Volumen 65, Número 4julio/agosto 2014

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Los comerciantes árabes de Singapur // Texto y fotografías de Alia Yunis
Los restaurantes y las “shophouses” alternan a lo largo de Boussora Street, en el Barrio Árabe de Singapur, con la Mezquita del Sultán como telón de fondo.

Según los datos del Banco Mundial, Singapur es el lugar más fácil del mundo para hacer negocios. De hecho, fueron los negocios los que trajeron a este lugar a las familias Alattas, Aljunied, Alsagoff, Alkaff e Ibn Talib a principios del siglo XIX, en una de las historias más exitosas sobre la diáspora árabe.

Hacia el final de la calle, los miembros de la red árabe de Singapur se encuentran en el Zac’s Cafe. Alwi Abu Baker Alkaff está sentado en el centro. Detrás puede verse una imagen de la tierra natal de su comunidad en Yemen, Hadhramaut.
Hacia el final de la calle, los miembros de la red árabe de Singapur se encuentran en el Zac’s Cafe. Alwi Abu Baker Alkaff está sentado en el centro. Detrás puede verse una imagen de la tierra natal de su comunidad en Yemen, Hadhramaut.

Durante gran parte del siglo XIX y parte del siglo XX, los árabes de Singapur poseyeron más del 50 % de este territorio insular de 710 kilómetros cuadrados de superficie (275 millas cuadradas). Pero eso sucedió mucho tiempo atrás, antes de que Singapur se convirtiese el segundo país de mayor densidad poblacional del mundo, y el de más alto porcentaje de millonarios per cápita: el 15,5 % de sus 5,4 millones de habitantes, esto es, 837.000 personas. Sucedió antes de que Singapur evolucionase para dejar de ser una estancada colonia comercial y se convirtiese en el país más avanzado tecnológicamente, la refulgente metrópolis de un estado-ciudad plagado de rascacielos y lujosos centros comerciales. Sucedió antes de que el distrito de Kampong Glam (también conocido como el Barrio Árabe) sufriese la metamorfosis que lo transformó en el exclusivo lugar de moda que es en la actualidad.

Cinco o seis generaciones después de la llegada de sus ancestros, son muchos los árabes que no han olvidado sus raíces. Por el contrario, como sus antepasados vinieron desde Hadhramaut, en el sur de Yemen, los miembros de esta unida comunidad aún se identifican a sí mismos como hadramis, árabes y musulmanes, aunque firmemente arraigados en Singapur.

“Cuando éramos niños, si hacíamos travesuras mi padre solía decir: ‘Te enviaré a Hadhramaut’”, recuerda Khadijah Alattas, una empresaria de suave voz, en la reunión que convoca una tarde de sábado a varias mujeres y algunos hombres de la Red Árabe de Singapur (Arab Network of Singapore, ans), un grupo formado algunos años atrás con el fin de promover eventos culturales para entidades de beneficencia locales.

Las demás personas de la mesa ríen y asienten con la cabeza al oír el comentario de Khadijah. Sin embargo, el orgullo por su legado aparece claramente cuando compiten entre sí para relatar las historias de sus familias. A la mayoría le gustaría visitar Hadhramaut algún día, aunque nadie desea volver definitivamente. Cuando se les pregunta si se casarían con alguien que vive en Hadhramaut, las mujeres jóvenes sacuden con fuerza la cabeza y dicen “no” con una sonrisa. De todas formas, a causa de la presión familiar en el pasado y por opción propia en la actualidad, rara vez se casan con alguien que no pertenece a la comunidad árabe de Singapur.

Este grabado del puerto de Singapur fue realizado alrededor de 1870, cuando los árabes de Singapur poseían más de la mitad de la isla. Comenzaron a llegar a principios del siglo XIX, y aún no han olvidado las raíces de sus familias en el sur de Yemen. 
Mary Evans Picture Library / AlamY
Este grabado del puerto de Singapur fue realizado alrededor de 1870, cuando los árabes de Singapur poseían más de la mitad de la isla. Comenzaron a llegar a principios del siglo XIX, y aún no han olvidado las raíces de sus familias en el sur de Yemen. 

El grupo se reúne en el Zac’s Café, en el Barrio Árabe, a varias estaciones de subterráneo de distancia del distrito financiero de la ciudad, donde trabaja Khadijah, la líder “de facto” de ans. Zac’s es un restaurante de Medio Oriente decorado con murales que muestran el paisaje montañoso de Hadhramaut. Desde sus ventanas abiertas, el lugar ofrece una espléndida vista de la Mezquita del Sultán, la más grande de Singapur y la única cuya llamada a la oración puede oírse fuera de sus muros.

Cerca de la mezquita se encuentra la Calle Muscat (Muscat Street). Hace dos años, la ANS participó en su fiesta de reinauguración, en la que se celebró la finalización de un proyecto conjunto de los gobiernos de Singapur y Omán para revitalizar la carretera, que ahora incluye dos arcos decorados y una serie de cuatro murales que ilustran el legado árabe de Singapur. 

Zac’s Café es una de las tantas “shophouses” de Kampong Glam. Hace mucho, las shophouses eran el dominio de los mercaderes y comerciantes árabes: estructuras en las que la parte inferior estaba reservada para el comercio minorista y la planta superior, para la vivienda familiar. En la actualidad, son el destino principal de los turistas que buscan batiks, telas y perfumes o bien un café en la acera para sentarse y fumar shisha de día o de noche en las húmedas calles. Sin embargo, solo cuatro de las shophouses de Arab Street aún pertenecen a familias de origen árabe. 

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Una de ellas, Aljunied Brothers, es una tienda chino-malaya de ropa y sastrería que aún es administrada por Junied, un hombre de 85 años que es el padre de Zahra Aljunied. Zahra Aljunied es una bibliotecaria que, pesar de que suele hablar muy rápido, tiene tantas historias para contar que el tiempo no es suficiente. Es conocida por haber organizado la primera exhibición acerca de la comunidad árabe de Singapur, que se inauguró en la Biblioteca Nacional en el año 2010 e incluyó papeles personales, fotos y artefactos. Conservar el árbol genealógico de la familia es una tradición en la comunidad de Hadramaut, y ella ha continuado el trabajo de su padre, al que llama “el genealogista de los Aljunied”. A diferencia de otros miembros de la comunidad, ha visitado Yemen dos veces con su padre, en gran parte para trabajar en su recopilación.  

En Zac’s, las mujeres se agolpan alrededor de la computadora de Zahra mientras ella muestra las fotos antiguas que ha encontrado. Muchas se sorprenden al ver las imágenes. Cuando Zahra muestra una foto en blanco y negro de principios de la década de 1950 en la que aparecen varias mujeres con glamorosos vestidos de noche, una de las mujeres del grupo lanza una exclamación: “¡Esa es mi abuela!” Y así descubren que su abuela es también la tía de otra de las mujeres, y la prima de una más. Sin embargo, entre ellas no hay un parecido familiar evidente. Los comerciantes hadramis recorrieron grandes distancias en sus viajes por el Sudeste Asiático, que se iniciaron en el siglo XVI, y con el paso de los siglos contrajeron matrimonio con miembros de otros grupos étnicos. Muchos de los rasgos de sus descendientes reflejan la mezcla de otras comunidades que formaron lo que se convirtió en Singapur, especialmente los malayos nativos del lugar.  

Los Aljunied y otras grandes familias árabes dedicadas a los negocios tuvieron una importante presencia en el Sudeste Asiático durante casi 300 años antes de llegar a Singapur desde su base en Palembang, Indonesia.

La leyenda cuenta que Singapur debe su nombre a un príncipe malayo que llegó al lugar en el siglo XIII y vio un león: en malayo, Singapura significa “ciudad león”. Cuando los británicos colonizaron la “Ciudad León” en 1819, ya había algunos grupos de árabes en el lugar. Sin embargo, fue Sir Thomas Stamford Raffles, el diseñador del Singapur “moderno” del siglo XIX, el que alentó a muchos otros a venir para concretar su ambición de hacer de la isla un importante centro de comercio regional. Los árabes construyeron sus hogares en el que entonces era el barrio pesquero malayo denominado Kampong Glam: Kampong significa “pueblo” en malayo, y Glam es un árbol local que antes crecía en el lugar.

La Calle Árabe (Arab Street), un lugar muy popular entre los turistas, está bordeada de cafés con shishas y tiendas en las que se ofrece una amplia variedad de productos de fabricación local.
La Calle Árabe (Arab Street), un lugar muy popular entre los turistas, está bordeada de cafés con shishas y tiendas en las que se ofrece una amplia variedad de productos de fabricación local.

“Por la forma en que está escrita la historia de Singapur, [los autores de libros] dan la impresión de que a Raffles le gustaban los árabes”, explica Syed Farid Alatas, profesor de sociología en la Universidad Nacional de Singapur y la autoridad de la ANS en cuanto a la historia de los hadramis. “En realidad, a Raffles no le gustaban los árabes y hablaba muy mal de ellos. Sin embargo, recurrió a los árabes para hacer que esta ubicación estratégica floreciese”.

“Cuando Raffles llegó, no había mucha actividad en el lugar. Él deseaba crear redes comerciales, y los árabes eran conocidos en toda la región por tener buenos contactos comerciales. Eso le resultaba de gran utilidad. Y por eso, les facilitó la llegada a Singapur. Los usó para obtener una ventaja, tal como cualquier otro gobernante colonial”.

El edificio más icónico de Singapur es el Hotel Raffles, un exponente de la época colonial que fue construido en tierras arrendadas en 1887 y que originalmente pertenecían a la hacienda de Syed Mohammed Alsagoff. De hecho, el arrendamiento de tierras fue uno de los más grandes negocios de los árabes hasta la década de 1950. Eso cambió cuando el gobierno implementó políticas que aún hoy arrojan sombras en las conversaciones de los miembros de la comunidad. 

La mayoría de las propiedades árabes tradicionalmente se conservaban en fideicomisos de la comunidad musulmana denominados waqfs. Sin embargo, en virtud de la Ley de Control de la Renta de 1947, el gobierno les prohibió a los propietarios de edificaciones previas a la Segunda Guerra Mundial, y por ende a la mayoría de las propiedades de los waqf, que aumentasen la renta para estar al nivel de la inflación. En consecuencia, el valor de los fideicomisos se redujo notablemente. De todas formas, el mayor golpe lo dio la Ley de Adquisición de Tierras de 1967.  

A medida que el gobierno de Singapur comenzaba a visualizar la transformación de la isla en un centro de comercio mundial, se agudizó la escasez de tierras para el desarrollo urbano. Esta ley permitía que el gobierno adquiriese cualquier propiedad (especialmente propiedades anteriores a la guerra) para obras de renovación urbana al precio que determinase a su antojo. 

A principios del siglo XIX, los británicos apuntaron a hacer de la isla un centro estratégico de comercio. El éxito que alcanzaron se refleja hoy en los inmensos puertos de contenedores de Singapur.
John Harper / Corbis
A principios del siglo XIX, los británicos apuntaron a hacer de la isla un centro estratégico de comercio. El éxito que alcanzaron se refleja hoy en los inmensos puertos de contenedores de Singapur.

En consecuencia, los árabes, que poseían una gran cantidad de bienes raíces en el centro de Singapur, se vieron obligados a ceder sus propiedades a precios muy inferiores al valor de mercado. De hecho, solo una propiedad importante aún permanece en manos de miembros de la comunidad árabe de Singapur: el complejo de apartamentos de lujo Treetops Executive Residences, ubicado en la periferia del centro de la ciudad, donde alguna vez se alzó la villa privada de la familia Talib. En el año 1953 se construyeron allí apartamentos, que fueron demolidos en el año 2000 para construir el complejo Treetops.  

Khaled Talib, un periodista y escritor cuyo abuelo compró las tierras del complejo Treetops junto con sus hermanos a principios del siglo XIX, señala que su familia también sufrió la pérdida de tierras a causa de la Ley de Adquisición de Tierras. “Teníamos más de 600 shophouses en Singapur, y hoy solo tenemos unas 40”, afirma. “Algunas las vendimos [al valor de mercado], pero muchas fueron adquiridas en los términos de esa ley”.

Además, explica: “La mayor parte de las tierras de Singapur que pertenecían a familias árabes quedaron bajo una administración fiduciaria legal de carácter obligatorio, que ya ha vencido. En consecuencia, las propiedades se vendieron y los patrimonios heredados se dividieron, además de estar sujetos a la adquisición de tierras. Por el contrario, nuestro fideicomiso continúa. También tuvimos buenos reflejos para adaptarnos al cambio, y nos aseguramos de que nuestras propiedades fuesen renovadas de acuerdo con el cambiante paisaje de Singapur”.

En esta foto de una boda en Singapur, que data de la década de 1930, los accesorios de la novia destacan su herencia árabe. La muchacha, miembro de la familia Alsagoff, era de La Meca, donde probablemente su padre fuese un comerciante.
En esta foto de una boda en Singapur, que data de la década de 1930, los accesorios de la novia destacan su herencia árabe. La muchacha, miembro de la familia Alsagoff, era de La Meca, donde probablemente su padre fuese un comerciante.

Muchos árabes fueron bastante descuidados a la hora de conservar registros, algo que Zahra Aljunied sabe demasiado bien. “Encontré una carta fechada en 1954 que el gobierno británico le envió a mi padre, en la que le decían que necesitaban una parte de sus tierras para construir un templo religioso, y le prometían un arrendamiento por 100 años”, explica. “Él pensó que se trataba de una mezquita, pero construyeron una iglesia”. Hay algo peor que el malentendido: Zahra no puede encontrar el contrato de arrendamiento que su padre firmó, de hecho nadie lo encuentra, por lo que esas tierras están definitivamente perdidas para la familia.

Sin embargo, estas historias no son parte de los temas de conversación general en Singapur. Tan Pin Pin, una cineasta local que explora los aspectos más controversiales de Singapur (lo que incluye un cortometraje sobre las complicaciones de la escasez de tierra), sabe muy poco acerca de los árabes de Singapur. “Al pasear por la Calle Árabe o la Calle Bagdad (Arab Street y Baghdad Street), nunca se me ocurrió preguntarme por qué se llaman así”, explica. Realmente nunca se ha preguntado por qué la carretera Aljunied o los jardines Alkaff tienen esos nombres.

“Mi bisabuelo llegó aquí desde China a fines de la década de 1890”, relata. “La mayoría de nosotros fuimos traídos hasta aquí para ser las abejas obreras de los británicos. Creo que respetamos el dinero, me refiero a los negocios. Esa es nuestra política en general. Este es un centro de negocios. Las personas realmente no van más allá de eso”.  

Saca su documento de identificación nacional, que muestra que étnicamente es china (las categorías del documento son: Chinos, Malayos, Indios y Otros). “Estas categorías permiten que la administración pública controle fácilmente los negocios y mantenga las proporciones [étnicas] en pos de la estabilidad”, explica.

La perfumería Aljunied Brothers, en la Calle Árabe, es una de las pocas tiendas que aún pertenecen a una familia árabe en el barrio. En la tienda también se venden ropas de batik y accesorios.
La perfumería Aljunied Brothers, en la Calle Árabe, es una de las pocas tiendas que aún pertenecen a una familia árabe en el barrio. En la tienda también se venden ropas de batik y accesorios.

Los árabes, que según sus propias estimaciones son entre 7.000 y 10.000 habitantes, entran dentro de la categoría “Otros”. Sin embargo, Alatas sostiene que el número real sería mayor si muchos no hubieran optado por definirse como malayos cuando el gobierno comenzó a otorgar subsidios de educación a los malayos, considerados oficialmente los nativos del lugar.

“En la década de 1980, el gobierno en realidad comenzó a alentar a los diferentes grupos étnicos para que desarrollasen sus propias identidades”, explica. “Supongo que el gobierno pensó que eso atraería al turismo. Es parte del desarrollo del aspecto multicultural de Singapur, y eso además influyó para que los diferentes grupos étnicos adquiriesen mayor interés en su propia herencia.”  

Esa clase de incentivo ayudó a concretar la fundación de la ans. Una cena de gala realizada por la organización en noviembre para colaborar con entidades locales de beneficencia tuvo una cobertura en los medios que inspiró al grupo a ir por más. “Queremos exhibir nuestra cultura, y a la vez demostrar que somos una parte concreta y productiva de Singapur”, explica Khadijah Alattas.

La comunidad árabe de Singapur también disfruta de los pequeños detalles con que
sus miembros han influido en la cultura de Yemen: los keropok y la pasta 
de pescado tan comunes en la cocina yemení
provienen de la cocina malaya
de Singapur.Hacia la década de 1980, los árabes de Singapur rara vez viajaban para visitar Yemen. Los viajes de visita al antiguo hogar ya habían comenzado a declinar en la década de 1960, cuando surgieron turbulencias políticas en Yemen. Además, en 1967 Singapur instituyó el servicio militar obligatorio, y los hombres jóvenes que tradicionalmente visitaban Yemen a final de la adolescencia ya no pudieron hacerlo. En la actualidad, si los árabes dejan Singapur es fundamentalmente para emigrar a Australia a trabajar.

La región de Hadhramaut tampoco puede seguir contando con las remesas antes enviadas por los parientes que residen en Singapur, que alguna vez construyeron grandes mansiones allí. De todas formas, la comunidad de Singapur disfruta de los pequeños detalles con que sus miembros han influido en la cultura de Yemen: por ejemplo, los keropok y la pasta de pescado tan comunes en la cocina yemení provienen de la cocina malaya de Singapur.  

Por otra parte, aunque Singapur se ha convertido en un paraíso de la cocina internacional, los miembros de su comunidad árabe no han hecho demasiado por promover su cocina tradicional más allá de las paredes de sus casas, a diferencia de los inmigrantes árabes en Occidente. Tampoco son muchos los que hablan árabe, más allá de algunas encantadoras tradiciones como la de seguir llamando sharifa a las mujeres, un término que significa “noble”. 

Los lazos más fuertes son genealógicos y religiosos. Muchas familias pueden rastrear su linaje hasta Mohamad bin Isa Al Muhajir, descendiente de décima generación del Profeta Mahoma, que viajó desde Bagdad a Hadhramaut en el año 956 ec. En la actualidad, la mayoría de las familias de la comunidad ayudan a sus hijos con los estudios religiosos en reuniones familiares que realizan los viernes por las noches.

Se cree que esta estatua de Sir Thomas Stamford Raffles, enmarcada por los inmensos rascacielos de Raffles Place que se alzan al otro lado del río Singapur, está construida en el lugar en el que él desembarcó en 1819 para establecer el asentamiento británico en la isla. “Recurrió a los árabes para hacer que esta ubicación estratégica floreciese”, explica Syed Farid Alatas.
Simon Reddy / Alamy
Se cree que esta estatua de Sir Thomas Stamford Raffles, enmarcada por los inmensos rascacielos de Raffles Place que se alzan al otro lado del río Singapur, está construida en el lugar en el que él desembarcó en 1819 para establecer el asentamiento británico en la isla. “Recurrió a los árabes para hacer que esta ubicación estratégica floreciese”, explica Syed Farid Alatas.

Imam Hassan Al-Attas proviene de una larga línea de líderes espirituales. Durante la cena en su hogar, donde él y su mujer viven con sus parientes lejanos, conversa con Syed Farid Alatas acerca de la historia y la fe de sus ancestros. “Muchas personas dicen que los hadramis llegaron para difundir el Islam, pero por supuesto la mayoría no hacía eso”, explica Alatas. “Había muchos factores de presión como la inestabilidad y las luchas internas, y también actuó una de las fuerzas impulsoras más potentes que han existido: el hambre”.  

“Mil años atrás, Hadhramaut era una tierra muy fértil, pero en los últimos 500 años ha ido perdiendo su fertilidad, y las personas comenzaron a marcharse en busca de empleo para poder sobrevivir. Como la educación en Hadhramaut era básicamente religiosa, podían ser comerciantes o tener propiedades, pero al marcharse y viajar a otros países en busca de trabajo convirtieron a los otros de diferentes maneras, especialmente a través de los matrimonios mixtos”.

“Al mismo tiempo, entre los que vinieron había otros que realmente eran intelectuales”, agrega Imam Hassan, cuya familia es un ejemplo viviente de lo que afirma. “Vinieron porque eran convocados para tomar determinadas posiciones a medida que la comunidad crecía. Y a veces hacían las dos cosas: un predicador podía complementar sus tareas con el comercio”.  

Imam Hassan y Alatas afirman que los nombres de las calles de Singapur que hacen referencia a Medio Oriente se relacionan más con la ubicación estratégica de la isla que con otros factores. Así como Singapur era un lugar central para el comercio, también era una buena escala para los peregrinos provenientes de Indonesia y otros lugares de Oriente, que aquí podían reabastecerse en el camino hacia el Hajj a La Meca.

El Barrio Árabe de Singapur ofrece una combinación ecléctica de visitantes y residentes locales, tanto de día como de noche. Los descendientes de los residentes árabes originales aún celebran su legado, aunque en su mayoría viven en otras partes de la ciudad.
El Barrio Árabe de Singapur ofrece una combinación ecléctica de visitantes y residentes locales, tanto de día como de noche. Los descendientes de los residentes árabes originales aún celebran su legado, aunque en su mayoría viven en otras partes de la ciudad.

Hassan señala que su padre construyó su propia mezquita aquí en 1952, antes de que el gobierno racionalizase la construcción de mezquitas mediante la regulación del financiamiento y la emisión de permisos de construcción de acuerdo con la población de cada vecindad. 

“Singapur cambió muchísimo durante el tiempo de vida de mi padre”, explica. “Él tenía tres pasaportes: británico, malayo y luego, cuando Singapur se separó de Malasia [en 1963], un pasaporte de Singapur. Lo único que no cambió es que fue siempre hadrami. Recuerdo que mi padre nos daba sus sermones en árabe. Y había malayos, especialmente durante la plegaria de los viernes, que no sabían una palabra de árabe”.

Desde la década de 1970, después de la formación del Consejo Religioso Musulmán, cada empleado musulmán automáticamente dona un dólar de Singapur de su salario todos los meses para pagar la construcción de una mezquita. “Cuando hay suficiente dinero, el gobierno se lo da al consejo religioso para alguna de las comunidades musulmanas, que puede ser india o malaya, a fin de que construyan su propia mezquita”, explica Imam Hassan. “Algunas de las mezquitas de los viejos tiempos estaban hechas de madera. Ahora son más bellas y tienen todas las comodidades modernas”.

Casi todo en Singapur es muy moderno, incluso lo que es relativamente antiguo. Los enclaves étnicos como el Barrio Árabe son limpios y ordenados, tal como el resto de la ciudad. Se trata de un lugar turístico diverso de la mañana a la noche, aunque los descendientes de los habitantes originales de este barrio viven en su mayoría en otras zonas, entre los resplandecientes rascacielos, las impecables calles bordeadas de árboles y los perfectos jardines del moderno Singapur.

Trabajan en profesiones que definen la imagen comercial del país, como profesores, diplomáticos, banqueros, escritores, secretarios y también, ocasionalmente, como dueños de shophouses. Se sienten tan cómodos al caminar por Orchard Road y otros bellos paseos de Singapur como al pasear cerca de Marina Bay, donde la estatua del Merlion (mitad león, mitad sirena) sirve de mascota y de atracción turística a la vez, mientras oyen la llamada a la oración en la Calle Árabe. 

“No hay un solo Singapur”, explica Khaled Talib, para resumir la complejidad que caracteriza a la identidad singapurense. “Una vez viví en EAU durante un año, e intenté unirme al Club Singapur. Cuando hablé por teléfono con el director del club, que era chino, no creía que yo fuese de Singapur. Como se puede ver, su versión de lo que es un singapurense es diferente de la mía. Por eso me gusta definirme como un árabe nacido en Singapur, un huésped de los malayos, los dueños originales de estas tierras.

“Y en casa, aún seguimos preparando halwa y muhalabiyyah de postre. Algunas cosas no han cambiado en absoluto”.

Alia Yunis Alia Yunis (www.aliayunis.com) es una escritora y cineasta que vive en Abu Dabi. Es la autora de la aclamada novela The Night Counter (Random House, 2010).

This article appeared on page 38 of the print edition of Saudi Aramco World.

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