, a diferencia de otros sistemas médicos alternativos que también utilizan hierbas, Khan explica que los medicamentos unani son elaborados a partir de la planta entera, y no de extractos del ingrediente activo.
La historia de la medicina unani, afirma, apenas comenzó en Grecia y Roma. Asimismo, destaca que, incluso en aquel entonces, el ejercicio de la medicina consistía siempre en una competencia de tratamientos, ideas y escuelas de pensamiento en las que los médicos debatían teorías y buscaban, copiaban y mejoraban las curas. El mundo clásico de prácticas e ideas médicas compartidas abarcaba entonces gran parte de lo que hoy es Medio Oriente, Asia Central y África Septentrional, e incluso es posible que se haya extendido hasta India: los textos médicos en sánscrito y griego muestran asombrosas similitudes en el uso de la idea de los cuatros elementos esenciales, como así también en la correspondencia de estos elementos con los cuatro “humores”: húmedo, seco, caliente y frío.
A principios del siglo I d. C., tanto los textos como la arqueología confirman que el intercambio comercial y el intercambio de ideas entre Roma e India era frecuente y común. Sin embargo, las ideas médicas llegaron más lejos, pues los eruditos sánscritos trabajaban en Asia Central a lo largo de las rutas de la seda, y floreció un intercambio de medicinas que vinculó el sur de India con China.
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Parte superior: biblioteca estense / biblioteca de arte bridgeman;
Arriba: Mark de Fraeye / Wellcome images |
Parte superior: Esta ilustración del siglo XIV, perteneciente a una de las numerosas ediciones de los cinco volúmenes de El canon de medicina de Avicena muestra a la vez una consulta médica y una farmacia. El sencillo proceso de mezclar medicinas naturales basadas en plantas sigue siendo bastante similar hoy en esta botica unani, arriba. |
En el siglo VI, la escuela de medicina en Gundeshapur, en lo que hoy es la región occidental de Irán, reunió a médicos del Imperio bizantino, Persia, India, China, Siria, Grecia y Roma, lo que incluía a budistas, hindúes, cristianos nestorianos, confucianos y judíos. Después del año 638, bajo el mando musulmán, la academia Gundeshapur se mantuvo durante varios siglos y probablemente sirvió de modelo para la “Casa de la Sabiduría” de la dinastía abasí en Bagdad, donde el califa del siglo VIII Harún al-Rashid (Aarón el Justo) estableció el amplio proyecto de traducir textos griegos y latinos al árabe.
A fines del siglo VIII, uno de los ministros de Harún al-Rashid envió emisarios a India no solo en busca de medicinas sino también de médicos indios, que de hecho viajaron y se radicaron en Bagdad, donde se tradujeron al árabe los textos médicos indios tradicionales. Hacia el siglo IX, las farmacopeas islámicas ofrecían rutinariamente medicinas indias además de la medicina tradicional griega.
Con el advenimiento del papel, las copias de los libros médicos circularon a más distancia y con mayor frecuencia, desde Bagdad hasta Persia, hasta las ciudades de las caravanas por donde pasaban las rutas de la seda, hasta Afganistán por el este, y hasta África Septentrional y la España musulmana por el oeste. Estas obras atraían a las élites cultas, que sentían curiosidad sobre el cuerpo, la salud, la dieta y los asuntos prácticos relacionados con la cura de dolencias. Hacia el siglo X d. C., la circulación de libros y de practicantes de la medicina conformó una amplia red intelectual de tratados, cartas, comentarios y preguntas, de Bujará a El Cairo, y de Bagdad a Marruecos.
Las obras de los dos médicos más famosos del mundo islámico en este período reflejan este amplio enfoque respecto de la salud que desarrollaron los médicos musulmanes a partir de los cimientos clásicos: Al-Razi (865 – 925, también llamado Rhazes o Rasis en Occidente), que ejerció en Bagdad y en Rayy, cerca de Teherán, e Ibn Sina (980 – 1037, llamado Avicena en Occidente), que circulaba entre las cortes de Asia Central y Persia.
La educación de estos dos hombres incluía filosofía, metafísica, astronomía, teología, matemáticas, poesía e incluso ingeniería práctica. En consecuencia, sus libros de medicina solían mezclar causas cosmológicas con otras empíricas como el entorno, el temperamento y el estilo de vida del paciente.
Estos libros, sin embargo, solo son importantes si conducen al alivio del sufrimiento y a la cura de la enfermedad; en este sentido, la corte de Bagdad y las élites de numerosas ciudades del mundo islámico se acercaron a las nuevas medicinas de India sencillamente porque funcionaban. La cúrcuma, por ejemplo, tiene propiedades antibacterianas que detienen las supuraciones y estimulan la sanación de las heridas. Al ingerirla, la cúrcuma retiene en el organismo algunas de sus cualidades antibacterianas. Independientemente de las teorías de los humores, los médicos simplemente reconocían un remedio eficaz cuando lo veían. Estos conocimientos empíricos fueron trasladados a los textos médicos y, de hecho, una de las características más sorprendentes de El canon, el libro médico más famoso de su época que fue escrito por Avicena (Ibn Sina), es la gran cantidad de plantas tropicales y derivados que menciona (tres docenas o más), muchas procedentes de India.
En el siglo XIII, circuló desde el norte de Italia hacia el resto de Europa una traducción al latín de El canon, que se convirtió en el principal texto médico de la Edad Media europea. Aproximadamente para la misma época, el califato de Bagdad se debilitó y, a medida que surgían estados sucesores periféricos en Asia Central, Persia y Afganistán, los médicos buscaron ocupar nuevos cargos en nuevas cortes. El canon viajó con ellos y fue traducido al persa y al urdú. De esta forma, la Bagdad abasí no representó una única “era dorada” después de la cual solo vino decadencia. Por el contrario, en las cortes de los sucesores los médicos continuaron escribiendo y elaborando nuevos métodos.
Tras la conquista mogol del norte de India en el siglo XIII, la corte de Delhi atrajo a muchos médicos musulmanes. Allí trabajaron directamente con representantes del antiguo sistema médico indio conocido como “ayurveda”, que posiblemente ya conocían por su reputación o a través de los textos traducidos.
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Las plantas forman la base de los tratamientos unani. Parte superior, izquierda: Este vademécum unani está escrito en urdú, el idioma común en el noroeste de India y predominante en Pakistán. Parte superior, derecha/ Arriba, derecha: Hierbas sueltas para preparaciones y jarabes de hierbas aparecen en una farmacia unani en Hyderabad, India. Arriba a la izquierda: El jardín de hierbas es el lugar central de la Escuela de Medicina Unani en Pune. |
Con origen en la palabra en sánscrito que significa “ciencia de la vida”, la medicina ayurveda ya tenía para entonces más de 1000 años de antigüedad. Si bien posiblemente los médicos musulmanes hayan encontrado familiar la descripción ayurvédica del cuerpo que indica que está compuesto por cuatro elementos y cuatro humores, el énfasis del ayurveda en los flujos y centros de energía (chakras) debe haber sido algo nuevo, al igual que la selección enciclopédica del ayurveda de más de 1000 plantas tropicales preparadas como medicinas.
Como consecuencia de este encuentro, unas pocas décadas después de la conquista mogol ya se habían traducido al árabe numerosos textos médicos ayurveda, y ya a principios del siglo XIV los tratados médicos originales escritos en árabe en la corte mogol solían hacer referencia a las prácticas médicas locales ayurveda y a las medicinas indígenas (del mismo modo, algunos textos greco-islámicos también fueron traducidos al sánscrito y a diversos idiomas regionales de India). Tanto en la corte del sultanato de Delhi como las cortes de los posteriores reinos musulmanes del centro y sur de India, los médicos musulmanes trabajaban junto a sus colegas practicantes de ayurveda. Este diálogo entre la práctica ayurvédica y lo que se transformó en unani se condensa en una observación que Muhammad Qasim Firishta, historiador y médico ayurveda musulmán, hizo sobre sí mismo en 1590:
Tras una concienzuda lectura de los libros sobre la materia [medicina] utilizados comúnmente en Irán, Turquía y Arabia, se volcó al estudio de la obra de los médicos indios, y encontró que tanto sus teorías como la práctica de la ciencia médica estaban extremadamente bien fundadas. Por lo tanto, consideró necesario compilar un libro acerca de estos principios médicos y sus aplicaciones, y el sistema de tratamiento de las enfermedades que, al principio, parecía tan extraño.
De esta forma, cada tradición médica se nutrió de la otra.
Después de 1707, el caótico y en ocasiones violento declive del Imperio mogol planteó dilemas prácticos para los médicos de la corte. Si bien algunos se quedaron, otros buscaron protección en los restantes reinos musulmanes como los de Oudh, Hyderabad y Mysore. No obstante, otros se trasladaron a reinos más pequeños y a poblaciones al norte de India, Bengala, India central, Gujarat y el Decán. En realidad, la decadencia del Imperio mogol causó la difusión de lo que pronto sería conocido como medicina “unani” en gran parte del subcontinente.
Hasta fines del siglo XVIII, la medicina greco-islámica había sido conocida en India simplemente por la palabra árabe tibb (“medicina”). Las primeras referencias conocidas a la palabra “unani” aparecen en dos tratados médicos de fines del siglo XVIII, procedentes de Delhi: la Takmila-i Unani (Perfección del griego) y Mu’ali-jat al-Nabawi (Tratamientos proféticos). En este mismo período, los médicos indios que emigraron al oeste, hacia el Imperio otomano (del cual Grecia era entonces una provincia) eran llamados “unani”. En este corto plazo el término parece haberse convertido en sinónimo de tibb.
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Mapa: Shutterstock |
En la segunda mitad del siglo XIX, los médicos unani (al igual que sus colegas occidentales) comenzaron a sistematizar el ejercicio de su profesión con colegas, exámenes, diplomas, licencias, organizaciones profesionales y normas para medicinas. Este conjunto de prácticas se desarrolló en paralelo, y muchas veces en competencia, con el sistema tradicional de aprendizaje.
A diferencia de las tradiciones occidentales, entre los estudiantes de las escuelas de medicina unani hubo numerosas mujeres desde el principio. Siempre había habido practicantes unani mujeres, que por lo general que atendían a mujeres recluidas en sus hogares. Nunca antes, sin embargo, había habido una profesionalización. En parte, esto surgió con el apoyo de numerosas mujeres líderes, como la instruida Begum de Bhopal, que gobernó el estado central de India durante más de 30 años a fines del siglo XIX. Las necesidades propias de la salud de la mujer y la disponibilidad de escuelas donde se podía formar a médicas unani derivó en un rápido aumento de la cantidad de practicantes mujeres, e incluso hoy la cantidad de hombres y mujeres en las escuelas de medicina unani es bastante pareja.
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Una paciente con artritis es atendida en el Hospital Unani Nizamia, una institución pública de Hyderabad, India. Abajo, derecha: Una estampilla de correo de India conmemora el vigesimoquinto aniversario de la fundación del hospital en 1938. |
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En 1985, la legislatura india reconoció formalmente y subvencionó la medicina unani como parte del grupo de cinco sistemas médicos alternativos que se conocen como AYUSH: ayurveda, yoga, unani, siddi y homeopatía. Con el reconocimiento del gobierno surgieron más escuelas de medicina unani, más médicos y una mayor aceptación pública. En las dos décadas pasadas, el Consejo Central de Medicina India del gobierno indio fijó el programa educativo y las normas para las escuelas de medicina unani, y estableció su desarrollo y sistematización mediante un vademécum reconocido a nivel nacional que ha sido impreso y publicado en línea. Esta base de datos ahora incluye el nombre de cada planta en latín y en los idiomas en los que se la conoce y usa, su grado de eficacia para diversas dolencias, sus contraindicaciones y las dosis sugeridas. El gobierno fundó también centros regionales de investigación unani, en los que las fórmulas y las plantas que parecen tener propiedades son sometidas a ensayos científicos, cuyos resultados son divulgados en publicaciones analizadas por pares y son sometidos a los mismos requisitos de réplica y análisis estadísticos usados para establecer los fármacos occidentales. En la actualidad, aproximadamente 50.000 médicos unani, respaldados por 41 escuelas de medicina, trabajan en India. Esta cantidad es diez veces superior a la cantidad de médicos ayurveda certificados.
En Pakistán, a donde muchos médicos unani se trasladaron después de la división de India en 1947, el reconocimiento gubernamental de la medicina y la capacitación unani se remonta a 1965, cuando el gobierno estableció una junta para definir las normas para las medicinas unani, ayurveda y homeopática, a fin de registrar y certificar a los facultativos y fomentar la investigación. El Ministerio de Sanidad controla directamente las escuelas de medicina unani de todo el país, que capacitan casi a la misma cantidad de médicos unani que India (50.000), aunque aquí constituyen un sector más significativo en la atención médica porque atienden a una mayoría de pacientes que requieren de cuidados primarios en zonas rurales.
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Los médicos unani toman el pulso del paciente de una manera que se parece no solo a la medicina ayurveda sino también a los métodos chinos. Cada uno de los dedos del médico se coloca en una posición desde la cual es posible evaluar órganos específicos. |
La práctica unani moderna conserva mucho de su larga tradición, lo que incluye la idea central de equilibrio y el principio de que el tratamiento ayuda al organismo a sanarse a sí mismo. Las plantas componen la gran mayoría de las medicinas unani. El médico examina el pulso del paciente, sus ojos, la orina y las heces, y recaba detalles de los antecedentes familiares y las costumbres personales a fin de adecuar el tratamiento a la persona. Desde las décadas de 1980 y 1990, la medicina unani ha ganado reputación por su eficacia en el tratamiento de enfermedades crónicas que parecían resistentes a los medicamentos occidentales, en particular las enfermedades del aparato digestivo y la hipertensión arterial. A los pacientes les atrae el compromiso de los médicos unani con cada individuo y la cuidadosa atención del médico a los antecedentes clínicos y a la situación.
Considerada de este modo, la medicina unani es mucho más que la simple aplicación de un conjunto de creencias encarnadas en libros para combatir una enfermedad: es el fruto de una búsqueda larga y pragmática para lograr curas que comenzó hace un milenio, cruzó muchos territorios y épocas, y continúa hoy en día. Incluso ahora, hay mejoras constantes en la entrega de hierbas unani, pues las tiendas de suministros médicos en la actualidad preparan la mayoría de las medicinas de una planta y las envían a toda India y al extranjero, con sujeción a las pruebas y las condiciones de seguridad según la supervisión del gobierno.
En la capacitación, ha desaparecido el sistema de aprendices y los exámenes de ingreso tienen un alto nivel competitivo. En India, la mayoría de los estudiantes, aunque no todos, son musulmanes. El programa académico de cinco años, impartido en urdú o inglés, incluye exámenes estatales cada 18 meses. Posteriormente sigue un año de pasantía y un examen de certificación, que solo es aprobado en el primer intento por el 60 o 70 por ciento de quienes lo intentan (se realizan recuperatorios seis meses más tarde).
Tal como lo describe el doctor en medicina Rehan Safee, profesor de la Escuela de Medicina Unani de Pune, gran parte del programa académico unani sería familiar para los estudiantes de medicina de todo el mundo: los manuales de anatomía, por ejemplo, son ediciones actualmente publicadas en Estados Unidos. Se requiere la disección de cadáveres. En la biblioteca se conservan referencias médicas occidentales y unani, además de numerosas publicaciones de investigación, centradas en gran medida en fórmulas herbarias que se promueven como la primera línea de respuesta médica. Safee explica que no existe la ilusión de que la medicina unani es siempre la mejor o la única respuesta a todas las situaciones médicas: desde las lesiones causadas por accidentes viales a las infecciones fuera de control, muchas cosas se hacen mejor en un hospital de estilo occidental. Sin embargo, la medicina unani ha demostrado la eficacia de sus métodos para tratar enfermedades crónicas como artritis, hipertensión arterial, psoriasis, hepatitis y problemas del aparato digestivo.
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Los estudiantes descansan en el jardín de la escuela de medicina en Pune. Desde el siglo XIX, el número de practicantes mujeres de la medicina unani casi ha igualado la cantidad de hombres. |
Entre los estudiantes de la escuela, algunos planean hacer estudios de posgrado en medicina, farmacología, cirugía, ginecología o medicina preventiva y piensan en convertirse en docentes o investigadores; otros se orientan a clínicas particulares, hospitales o a la Misión de Sanidad Rural Nacional. Al igual que sus colegas occidentales, solo unos pocos planean abrir un consultorio de medicina general. El doctor Arshad Pathan, profesor de la escuela y director de un consultorio privado, explica que, del total de pacientes que habrán de atender estos futuros médicos, probablemente casi el 70 por ciento no sea musulmán.
Los estudiantes conversan en urdú e inglés, y para ellos los manuales estadounidenses e indios no son un misterio: son la continuación de la milenaria tradición unani caracterizada por la adopción pragmática de lo mejor de otros sistemas médicos, mientras a la vez se conservan las prácticas herbarias centrales de la tradición local. La rigurosa capacitación en instituciones como la Escuela de Medicina Unani en Pune parece ser una buena receta para la longevidad de la medicina unani.
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Stewart Gordon es un investigador independiente adjunto al Centro de Estudios del Sur Asiático de la Universidad de Michigan. Su libro más reciente, Cuando Asia era el mundo (When Asia was the World), ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos chino, coreano y árabe. Algunos fragmentos de su próximo libro, Historia del mundo en dieciséis naufragios (A History of the World in Sixteen Shipwrecks) , se pueden encontrar en www.stewartgordonhistorian.com. |